15/8/18

VACACIONES

Este ciudadano se va a tomar... unas semanas de descanso, 
pero amenazo con volver.


 Así que:

 ¡Salud y Anarquía... lo demás, bobería!

HAY QUE ABRIR LA MENTE


Citizen Plof

"TERREMOTO" EN LA IGLESIA

Un informe judicial denuncia 300 casos de sacerdotes "depredadores sexuales" en EEUU


"Algunos menores fueron violados oralmente, algunos vaginalmente, algunos analmente", recoge el documento publicado por la Corte Suprema del estado de Pensilvania y que identifica al menos a 1.000  víctimas.

El cardenal Donald Wuerl, exobispo de Pittsburgh, acusado de ocultar los casos de abusos. - AFP
El cardenal Donald Wuerl, exobispo de Pittsburgh, acusado de ocultar los casos de abusos. - AFP

La Corte Suprema del estado de Pensilvania ha publicado este martes un informe de un gran jurado que documenta 300 supuestos casos de sacerdotes "depredadores sexuales" en seis diócesis, tras investigar denuncias de abusos de menores.

Sede de la Corte Suprema del estado de Pensilvania

El jurado explica en el documento, que consta de 1.356 páginas, que ha identificado a unos 1.000 menores que han sido víctimas, la mayoría varones, aunque también hay chicas, entre los que hay adolescentes y muchos preadolescentes. "Algunos fueron manipulados con alcohol o pornografía. A algunos les hicieron masturbar a sus agresores, o fueron manoseados por ellos. Algunos fueron violados oralmente, algunos vaginalmente, algunos analmente", denuncia el texto.


El jurado detalla que para elaborar este documento ha escuchado el testimonio de decenas de testigos y ha revisado medio millón de páginas de documentos internos de las diócesis. En ese sentido, no se descarta que el número real de víctimas ascienda a miles, ya que es posible que los registros de algunos menores se hayan perdido o que el afectado optara por guardar el silencio.


El informe acusa al cardenal Donald Wuerl, exobispo de Pittsburgh que ahora lidera la archidiócesis de Washington, de ocultar los casos. Wuerl, por su parte, ha declarado a través de un comunicado que siempre ha “actuado con diligencia, preocupado por las víctimas y para prevenir futuros actos de abuso”.


El jurado critica que todos los casos fueron dejados de lado por los líderes de la Iglesia, "que prefirieron proteger a los abusadores y a la institución, sobre todo". Como consecuencia del encubrimiento, casi todos los casos son demasiado antiguos como para ser juzgados, ya que la mayoría son anteriores al año 2000, aunque el jurado subraya que ha emitido acusaciones contra un sacerdote de la diócesis de Greensburg y otro de la de Erie, que presuntamente han estado abusando de menores en la última década.


En una rueda de prensa, el fiscal general del estado, Josh Shapiro, destacó que el informe detalla "un encubrimiento sistemático por altos cargos de la Iglesia en Pensilvania y en el Vaticano".

John Saphyro, fiscal general del estado de Pensilvania

Aparte de las diócesis de Greensburg y Erie, el resto de las afectadas son las de Scranton, Allentown, Harrisburg y Pittsburgh, todas ellas en Pensilvania. El pasado 1 de agosto, la diócesis de Harrisburg, una de las implicadas, publicó una lista de 71 religiosos y seminaristas, algunos de ellos ya fallecidos, "acusados" de abusos sexuales a menores desde 1940.


FUENTE: publico.es
Agencias - Washington
14/08/2018

Aprovechándose de su poder y de la confianza depositada en ellos por los padres, estos "sacerdotes" (debo el conocimiento de la palabra "cerdotes" a mi buen amigo Paco Navarro) han profanado la niñez, una de las cosa más sagradas del mundo, con el silencio cómplice de las autoridades eclesiásticas.

No está muy claro si fue Kropotkin o Durruti, pero voy a terminar dándole la razón al que se atrevió a decir:

"La única iglesia que ilumina, es la que arde".

DE ESOS FRANQUISTAS QUE DIRIGEN LAS FUERZAS ARMADAS


El manifiesto franquista, al que ya casi se han adherido 600 militares, no ha sido fruto de un brote psicótico contagioso, ni consecuencia del calentamiento global, ni tan siquiera ha sido producto de la estima, condescendencia y cariño con el que los monarcas, Juan Carlos y Felipe, han deleitado a los sucesores de Franco, como si de familiares suyos se tratase, sino que se ha debido a los cuidados favores y las meditadas dejaciones de una clase política, PP y PSOE, que, subyugada por las élites franquistas, jamás quiso demoler uno de los principales bastiones fascistas: el Ejército. Como jamás osó ni tan siquiera arañar el imponente edificio eclesiástico, hoy tan  resplandeciente como en tiempos más pérfidos.

Lo que ha sucedido, la masiva exaltación fascista de más de medio millar de militares, la mayoría altos mandos, muchos coroneles y generales, ha sido germinado y cultivado con las cariñosas y ensangrentadas manos de los que empuñaron las armas contra la democracia, mientras que los valientes militares que la defendieron fueron masacrados primero y olvidados después hace ochenta años (y purgados primero y humillados después hace cuarenta). Porque el PP y, lamentablemente, el PSOE prefirieron ascender fascistas y vejar demócratas que justamente lo contrario, lo que la razón dictaba que deberían hacer y lo que Europa hizo.

Franco

Es por ello que todavía hoy muchos altos mandos militares ensalzan la figura de Franco como valeroso y profesional militar, comen uniformados en Casa Pepe -Restaurante Museo Franquista-, escriben artículos incendiarios contra la memoria histórica, amenazan a los ciudadanos con intentonas golpistas, exhiben orgullosos símbolos fascistas, saborean libros franquistas, rememoran a héroes franquistas, exigen a su comandante de las Fuerzas Armadas -el Rey- usar las armas contra los ciudadanos, escriben cartas amenazadoras a políticos, dirigen y financian fundaciones franquistas, utilizan las redes sociales de forma impune para insultar y amenazar a progresistas, leen proclamas franquistas en los patios de armas, solicitan la ilegalización de partidos políticos democráticos, ensalzan franquistas en las páginas web de los Ejércitos, persiguen y acosan a los representantes asociativos, escriben cartas fascistas a medios de comunicación, exigen la invasión militar de Catalunya o menosprecian públicamente los derechos humanos (todo ello documentado en ‘El libro negro del Ejército español’).

