Se ha muerto Blas Piñar. Disculpad cierta tristeza. Cuando yo era niño, mi padre me ponía en el coche cintas de Blas Piñar. Nos hacía escuchar en la casette los discursos de Blas Piñar. No es broma. Eso pasaba.
-¡Españoles!
Es lo único que recuerdo del entramado intelectual de aquellos discursos extravagantes y muy gritados.
-¡Españoles!
Y yo creo que es bastante recordar.
La primera vez que entrevisté a Blas Piñar, se lo conté. Lo de la casette de mi padre. Se rió algo. Y las varias veces que volví a entrevistar a Blas Piñar tras algún suceso, cuando algún neonazi destripaba a un chaval o alguna otra menudencia fascista, yo siempre me identificaba antes: “No sé si se acuerda de mí. Soy el periodista que escuchaba sus discursos en la casete del coche de mi padre. Quería preguntarle por lo del chaval destripado, si tiene un minuto”. Y Blas Piñar se acordaba de mí, arma al brazo y en lo alto las estrellas. Y me daba la entrevista.
Comprended, compañeros y compañeras, mi nostalgia de Blas Piñar.
El fascismo de antaño, con su verbo claro y su garrote vil, aquilataba más encanto que el de hogaño. No tengáis la politología de negarme la evidencia. Ahora los fascistas disimulan tanto que ya ni dan golpes de estado ni se follan a la servidumbre salvo en contadísimas excepciones, lo que dice poco en favor de la hombría o la feminidad de la derecha nueva.
- ¡Que se jodan! -dijo Andrea Fabra.
- ¡Que se vayan a tomar por el culo! -dijo De Guindos.
Todo de boquilla.
Blas Piñar hubiera sido mucho más elegante. Y a micrófono descalzonado. Y nos hubiera jodido con mucha menos insinceridad. Comprended que lo añore un poco. Era una derecha a la que nos podíamos enfrentar como héroes. Ésta solo nos concede combatirla como mártires. Blas Piñar ha muerto y yo estoy triste. Descanse, y mucho rato, en paz.
FUENTE: Público.es
Rosa y Espinas
Aníbal Malvar
29/01/2014
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