En los tiempos idos, aunque no demasiado lejanos, no se vayan ustedes a creer… se utilizaba una técnica milenaria para hacer caminar a las bestias de carga; un ingenio antiquísimo que, aunque ahora no lo veamos por ninguna parte, sigue estando ahí, frente a nuestras narices: es la zanahoria del burro. Consistía este invento en una larga vara que portaba el burrero, y de cuya punta colgaba una cuerda a la que iba atada una zanahoria, de modo y manera que quedara a unos palmos del hocico del animal que, por mucho que lo intentara (y lo hacía de continuo con cada paso que daba) jamás alcanzaba tan suculenta golosina.
Los burros casi han desaparecido de nuestro país. Son prácticamente una especie en vías de extinción, y salvo en algún rincón remoto donde aún se ame y se respete a este noble animal, al que tanto debe la civilización, o en algún zoológico o refugio habilitado “ad hoc” para preservarlo de la extinción total, es dificilísimo contemplar un burro, sea de la raza que sea.
Pues bien, el sistema social y económico que maneja esta "suciedad" de consumo en la que estamos inmersos, utiliza con nosotros esa misma técnica milenaria sin que nos demos cuenta. Nos llevan trotando al ritmo que en cada momento les interese; para ello hacen bailar ante nuestros ávidos ojos, todo tipo de "chucherías": coches, televisores, móviles, ordenadores, equipos de sonido, Playstation, XBox, Wii, Ipad, Iphone, Blackberry etc. etc... y nosotros, absurdos habitantes de este absurdo, les seguimos el juego, sin darnos cuenta de que, a cada rato, nos van cambiando la zanahoria.
Ciudadano Plof
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