Son de una calaña tan miserable que en Alemania, Francia o Italia serían delincuentes, aunque aquí alcancen las cotas más altas de la cúpula militar, mientras una gran parte de la ciudadanía ignora que son muchos más los franquistas prudentes que aguardan en la madriguera que los estúpidos que firmaron.

Felipe VI y Juan Carlos I

Lo acontecido no habría sido posible sin reyes franquistas y sin políticos que no fueran franquistas, oportunistas o marionetas. Porque lo que hubiera correspondido habría sido penalizar cualquier tipo de exaltación franquista y perseguir hasta en el escondrijo más recóndito a todo franquista y/o cómplice fascista que hubiera vestido el uniforme militar para condenarle inmediatamente al desempleo y a la repulsa. Previo paso por prisión, claro está. Pero no habiendo hecho esto, irónicamente, es justamente lo que los franquistas hacen con los demócratas: purgarnos como si fuéramos los más viles delincuentes después de humillarnos y encerrarnos.

Todo ello mientras Pedro Sánchez o Margarita Robles, actuales presidente del Gobierno y ministra de Defensa, miran al tendido como si aquí no pasara nada y todo se solucionara anulando convocatorias discriminatorias con las mujeres o desalojando al fiambre del palacio. Mal harán los gobernantes contentándose con tiritas cuando el negocio se resuelve en un lance a democracia o neofranquismo.

Margarita Robles y Pedro Sánchez

Porque las Fuerzas Armadas no pertenecerán al siglo XXI hasta que honren a los militares demócratas, que por miles murieron durante la sangrienta sublevación fascista y que por más de cien arriesgaron su vida antes y después de la plácida muerte del dictador en una democracia que jamás fue, que jamás se quiso que fuera.

Son los militares republicanos y los miembros de la UMD los referentes que debieran idolatrar nuestros militares, pero sin embargo hoy ni les conocen. Es esa la herida que sigue y seguirá contaminando la Institución y la sociedad misma: la promoción del fascista y la censura del demócrata.

Miembros de la UMD

Nuestros militares deberían aprender en las distintas academias que Franco fue un traidor entre los leales, un trapacero entre los traidores y un genocida entre los asesinos, al que solo tales atributos le permitieron liderar la horda de sedientos criminales que bombardearon ciudades asesinando mujeres, ancianos y niños para perpetrar su crimen; fusilaron maestras, escritores, intelectuales o poetas para laminar sus deficiencias; violaron, torturaron y cercenaron penes y cabezas para encumbrar su inhumanidad; o robaron y traficaron con bebés para enmendar sus impotencias.

Pues resulta aceptado casi unánimemente que el fascista es un ser bruto, corrupto, salvaje, muchas veces alcohólico, machista, clasista, trapacero, homófobo, generalmente racista, particularmente inculto y mayoritariamente despiadado, siendo el franquista entre ellos una subespecie ibérica con algunos de estos atributos más pronunciados.


Todo ello debería haber provocado en nuestra clase política, en nuestros intelectuales más destacados y en nuestras personalidades más respetadas el más inquebrantable e infatigable repudio hacia estos primitivos despojos, pero en ausencia de ello, las Fuerzas Armadas exhiben su franquismo a plena luz del día, teniendo a la Legión, cuerpo militar fascista responsable de atrocidades que harían perder la cordura al corresponsal de guerra más curtido, como símbolo más destacado. Cabra incluida. Una exhibición que estremecería a cualquier país con unos aceptables parámetros democráticos pero que en la actual España es recibida con vítores, banderitas y aplausos.

En definitiva, son las Fuerzas Armadas de un país reflejo del mismo, así pues obsérvenlas con atención para concluir que es España lo mismo que éstas: moderna en sus formas, corrupta en sus estructuras y franquista en su esencia.


FUENTE: publico.es
Un paso al frente
Luis Gonzalo Segura*
14/08/2018

 (*) Exteniente del Ejército de Tierra y autor de ‘El libro negro del Ejército español’.


COMENTARIOS:

Jaimito55
Hay que aclararle a la ciudadanía que Franco no fue ningún héroe, sino un traidor que se rebeló contra un gobierno legalmente constituido, faltando al juramento de fidelidad a la República que, tras la firma de la constitución, efectuaron todos los militares de carrera en abril de 1931, y que decía:

"Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, cumplir sus leyes y defenderla con las armas"

Clorofórmico
¡Claro! Mientras pudieron meter mano en el gobierno, a la derecha les valía la República perfectamente, pero cuando la izquierda se alzó con la mayoría parlamentaria en el 36, dejó de servirles. Fue entonces cuando, en aras de sus propios intereses, se rebelaron contra ella arrastrando al país a una guerra civil. Eso es historia y no pueden negarlo.

DANDO EL PECHO A UN BEBÉ

La reacción sarcástica de una mujer cuando le piden que se cubra mientras da el pecho a su bebé

Melanie Dudley, una ciudadana estadounidense de 34 años, se ha convertido en protagonista en las redes sociales por su reacción después de que un hombre le dijera que se tapara mientras daba el pecho a su bebé en un restaurante, y así lo hizo.


Entre risas, su marido inmortalizó la imagen con su teléfono móvil y después fue publicada en Facebook por una amiga de la familia.

Más tarde, la foto fue compartida por la suegra de la mujer, Kitty Yannone, que describió los hechos con bastante humor: "¡Amo a mi nuera!", dijo.


FUENTE: tremending
12/08/2018

14/8/18

RIQUEZA VS POBREZA


Qué gran verdad. Todo se lo rapiñamos a ella.

Citizen Plof

DESMONTANDO A MARHUENDAS

Francisco Marhuenda

Siempre ha sido una verdad generalmente aceptada que el buen periodismo sirve para acotar y defender el territorio de la verdad informativa y ser testigo de la decencia profesional. Con razón aconsejaba Montesquieu huir de aquel país en el que los políticos y los poderosos pueden controlar la verdad. En un país en que los periodistas se autoaplicaran estos códigos éticos es seguro que un genovés como Francisco Marhuenda, director del periódico de ultra derecha La Razón, tendría serias dificultades para ejercer como profesional del periodismo.

El mayor obstáculo para este periodista y su objetiva visión de la realidad es que no se entera de qué va la cosa. Es una mente pensante inmersa “en mil enredos”. Da la impresión de que hace diagnósticos equivocados de la situación, como si el origen de los males nunca estuviese en las gestiones del gobierno del PP, sino que todo es culpa de la oposición. Marhuenda es de los que jamás acierta en la solución porque siempre se equivoca en el diagnóstico.

