Billy el Niño, mientras torturaba a Lidia Falcón: "Ya no parirás más, puta"
La política y escritora feminista se
adhiere a la Querella Argentina con una denuncia en la que describe las
torturas sufridas en la Dirección General de Seguridad.
Lidia Falcón fue torturada hasta la saciedad en el otoño de 1974. Fue golpeada, insultada y humillada. Pero no sólo en prisión. También en los medios de comunicación del régimen. El diario ABC no dudó en publicar su foto en portada y relacionarla con el atentado que ETA había cometido en la cafetería Rolando de la calle del Correo,
muy cerca de la Puerta del Sol, el 13 de septiembre de 1974. Falcón no
tenía nada que ver con aquella masacre. Pero para la Policía, para el
régimen y para sus adeptos todo daba igual. Fue detenida en Barcelona y
trasladada a Madrid tres días después del atentado. Llegó a pensar que
no saldría de la cárcel. Que la matarían antes. Franco estaba a punto de
morir y el odio de su Brigada Político y Social andaba suelto por todos
los rincones del Estado. Tortura hoy que mañana ya no se podrá, debieron pensar.
La abogada, escritora, y fundadora del Partido Feminista ha tardado 40 años en recuperar aquel dramático episodio de su vida. Aquellos nueve meses que pasó en prisión y los nueve días que sufrió los interrogatorios de Billy el Niño y Roberto Conesa (fallecido en 1994). Lo ha mantenido oculto, en la medida de lo posible, no sabe muy bien por qué, dice. Cada víctima maneja como puede el trauma de la tortura. Cada persona tiene un mecanismo de defensa. El silencio y el disimulo fue el método elegido por Falcón.
La abogada, escritora, y fundadora del Partido Feminista ha tardado 40 años en recuperar aquel dramático episodio de su vida. Aquellos nueve meses que pasó en prisión y los nueve días que sufrió los interrogatorios de Billy el Niño y Roberto Conesa (fallecido en 1994). Lo ha mantenido oculto, en la medida de lo posible, no sabe muy bien por qué, dice. Cada víctima maneja como puede el trauma de la tortura. Cada persona tiene un mecanismo de defensa. El silencio y el disimulo fue el método elegido por Falcón.
"Me detuvieron hasta siete veces en 1960 y 1974, pero
lo que viví durante aquella detención no lo he contado a nadie. Ni a
mis hijos. ¿Por qué? No lo sé. Tendré que hacerme un psicoanálisis, no lo sé", relata a Público Lidia
Falcón, que señala que finalmente se ha decidido a dar el paso y
presentar la denuncia para "ayudar a los compañeros que tanto esfuerzo
están realizando para terminar con la impunidad del franquismo".
Nueve días en la DGS
El 16 de septiembre de 1974, tres días después del atentado de ETA, la Brigada Político Social (BPS) acudió al despacho de Lidia Falcón para detenerla y trasladarla a Madrid acusada de participar en el atentado realizado con una carga explosiva en la Cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid, lugar frecuentado por policías de la BPS de Madrid. No tenían pruebas. Probablemente, incluso conocían que Falcón no estaba implicada. Pero daba igual. La subieron a un coche y la trasladaron a Madrid. También a su hija y a su compañero, Eliseo Bayo. No la dejaron ni ir al baño en las 12 horas del viaje.
Antigua sede de la Dirección General de Seguridad
El 16 de septiembre de 1974, tres días después del atentado de ETA, la Brigada Político Social (BPS) acudió al despacho de Lidia Falcón para detenerla y trasladarla a Madrid acusada de participar en el atentado realizado con una carga explosiva en la Cafetería Rolando de la calle del Correo de Madrid, lugar frecuentado por policías de la BPS de Madrid. No tenían pruebas. Probablemente, incluso conocían que Falcón no estaba implicada. Pero daba igual. La subieron a un coche y la trasladaron a Madrid. También a su hija y a su compañero, Eliseo Bayo. No la dejaron ni ir al baño en las 12 horas del viaje.
Lo peor, obviamente, estaba por llegar. Falcón pasó nueve días en aquellas dependencias del terror franquista. "Allí tiraron a Grimau por la ventana.
Han torturado hasta inutilizar. Una piensa que es posible que no lo
cuente, que no salga", relata Falcón frente a la Embajada de Argentina
en Madrid, único rayo de esperanza para acabar con el escudo de la
impunidad franquista. "Estaban rabiosos y deseosos de venganza. No hay que olvidar que acababan de morir 13 policías y había 84 heridos", prosigue Falcón.
