10/1/11

¡GRATIS!

Soy de los que, a poder ser, acudo siempre a una gasolinera donde aún haya empleados que te atiendan. Básicamente por dos razones: el mantenimiento de los puestos de trabajo y la comodidad de no tener que (haga frío, calor, viento o lluvia) descender del vehículo, abrir la tapa del combustible, marcar el importe, elegir el producto, descolgar la manguera, introducirla en el depósito, pulsar la pistola (tener cuidado de que no te salpique los zapatos) y aguantar a pie firme hasta que finalice, cerrar la tapa, colgar la manguera, acercarte al cajero para efectuar el pago... y todo esto ¡gratis! ¡Sí! ¡sí!... ¡gratis!


El empresario se está ahorrando los sueldos de una serie de personas que, posiblemente, habrán ido a engrosar las listas del paro o, a lo sumo, a través de algún acuerdo económico, se habrán quedado en casa. Y nosotros, pobres ingenuos, le hacemos ese trabajo ¡gratis!

Cerca de mi domicilio existe una gasolinera que, en principio, contaba con seis operarios por turno, luego los redujeron a cuato, después a dos, y ahora a uno (sospecho que también desaparecerá, sustituido por una caja autoservicio. Todo se andará); por lo que, salvo imponderables, no suelo repostar en ella; prefiero acudir a algún lugar donde aún me atiendan personas, aunque esté más lejos.

Ciudadano Plof

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