Los que acostumbramos a leer diariamente la prensa y escuchar algunas tertulias, si pudiéramos prescindir de algunos pseudo periodistas superfluos, permanentes mamporreros del poder, que desembarcan cada día en todas las tertulias, del primero del que me desprendería sería del tal Francisco Marhuenda. 

Sería una catarsis social e higiénica liberarse de escuchar a un tertuliano insoportable, gesticuloso, engolado, con adherencias y ademanes cursis y despectivos contra quien no piensa y siente como él; un sabelotodo sectario que, como en aquellos cuentos de mi infancia, cual “Guerrero del Antifaz defendiendo a su amada Ana María”, siempre está dispuesto a defender a Rajoy. Marhuenda es la “Scheherazade” del PP, cada día tiene que inventarse un cuento para mantener viva su incondicional fe y su admirada y patética adulación al presidente del PP y a su gobierno.

 Mariano Rajoy condecorando a Francisco Marhuenda

Decía el sociólogo Ilvio Diamanti que “…ante la creciente debilidad de la clase política actual, sus dirigentes y Gobiernos tienden a utilizar los medios de comunicación para dirigirse a la sociedad, obviando los problemas reales que les incomodan, en términos de encuestas, con exceso de datos económicos, siempre favorables gracias a su buena gestión”. Esta y no otra es la función periodística de Marhuenda: utilizar su diario, La Razón, como un incensario a favor de su amado líder Rajoy “concitando en él -como su dios- todo el bien sin mezcla de mal alguno”.  

Marhuenda es de esos personajes, omnipresente en todas las tertulias, con abundancia de papeles a su alrededor para impresionar, orgulloso de hablar de sus numerosos títulos académicos, sin mostrar jamás documento que lo acredite, con el fin de esconder sus carencias; preocupado en aparecer como persona informada que todo lo sabe, con tendencia al ridículo y con una muletilla permanente: ¡A ver si os enteráis!, lanzada a los de enfrente -a los que considera rojos de izquierda-; si las tertulias no vivieran de algunos papanatas, pocos le pondrían cara.

Con cierta repugnancia, para no contaminarme de mentiras y banalidades, suelo leer en internet las primeras páginas del diario La Razón; dos son los objetivos; uno, con lectura irónica, echar por encima un vistazo para ver las sandeces sectarias con que se despacha este diario “a diario” y, dos, analizar con escepticismo, cuando los incluye, los resultados de sus amañadas encuestas. Sus encuestas son ya un clásico: siempre a favor de Rajoy y del PP y en contra del PSOE y de Podemos.  

Para los amantes de autoflagelarse con discursos vacíos, les recomiendo acudir a diario a escuchar los análisis matutinos de Francisco Marhuenda en su página web del diario La Razón. Todo en él tiene un aire irónico y grotesco; la inteligencia nos impide tomarle en serio. Pero en “esta España” de “charanga y pandereta” (hoy Machado escribiría “de Mesis y Ronaldos”) todo es posible; tal vez podría dirigir la Hoja parroquial de su barrio, pero no solo dirige un periódico de ámbito nacional, que ya es inquietante, sino que, además, ha sido y sigue siendo uno de los incondicionales aduladores (él se dice colaborador) del actual presidente del Gobierno.


Mantengo una hipótesis bastante simple con la consiguiente conclusión: si son muchos los ciudadanos que leen y se nutren de la información sesgada que selecciona, controla, destila y distorsiona el “panfleto” de Marhuenda y con él forman su juicio u opinión de la realidad, no es de extrañar que gane el Partido Popular; a ello ayudan, además, las encuestas fantasmas que publica y confecciona a conveniencia para La Razón esa empresa de opinión llamada “NCReport”. Admiro a Voltaire, pero dudo que en España se cumpla esa frase que, en un arrebato de optimismo, se le ocurrió decir: “Algún día todo estará bien, he aquí nuestra esperanza”. Mientras gobierne Rajoy y dirija Marhuenda un periódico de tirada nacional, esa esperanza volteriana será una pura quimera.

Y hago referencia a esa empresa de opinión “NCReport”, porque por ella pude descubrir, no “la banalidad del mal” (expresión acuñada por Hannah Arendt), sino “la banalidad de unas encuestas inexistentes”, no realizadas por la empresa, pero sí publicadas, día sí y otro también en tiempo de elecciones, por el diario “La Razón”. Encuestas con simples datos, sin ficha técnica alguna, siempre en contra de Zapatero y los socialistas y a favor de Rajoy y del PP.

Sostenía Aristóteles que “el conocimiento tiene su origen en las respuestas que buscamos cuando las cosas nos producen admiración y extrañeza”. Enorme extrañeza y no poca admiración me producía que fuese La Razón el diario que en exclusiva utilizase NC Report, empresa de opinión pública desconocida. A través de Google encontré su web, una web insulsa -a fecha de hoy lo sigue siendo, aunque con mejorado diseño-, con domicilio en Cullera, carente de los elementos básicos del marketing profesional y sin información alguna sobre el organigrama de la empresa: quién era su equipo directivo y quiénes sus profesionales y técnicos; los epígrafes de sus desplegables se limitaban a exponer una sarta de vulgaridades obvias, carentes de lógica estadística e información seria.

Cuando analicé su web, en el apartado “Garantías”, incluía (hoy su web lo mantiene en su apartado “Compromiso de calidad”) una extensa Guía PARA LA REALIZACIÓN DE SONDEOS DE OPINIÓN cuyo Copyright pertenece a ESOMAR®/WAPOR 1998 y que cualquiera puede consultar en Internet en las páginas web de todas las empresas públicas de estudios y sondeos de opinión y electorales. En el apartado “Servicios” de la web, claramente y sin disfraz, señalaba al servicio de quién trabaja NC Report, es decir, a conveniencia de La Razón y de los intereses del Partido Popular y en los apartados “Barómetros y Elecciones”, por todo contenido de su profunda investigación, introducía sólo dos gráficas que hablaban por sí solas:
 

Una gráfica, titulada VOTO VÁLIDO A CANDIDATURA: señalaba solo dos candidaturas: PP y PSOE. La gráfica del PP, subía y subía y la del PSOE, bajaba y bajaba…

Otra, titulada POPULARIDAD: señalaba dos candidatos: Rajoy y Zapatero. La gráfica de Rajoy, subía y subía…; la de Zapatero, en cambio, bajaba y bajaba…!!!