Un
médico la auscultó nada más llegar. "¿Padece usted alguna afección?",
le preguntó. "Acabo de sufrir una hepatitis", respondió la mujer. Billy del Niño y Conesa ya tenían el blanco perfecto para destrozar a su víctima:
"Me golpeaban en el estómago y en el hígado sobre todo y me tiraban de
los brazos que parecía que se salían". Así durante tres días. Sin
dormir, ni comer, ni beber. Entre golpe y golpe, además, le hablaban de
su hija. "Está en los calabozos. Quizá se eche novio", le dijo un
policía.
Pasados las 72 horas del plazo de
detención, se personó en la celda donde estaba presa la denunciante el
juez instructor, el comandante del Juzgado Militar nº 1 de Jueces y
Oficiales de Madrid, y después de un largo interrogatorio, Falcón firmó
una declaración en la que no reconocía su participación en el atentado
ni relación alguna con los terroristas. "Me llegó a preguntar que cual
era la implicación de la CIA en el atentado", rememora Lidia Falcón, que
describe cómo el juez se daba golpes en el pecho mientras exclamaba: "No acepto traiciones a este uniforme".
Después el oficial se fue y la dejaron nuevamente en
su celda. Y al día siguiente Billy el Niño y Conesa volvieron a por
ella. La colgaron con dos pares de esposas a dos ganchos que estaban en
el techo, pero las muñecas de Falcón eran demasiado pequeñas. Sus 50
kilos de peso no daban para llenar aquellas esposas. Falcón caía una y otra vez. Finalmente, la ataron con cuerdas y comenzaron a propinarle nuevos puñetazos en abdomen, estómago e hígado.
"¿Recuerda alguna frase que le dijera Billy el Niño durante el interrogatorio?", le pregunta el periodista. "Sí. Claro. Hay una que no se me olvidará. Nunca. Mientras me golpeaba en el estómago me dijo: 'Ahora ya no parirás más, puta'", responde Falcón, que recuerda que tras aquellos interrogatorios ha tenido que operarse hasta cinco veces para tratar de paliar las consecuencias de aquellas torturas en hombros, estómago y matriz.
Antonio González Pacheco, alias "Billy el Niño" en la actualidad
Como otras víctimas de Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño, Falcón recuerda bien aquella cara. Esos ojos que chispean ante el dolor ajeno, que disfrutan infundiendo terror y ejerciendo la superioridad que otorga tener a la víctima atada y vía libre para torturar. "Era un sádico. Le gustaba. Se veía que disfrutaba de esos momentos", prosigue Falcón, que reconoce que en la mayor parte de las sesiones terminaba perdiendo el conocimiento.
Cuando de desmayaba la desataban y la tendían en el
suelo. La despertaban con un cubo de agua. Después el médico la
reconocía, miraba el blanco de los ojos y le tomaba la tensión. "Dejénla descansar",
solía recomendar. Ella quedaba en el suelo, mojada, durante horas,
hasta que la bajaban a la celda. Al día siguiente, las torturas
continuaban. Al sexto día los torturadores no pudieron seguir con las
mismas sesiones. Ya no podían colgarla de la pared porque perdía el
conocimiento rápidamente a causa. Entonces, cuando despertaba, seguía
recibiendo puñetazos y patadas tirada en el suelo.
Pacto de silencio
Al noveno día la trasladaron a la Prisión de Mujeres de Yeserías en Madrid. Tenía rotos los tendones supraespinosos de los dos brazos y rasgados la matriz y los músculos del abdomen. Estuvo nueve meses en aquella prisión. Hasta el 11 de junio de 1975 cuando le concedieron la libertad provisional bajo la fianza de 30.000 pesetas. A pesar de estar acusada, nunca fue juzgada. De hecho, nadie fue juzgado por aquel atentado de ETA. Ni ella, ni los otros 21 procesados.
Falcón acudió años más tarde al Archivo Histórico a buscar aquellos expedientes. El de esta estancia en prisión, la anterior y las siete detenciones. No existían. Su nombre sólo aparece en documento que recoge una conversación mantenida por dos policías. "Todo ha sido eliminado. Es parte del pacto de silencio de la Transición. Todo aquello queda atrás. No hay culpables. No hay condenados. No hay investigaciones. España es un país único y el bipartidismo tiene gran parte de la culpa", sentencia Falcón.
Alejandro Torrús
26/02/2015
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