En la web (“Contactos”) había un teléfono (hoy suprimido): 961 73 23 80; llamé y lo cogió una persona (don Alfredo Martí) que me dijo ser el responsable de información de la empresa. Le expuse que como votante y persona curiosa e inquieta, ciudadano libre, no sometido a presión de partido, estaba haciendo un trabajo sobre las empresas de opinión, fundamentalmente de aquellas que se dicen especializadas en sondeos electorales. Pregunté al señor Martí si me podría informar cuántas encuestas había realizado NC Report para el periódico La Razón, para qué situaciones o eventos y en qué fechas; apenas me supo enumerar alguna concreta, excepto la llevada a cabo para las elecciones al Parlamento Europeo de 2009, de la que me añadió eufórico que sus datos anticipados se habían ajustado a los resultados finales.

Le hice saber que en la celebración de cualquier tipo de elecciones, la publicación de sondeos o encuestas debe ir acompañada de una serie de datos técnicos, esenciales para evaluar la fiabilidad de los datos publicados e interpretarlos fielmente; entre los cuales se encuentran:

  • a) el nombre del organismo o entidad que realiza el sondeo, así como el de la empresa que haya encargado su realización:
  • b) las características técnicas del sondeo, incluyendo necesariamente, el sistema de muestreo, el tamaño de la muestra y su extensión geográfica, el universo representado, el método de muestreo utilizado, el método para la recogida de la información, el margen de error de la misma, el nivel de representatividad, el procedimiento de selección de los encuestados, la fecha de realización del trabajo de campo.
  • c) el texto íntegro de las cuestiones planteadas y número de personas que no han contestado a cada una de ellas.

Le expuse al señor Martí que la publicación de estos datos está obligada por la LOREG (Ley Orgánica del Régimen Electoral General), y que las organizaciones profesionales de investigación de opinión pública deben tener suscrito un Código Internacional sobre publicación de resultados, obligatorio para sus miembros, que incluye básicamente los mismos datos, de tal manera que, aún en periodos no electorales, la publicación de cualquier encuesta los debe incluir.

Ante la escasa y vana información que ofrece la web de NC Report, las dubitativas y poco coherentes respuestas que me da el señor Martí, la claridad de las recomendaciones de ESOMAR en la publicación de tales encuestas y la frivolidad con la que LA RAZÓN utiliza a conveniencia (siempre “pro domo sua”) los datos que saca de las dudosas encuestas realizadas por NC Report, le pregunté, asimismo, cuáles eran las herramientas que utilizaba la empresa en los sondeos, de qué plataformas de CATI disponía con el fin de depurar los datos a medida que se van recogiendo y de cuántos equipos en la Plataforma de CAPI, cuáles eran sus técnicas de investigación científica, cuáles los datos cuantitativos y cualitativos del muestreo, cómo elaboraban los items y qué cantidad de ítems empleaban para obtener los resultados de la información pretendida…, ya que la validez y el valor de los sondeos de opinión pública dependen de tres factores principales:

  • de la naturaleza de las técnicas de investigación empleadas y la eficiencia con que se apliquen,
  • de la honestidad y la objetividad del instituto o empresa de investigación que efectúa el sondeo y
  • de la manera en que se presentan los resultados y los usos para los que se emplean por parte de las empresas contratantes.

Podemos deducir que la tan cacareada "opinión pública" en realidad no existe

Me respondió, confuso, que lo ignoraba. Le aclaré que las encuestas que La Razón publica permanentemente no aportaban los datos de la ficha técnica. Y que si él, como responsable de la empresa, apenas me sabía enumerar qué encuestas había realizado NC Report para La Razón, ¿desde qué ética profesional permitían que se publicasen lo que no se había realizado?

Doy por terminada la conversación, con la duda despejada de que las encuestas de La Razón, atribuidas a NC Report, se realizaban con la técnica del “Pinto, pinto, gorgorito, a éste (Rajoy y PP) le sumo y a ése (PSOE y UP) le quito”. Ignoro si a fecha de hoy, han modificado la práctica; lo que sí tengo constatado es que, en las encuestas últimas, aparece una escueta y poco significativa “ficha técnica”.

Pasadas apenas unas horas de hablar con el señor Martí, el día 24 de octubre de 2011, recibo en mi casa una llamada desde el número 91 32470.. de una persona que se presenta como Francisco Marhuenda; dice ser Director de La Razón. Acostumbrado a escuchar algunas tertulias, le reconozco por el tono de voz, aunque le hubiese reconocido, igualmente, por la forma prepotente con la que acostumbra a acompañar, en sus argumentarios, sus vacuas intervenciones carentes, casi siempre, de razones y de objetividad… ¡Qué paradoja humorística que quien dirige ese libelo titulado “La Razón” argumente sin razones!

Como Quevedo en “El Buscón”, me puso de “chupa de dómine”; en su alterada requisitoria telefónica, además de amenazarme con denunciarme a la policía por haber llamado a NCReport, me espeta que “los del PSOE estamos muy nerviosos ante el batacazo de estas próximas elecciones”; le contesté que ignoraba yo de dónde deducía que soy del PSOE; bueno, sí lo sé, le respondí: emplea usted los mismos procesos inductivos y hermenéuticos que con los datos de NC Report, de una encuesta “nada”, imprime en su periódico unos datos “mierda”; me tildó de rojo necio, al servicio de la izquierda y casi me envía a iniciar estudios, para poder situarme a la altura de “su dignísima e ilustrada señoría”. Le dije que, al invadir mi casa, le estaba grabando y que, como en los duelos verbales, para lavar mi honor, le enviaría “el guante en forma de carta”.


Y así hice; le escribí una extensa carta, días antes de las elecciones del 20 de noviembre. En ella, además de las reflexiones que le hice por teléfono al señor Alfredo Martí, le añadí estas otras:

  • Tengo claro, señor Marhuenda, que la falsa información produce basura y se convierte en propaganda; que muchos periodistas audaces a veces engañan y que la falta de datos serios y objetivos, científicamente contrastados, da ocasión a la manipulación y posibilita el fraude y el engaño informativo. Sabe usted mejor que yo, don Francisco, que el mejor control que existe sobre estas empresas encuestadoras es el mercado, pues quien falsifica datos y los publica en un proceso electoral cae en el descrédito y tal vez, en un delito (los pillastres, a la larga, son ubicados y colocados en su lugar por la opinión pública).
  • La experiencia nos enseña que sólo sobreviven a lo largo del tiempo las empresas que mantienen una ética rígida y un nivel técnico alto y que los datos de una encuesta en manos de malos profesionales en esta materia, interesadamente interpretados, son peligrosos. Todos sabemos que las encuestas de opinión son auxiliares de la democracia directa pero que la cocina tendenciosa de sus datos y cifras no puede reemplazar a los procesos electorales.
  • Espero que no ignore, señor Marhuenda, que el Código Internacional de Prácticas para la Publicación de Resultados de Sondeos de Opinión Pública, establecidas en el Código internacional CCI/ESOMAR para la Práctica de la investigación Social y de Mercados, ha establecido que se apliquen para regular la publicación de sondeos y salir al paso de que al publicar los resultados puedan éstos presentarse de manera provocativa o tendenciosa, estas recomendaciones específicas sobre la publicación de tales encuestas. Entre las que el punto 3 dice textualmente:

“Los sondeos de opinión juegan un papel valioso en la sociedad actual. Es deseable que tanto el público en general como los políticos, medios de comunicación y otros grupos interesados tengan acceso a través de tales sondeos a una medida exacta y no sesgada de las actitudes e intenciones del público. Es sabido que existen preocupaciones sinceras sobre los posibles (aunque no probados) efectos que ciertos sondeos podrían teóricamente tener sobre el voto u otros comportamientos. 

Sin embargo, la alternativa es que el público quede expuesto solamente a informaciones carentes de fundamento científico y probablemente inexactas sobre la situación, en muchos casos, presentadas por personas u organismos con un conocimiento insuficiente de la naturaleza de la información que usan o con una presentación muy partidista de los hechos. El objetivo de este Código es reducir el riesgo de engañar al público mediante sondeos inadecuados o mal presentados”.


  • Existe, señor, Maruenda, un error muy común entre los periodistas, entre ellos incluyo a algunos de La Razón: creen que la principal información que aporta una encuesta consiste en adivinar el porcentaje de votos que obtendrán los candidatos el día de las elecciones, marcando casi en exclusiva la diferencia en porcentaje de votos que existe entre los candidatos. Ignoran que el resultado de esa diferencia es solamente un dato de los tantos que debe aportar una encuesta científica y honestamente realizada y que los números deben ser leídos por especialistas que saben narrarlos e interpretarlos sin sectarismos desde un foro de debate ético y objetivo, sin dejarse guiar ni por filias ni por fobias. Y la primera condición (una encuesta científica y honestamente realizada) no la cumple NC Report, y la segunda (especialistas que saben interpretar los datos sin sectarismos) no es una cualidad de su periódico. 
  • A NC Report le falta profesionalidad y a La Razón, ética periodística.

Y ya para finalizar, pues estaba cerca el día 19 de noviembre, día de reflexión electoral, le recomendaba en mi carta la lectura de estos versos finales de un poema (Los cobardes) de Miguel Hernández:
……
Ocupad los tristes puestos
de la triste telaraña.
Sustituid a la escoba,
y barred con vuestras nalgas
la mierda que vais dejando
donde colocáis la planta.

FUENTE: nuevatribuna.es
Jesús Parra Montero
25/07/2017

CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA


¡Coño!... Menos mal. 
Cualquiera que los viera diría que son fachas.

Citizen Plof 
 

LA CLASE OBRERA YA ESTÁ ROTA

El discurso de atención a la diversidad de la raza y el género es fundamental para reconstruir la unidad de lucha en todos los frentes

<p>Pintura de Angela Davis.</p>
Pintura de Angela Davis.
Fotografía de Thierry Ehrmann

“El discurso de la diversidad pone en peligro la unidad de la clase obrera”. Últimamente ha reaparecido con fuerza esta alerta. Frente a las lecturas neomarxistas de las últimas décadas que señalaban que la opresión del neoliberalismo no se estructura únicamente a través de la explotación laboral, sino que existen otros dispositivos de opresión como la raza o el género, se lanza esta advertencia: “El discurso de la diversidad es un triunfo del neoliberalismo porque esconde o diluye la opresión principal, que no es otra que la opresión de clase”.

A continuación, expongo una reflexión sobre la menor o mayor veracidad que esconde esta alerta, e invito a cuestionarla desde una mirada situada, llamando a la prudencia. Esta reflexión la hago desde mi propia mirada y mi vivencia de la raza, el género y la clase. Soy mestiza gitana, y he dedicado una parte importante de mi vida al activismo gitano, soy sindicalista activa, abogada laboralista y de ideología comunista-libertaria.

Los discursos de la diversidad no rompen la clase obrera, la clase obrera ya está rota. La explotación capitalista y el chantaje de la renta a cambio de fuerza de trabajo se manifiesta con diferente violencia según el grado de “humanidad” que el sistema otorga a la persona trabajadora a partir de la raza, el género o el territorio que habita.

Pastora Frigiliana García

En el Norte Global las luchas sindicales pueden articularse, organizar protestas, huelgas, o acciones sin que peligre la vida. No es cuestión de minusvalorar la represión que sufrimos, y que conozco de primera mano, pero la vida está a salvo. En el Sur Global, imaginemos las maquilas asiáticas, estas prácticas de lucha suponen no ya la represión sindical, el despido o la multa sino que ponen en juego verdaderamente la integridad física y la vida.

El discurso que llame a la unidad de la clase obrera frente a la explotación capitalista tiene que hacerse cargo de esta diversidad de situaciones que se padecen. El discurso homogeneizador de “todos somos la misma clase obrera” sin matices y sin integrar estas diferentes situaciones de partida no es eficaz para la unidad, y la historia ha demostrado que fracasa porque deja fuera muchas formas de vida. El discurso de atención a la diversidad de la raza y el género es fundamental para reconstruir una clase obrera que ya viene rota por estas diversas violencias.

El neoliberalismo imbrica varios dispositivos de explotación que se retroalimentan: el racismo, el colonialismo, el patriarcado y el capitalismo. Son varias cabezas de un mismo cuerpo monstruoso. La emancipación pasa sin duda por articular discurso y prácticas de lucha en todos los frentes, y para eso es esencial la atención a las diversas manifestaciones del monstruo.


Cuando Angela Davis, comunista, pone en el centro del discurso la raza como paradigma de explotación no está rompiendo la clase, está incluyendo a un sujeto que se quedaba fuera por la violencia específica que sufría desde su posición de raza que no estaba siendo respondida desde luchas obreras. 

Cuando Sirin Adlbi habla de islamofobia y de cómo el capitalismo necesita construir al otro para justificar su acumulación destructiva no rompe la clase, está señalando cómo se manifiesta la opresión desde la posición de su comunidad y proponiendo una estrategia de lucha propia que responda a esta violencia.

Cuando Silvia Federici, anticapitalista y marxista, advierte sobre cómo la explotación no únicamente está en la plusvalía, y pone la atención en el trabajo de cuidados invisible que realizan las mujeres en el ámbito familiar, no está dividiendo la clase. Está llamando a sumar un sujeto, la mujer cuidadora, que hasta ese momento se quedaba fuera porque el discurso marxista-obrerista se había quedado estrecho.

Silvia Federici

Los discursos y las prácticas de lucha y resistencia no son universales. La hegemonía blanca y occidental se cuela incluso en los discursos contrahegemónicos y convierte en universal sus formas de resistencia y lucha. Es imprudente que un obrero blanco y occidental quiera hacer universal que la primera lucha es la liberación de clase, es decir liberarse de la explotación laboral. Es osado porque quizás, desde su posición en el mundo, es la única opresión que padece, y por eso la hace centro y pretende universalizarla.

Pensar de manera situada es valorar que quizás en un gueto negro estadounidense la represión que se sufre pase más por la raza que por la clase y que la represión policial racista suponga el centro de la lucha, y no tanto la cuestión sindical en un centro de trabajo. Por supuesto que la violencia es por la raza y por la clase, porque son pobres, pero son las personas que padecen violencia específica quienes deciden, de manera colectiva, qué ponen en el centro de su estrategia emancipatoria.  

Darle protagonismo a la liberación racial no está rompiendo la clase porque la lucha antirracista es una lucha anticapitalista; el capitalismo necesita para su mantenimiento de esta división racial y colonial del mundo.

50 años ya de la muerte de Martin Luther King 
sin que se haya cumplido su sueño de la igualdad racial

Los discursos y las estrategias de resistencia están allí donde haya una comunidad oprimida. Construir la emancipación desde estas estrategias de lucha propia y no estar obligados a mimetizar los modelos de la Europa blanca. Esto es la diversidad.

Cuando abogo por que el pueblo gitano tiene sus propias prácticas de autogestión de conflictos o de mutualismo de base sin necesidad de parafrasear a Kropotkin, no estoy cuestionando la teoría del apoyo mutuo, sino estoy haciéndola cercana a gente que le queda lejos porque es distinta; es decir, no forma parte del paradigma blanco europeo.

Las alertas sobre cómo determinados discursos de la diversidad posmoderna conllevan la frivolización de los planteamientos políticos pueden ser muy necesarias, pero deben hacerse con prudencia y saber que se está hablando desde una mirada concreta y no universalizando nuestras experiencias. Hay que ponerse en estado de duda y pensar que quizás no todas las violencias pasan por las mismas jerarquías que las que padecemos en un territorio o un cuerpo determinado.

Piotr Alekséyevich Kropotkin,
escritor, pensador político y teórico del anarquismo

Son importantes y necesarias la llamadas de atención sobre el sectarismo que puede existir en grupos que reivindican la diversidad, pero, si verdaderamente creemos en la unidad de las luchas, estas críticas deben buscar el diálogo y no el enfrentamiento. Enfrentarse con quienes “rompen la clase” sólo alimenta una dinámica de atomización de las luchas y no suma en colectivo.

Nos enfrentamos a un monstruo de mil cabezas, y difícilmente saldremos de ésta con un único discurso y práctica de lucha. Va a hacer falta un diálogo amplio y una escucha atenta a las diferentes manifestaciones de violencia de estas cabezas. La unidad de lucha que aspiramos sin duda pasará por tener en cuenta la diversidad.

FUENTE: 
Pastora Filigrana García 
08/08/2018

13/8/18

CONTRATO LABORAL


LA SUPERVIVIENCIA DE LOS MÁS RICOS...

... y cómo traman abandonar el barco


Para los multimillonarios, el futuro de la tecnología consiste en su capacidad de huida. El objetivo es trascender la condición humana y protegerse del cambio climático, los grandes flujos migratorios, las pandemias globales...

Diseño interior y exterior del 'toro de Stanford', un proyecto de la NASA 
que proporcionaría una vivienda fija a entre 10.000 y 140.000 personas. 
Donald E. Davis (Wikimedia)

El año pasado me invitaron a dar una charla en un resort de superlujo ante un público que suponía integrado por unos cien banqueros de inversión. Nunca antes se me había ofrecido tanto dinero para dar una charla –la mitad de lo que gano en un año como profesor– y todo por intentar arrojar algo de luz sobre “el futuro de la tecnología”.

Nunca me ha gustado hablar sobre el futuro. Los actos en formato pregunta y respuesta tienden a acabar siendo como una especie de juego de salón en el que se me pide opinar sobre la última palabra tecnológica de moda como si fueran indicadores para potenciales inversiones: cadena de bloques, impresión 3D o CRISPR.

Rara vez tiene el público un interés real en aprender acerca de las nuevas tecnologías ni sobre su potencial impacto, más allá de poder discernir entre invertir o no en ellas. Pero el dinero es lo primero, así que acepté el bolo.

Impresora 3D

A mi llegada, pensé que me conducirían hasta el camerino, pero en lugar de colocarme un micrófono o llevarme hasta el escenario, me dejaron sentado ante una mesa redonda e hicieron pasar a mi audiencia: cinco tipos súper ricos (sí, todos ellos varones), y de las altas esferas en el mundo de los hedge funds.

Después de intercambiar unas breves palabras no tardé en advertir que tenían nulo interés en los contenidos que me había preparado sobre el futuro de la tecnología.

Venían con su propia batería de preguntas preparada. Empezaron planteando cuestiones bastante inocuas tales como ¿Ethereum o bitcoin? ¿Es real la computación cuántica? Sin embargo, sin prisa pero sin pausa, fueron escorando sus preguntas hacia los temas que verdaderamente les preocupaban.

Bitcoin - Ethereum

¿Qué región se vería menos afectada por la crisis provocada por el cambio climático, Nueva Zelanda o Alaska? ¿Realmente Google está construyéndole a Ray Kurzweil un hogar para albergar su mente? ¿Logrará su conciencia sobrevivir a la transición, o por el contrario perecerá y renacerá una completamente nueva? 

Y, por último, un director general de una agencia de bolsa comentaba que estaba a punto de terminar de construirse un búnker y lanzó la pregunta:“¿Cómo conseguiré imponer mi autoridad sobre mi guardia de seguridad después del acontecimiento?”.

El acontecimiento. Este era el eufemismo que empleaban para el colapso medioambiental, la agitación social, la explosión nuclear, la propagación imparable de un virus o el momento en que el hacker Mr. Robot acabe con todo.


Esta fue la cuestión que nos mantuvo ocupados durante toda la hora restante. Eran conscientes de que necesitarían vigilantes armados para proteger sus instalaciones de las masas encolerizadas. ¿Pero, con qué iban a pagarles cuando el dinero ya no valiera nada? ¿Y qué impediría a su guardia armada elegir a su propio líder?

Estos multimillonarios barajaban recurrir a cerraduras de combinación especiales para proteger el abastecimiento de alimentos, que sólo ellos controlarían. O poner a sus vigilantes algún tipo de collar disciplinario a cambio de su propia supervivencia. E incluso, crear robots capaces de servir como guardias o trabajadores, si es que daba tiempo a desarrollar la tecnología necesaria.

Fue en ese punto cuando me di cuenta de que al menos para estos caballeros, esos eran los temas que pretendían escuchar en una charla sobre el futuro de la tecnología. Siguiendo el ejemplo de Elon Musk y su colonización de Marte, o del envejecimiento revertido de Peter Thiel o del proyecto de Sam Altman y Ray Kurzweil de subir sus mentes a supercomputadoras, se preparaban para un futuro digital que tenía bastante más que ver con la intención de trascender la condición humana y protegerse del peligro real y presente del cambio climático, el aumento de los niveles del mar, los grandes flujos migratorios, las pandemias globales, el pánico nacionalista o el agotamiento de los recursos que con la construcción de un mundo mejor. Para ellos, el futuro de la tecnología en realidad consiste en una cosa: la capacidad de huida.

Interior de un búnker de super lujo

No es que haya nada de malo en las valoraciones súper optimistas sobre los beneficios de la tecnología para las sociedades humanas. Es que la actual tendencia hacia una utopía posthumana es algo muy distinto, que tiene más que ver con una cruzada para trascender todo lo humano: el cuerpo, la interdependencia, la compasión, la vulnerabilidad y la complejidad que con cómo imaginar la gran migración de la humanidad hacia un nuevo estado existencial.

Los filósofos de la tecnología llevan advirtiéndolo varios años: la visión transhumanista reduce con demasiada facilidad toda la realidad a los datos, y concluye que “los seres humanos no son más que objetos procesadores de información".

Es la reducción de la evolución humana a un videojuego en el que alguien gana la partida al encontrar la ventanilla de salida, dejando que se unan al viaje algunos de sus mejores amigos. ¿Musk, Bezos, Thiel… Zuckerberg? Estos multimillonarios son los presuntos ganadores de la partida de la economía digital, vamos, más de lo mismo según la lógica empresarial de la supervivencia de los más aptos y que, para empezar, es la misma que alimenta toda estas especulaciones.

Transhumanismo

Obviamente, las cosas no siempre han sido así. A principios de los años noventa, durante un breve espacio de tiempo, el futuro digital ofrecía un final abierto a nuestra imaginación. La tecnología era como un patio de recreo que permitió a la contracultura crear un futuro más inclusivo, distributivo y pro humano. Sin embargo, los intereses económicos establecidos sólo veían en ella un nuevo nicho para la extracción de beneficios de toda la vida y demasiados tecnólogos fueron seducidos por las empresas unicornio.

Los escenarios del futuro digital pasaron a ser más como los futuros sobre acciones o los futuros de algodón, un nicho ideal para hacer predicciones y apuestas. De modo que, la relevancia de cada discurso, artículo, estudio, documental o papel en blanco solo dependía de que apuntara a un indicador bursátil. El futuro se convirtió no tanto en algo en lo que influyen las opciones por las que apostamos hoy, o nuestras esperanzas para la humanidad de mañana sino en un escenario al que estamos predestinados y sobre el que apostamos con nuestro capital de riesgo, pero al que llegamos sin más capacidad de acción.

Este enfoque permite a todo el mundo librarse de cualquier implicación moral de sus actividades. El desarrollo tecnológico tenía que ver cada vez más con la supervivencia individual que con una perspectiva de mejora colectiva. Y, lo que es aún peor, como pude comprobar, cualquier comentario de advertencia en este sentido te convertía a tu pesar en un enemigo del mercado o en un tecnófobo gruñón.


De modo que la mayor parte de los académicos, periodistas y escritores de ciencia ficción en lugar de detenerse en la dimensión ética del empobrecimiento y la explotación de la mayoría por parte de unos pocos, optaron por plantearse problemas más abstractos y elaborados: 

¿Es justo que los agentes de bolsa utilicen drogas de diseño? ¿Debería estar permitido poner implantes a los niños para que aprendan idiomas? ¿Queremos que los vehículos autónomos prioricen la vida de los peatones por encima de la de los pasajeros? ¿Las primeras colonias de Marte deberían regirse por un sistema democrático? ¿Si cambio mi ADN estoy debilitando mi identidad? ¿Deben de tener derechos los robots?

Por muy entretenido que resulte en términos filosóficos plantearnos este tipo de cuestiones, lo cierto es que no contribuye demasiado a lidiar con las verdaderas disyuntivas morales que plantea el desarrollo tecnológico desatado en nombre del capitalismo corporativo. Las plataformas digitales han logrado convertir un mercado ya de por sí explotador y extractor (véase Walmart), en una versión del mismo aún más deshumanizante (véase Amazon). La mayor parte de nosotros ya fuimos conscientes de los inconvenientes que plantea la automatización de los trabajos, la gig economy y la desaparición del comercio local.


Pero el desarrollo a toda velocidad del capitalismo digital tiene un impacto devastador sobre el medioambiente y la población más pobre a escala global. Las redes de trabajo en condiciones de esclavitud están detrás de la fabricación de algunos de nuestros ordenadores y smartphones.

Estas prácticas están tan profundamente arraigadas que en una ocasión una compañía llamada Fairphone, fundada desde la base con la intención de fabricar y comercializar teléfonos éticos, acabó concluyendo que era imposible. (Por desgracia, el fundador de la compañía se refiere a sus productos ahora como teléfonos “más justos”.)

Mientras tanto, la extracción de metales preciosos y los residuos que generan nuestros dispositivos de alta tecnología digital destruyen los hábitats humanos, que son sustituidos por vertederos tóxicos que acaban siendo recogidos por niños campesinos y sus familias, que vuelven a vender los materiales reutilizables a los fabricantes.


“Ojos que no ven corazón que no siente”, pero la externalización de la pobreza y del veneno no desaparece por el mero hecho de que nos pongamos unas gafas de tres dimensiones y nos sumerjamos en una realidad alternativa. Cuanto más ignoremos las repercusiones sociales, económicas y medioambientales, más problemáticas se tornarán estas. A su vez, esta situación genera una dinámica de mayor repliegue, aislamiento y fantasías apocalípticas, a la par que la necesidad de inventar desesperadamente más tecnología y planes de negocio. El ciclo se retroalimenta a sí mismo.

Cuanto más comulgamos con esta interpretación del mundo, más tendemos a ver al ser humano como parte del problema y a la tecnología como una solución al mismo. La propia esencia de la condición humana se considera cada vez menos como un rasgo definitorio y más como un virus.

Las nuevas tecnologías se consideran como algo neutro, obviándose el sesgo que encierran. Así, los malos hábitos que inducen en nosotros no son más que un mero reflejo de la corrupción de nuestra propia esencia. Como si la culpa de nuestros problemas radicara de alguna forma en nuestro salvajismo innato. Igual que la ineficacia del sector del taxi se “soluciona” mediante una aplicación que arruina a los conductores humanos, las molestas inconsistencias de la psique humana se pueden corregir mediante una versión mejorada digital o genética.


En último término, de acuerdo a la ortodoxia de la tecnología que todo lo resuelve, el clímax del futuro de la humanidad llegará con la capacidad de subir nuestra conciencia a un ordenador o, quizá mejor aún, aceptar que la propia tecnología es nuestro sucesor lógico evolutivo. Ansiamos entrar en la siguiente fase trascendente de nuestra evolución, como si fuéramos miembros de un culto gnóstico, mudando de cuerpo y dejando el viejo tras nosotros, junto con nuestros pecados y pesares.

Las películas y series de televisión se encargan de la representación de estas fantasías. Las series de zombis nos muestran un mundo post apocalíptico en el que la gente no es mucho mejor que los muertos vivientes, y parece ser consciente de ello. Y, lo que es aún peor, invitan a los espectadores a imaginarse el futuro como una batalla de suma cero entre los pocos humanos que quedan, en la cual la supervivencia de un grupo depende de la destrucción del otro. Incluso la segunda temporada de Westworld, basada en una novela de ciencia ficción en la que los robots corren por ahí enloquecidos, termina con una revelación final: los humanos somos más simples y predecibles que las inteligencias artificiales que nosotros mismos hemos creado.

Los robots aprenden que cada uno de nosotros puede ser reducido a unas pocas líneas de código y que somos incapaces de elegir deliberadamente. Qué demonios, hasta los robots de la serie quieren trascender los límites de sus cuerpos y pasar el resto de sus vidas en una simulación de ordenador.


Semejante intercambio de roles entre los humanos y las máquinas requiere una gimnasia mental que parte de la presunción implícita de que los humanos dejamos bastante que desear. O bien los cambiamos o bien nos alejamos de ellos para siempre. Así, los tecnomultimillonarios lanzan coches eléctricos al espacio, como si esto simbolizara algo más que la capacidad de un multimillonario de hacer un poco de promoción corporativa.

Y, si algunos pocos logran escapar a velocidad de vértigo y sobrevivir de alguna forma en una burbuja en Marte –a pesar de nuestra incapacidad para lograr generar una burbuja similar aquí en la Tierra, tal y como se demostró en las dos pruebas de la biosfera, que costaron miles de millones- será más bien porque la élite se ha provisto de un bote salvavidas, pero no garantizará a la diáspora humana una oportunidad de supervivencia.

Cuando los hedge funders me preguntaron cómo podrían ejercer su autoridad sobre las fuerzas de seguridad después de “el acontecimiento”, sugerí que la mejor apuesta sería empezar a tratarles muy bien desde ya. Entablar relación con ellos como si fueran miembros de su propia familia. Y cuanto más impregnaran sus prácticas empresariales, su gestión de la cadena de suministros, sus esfuerzos por contribuir a la sostenibilidad y la distribución de la riqueza de este ethos de inclusividad, menos probable sería, para empezar, que se produjera un “acontecimiento” de estas características. Toda esa magia tecnológica podría empezar a aplicarse desde hoy mismo a unos intereses quizá menos románticos pero sí más colectivos.


Mi optimismo les hacía gracia pero en ningún momento me lo compraron. No tenían ningún interés en evitar la desgracia; están convencidos de que ya no hay tiempo para ello. Por mucho poder y riqueza que acumulen, no se creen capaces de influir en el futuro.

Sencillamente, se limitan a aceptar el más oscuro de los escenarios y a reunir la mayor cantidad de dinero y tecnología que les permita aislarse, sobre todo si se quedan sin sitio en el cohete rumbo a Marte.

Por suerte, aquellos de nosotros que no disponemos de los fondos suficientes como para renegar de nuestra propia humanidad, disponemos de un buen número de opciones mucho mejores. Ni siquiera tenemos que utilizar la tecnología de una forma tan antisocial y atomizada.


Basta con que no nos convirtamos en los consumidores y perfiles individuales que quieren nuestros dispositivos y plataformas, y podemos recordar que el ser humano verdaderamente evolucionado no opta por una salida individual.

La condición humana no tiene que ver con la supervivencia o escapatoria individual. Es un deporte de equipo. Cualquiera que sea el futuro que aguarda a la humanidad, nos afectará a todos.

FUENTE: ctxt.es
Douglass Rushkoff 
01/08/2018

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Douglass Rushkoff es autor del libro de próxima publicación Team Human (W. W. Norton, enero de 2019) y host del podcast TeamHuman.fm. 
Este artículo se publicó originalmente en Medium.
Traducción de Olga Abasolo.