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2/8/15

LA PROFESIONALIZACIÓN DE LAS FUERZAS ARMADAS

La estafa de la profesionalización de las Fuerza Armadas

¿Son modernas nuestras Fuerzas Armadas?


Es curioso leer los discursos de los generales y las altas autoridades que resaltan de forma permanente la figura del soldado. No es difíciles escuchar que el soldado es el elemento fundamental de las Fuerzas Armadas (o los guardias civiles de la Guardia Civil), ni tampoco lo es que un periodista o cualquiera en general repita sin cesar que las Fuerzas Armadas se han modernizado por el mero hecho de no ser potencialmente golpistas. Lo hacen como si una mentira repetida miles de veces terminase convirtiéndose en realidad, y al final, lo han conseguido.

El problema es que las Fuerzas Armadas no son modernas, no son profesionales, no son democráticas y si no son golpistas es porque ello ya no es acorde con los tiempos. Tiene más que ver con que  recibiría la repulsa y la condena generalizada y con el sentimiento interior de los altos mandos, en los que sigue ocurriendo lo mismo que magistralmente relataba Javier Cercas en su relato del 23F (Anatomía de un instante), cuando los capitanes generales de las regiones militares no se movieron no por ganas, no porque no creyesen en el golpe, sino porque se arriesgaban a perder todo lo que habían conseguido.


Hoy, las ganas de actuar contra Podemos o contra Cataluña han quedado ampliamente documentadas por boca de los propios altos mandos, aunque sea cuando pasan a la reserva, ya que como explicaba el ex ministro José Bono en sus memorias, en activo no tienen agallas para jugarse un céntimo de su salario. Pero que no se tome una acción no significa que no se quiera o se desee tomar o, incluso, que no se desee recibir la orden de desarrollarla.

Por tanto, son muchos los ciudadanos que piensan que las Fuerzas Armadas son profesionales por la supresión del servicio militar obligatorio y por lo modernos que son algunos carros de combate (aunque no sepan que muchos ni funcionan o no hay dinero para pagar el combustible). A esa idea contribuye que las Fuerzas Armadas no permanezcan aisladas y participen en misiones internacionales, lo que parece dotarlas de modernidad.

¿Cuál es la realidad? 


La realidad es que hace casi quince años se bajaron los coeficientes intelectuales porque alguien decidió que para soldado valía cualquiera, sólo se necesitaba alguien que cumpliese las órdenes. Esto nos da una idea de la concepción que los mandos tienen de los soldados.

A día de hoy, los soldados ganan poco, son tratados con desprecio en muchas ocasiones y tienen unas condiciones de trabajo precarias.

Costumbres tan peregrinas como tener hijos o caer enfermos se pueden convertir en la tumba de cualquier soldado, aunque hayan tenido un expediente impecable durante años o décadas. Su futuro, una vez que topan con el sistema, es la picadora de carne: arrestos, persecuciones, expulsiones, etc.

Los militares, ya casi ni morirse pueden


Por desgracia, tal y como podemos ver con el trato que se da las familias de los fallecidos en Hoyo de Manzanares, a las que han dejado sin indemnización, ni morirse puede uno, al menos con cierta decencia y un trato digno.

Ni que decir tienen que los soldados carecen de los mínimos derechos jurídicos o las necesarias garantías laborales que les permitan desarrollar su trabajo de forma profesional.

¿Son profesionales nuestros soldados?


Si tan profesionales son, ¿por qué se les expulsa sin ningún escrúpulo?

Si de verdad tenemos unos militares profesionales de gran valía, ¿por qué no tienen un contrato laboral permanente?

Si son tan valiosos, ¿por qué se han expulsado a 10.000 en los últimos cinco años al tiempo que se han convocado unas 2.000 plazas?

Si el soldado es un militar profesional de gran valía, es difícil comprender que se le trate como a un peón que se elimina y sustituye sin el mayor problema por otro.

¿Es necesario profesionalizar a los soldados? 


Es más que necesario, es una obligación de todos. Necesitamos mejorar las condiciones laborales de los soldados: aumentar sus sueldos, terminar con su precariedad laboral y su temporalidad, dotarles de los necesarios derechos laborales como una verdadera conciliación familiar o ayudas a madres solteras, permitirles que hagan uso de la libertad de expresión para denunciar aquellas irregularidades de las que sean conocedores, etc.

¿Qué hay que pedirles a cambio?


Creo que es evidente que una persona a la que se le da un arma debe ser una persona formada en derecho internacional, derechos humanos, historia, geopolítica y otras materias. No es suficiente con saber apretar el gatillo, hay que tener muchos más conocimientos. Tenemos a extraordinarios militares a los que podemos y debemos exigirles más, lo cual no implica que no existan, como en todos los colectivos, personas incompetentes o no aptas.

Los soldados no saben porque están concebidos para un ejército en el que tienen prohibido pensar, solo obedecer. Esa fue de las primeras lecciones que como soldado (lo fui durante tres años). Ese concepto no creo que tenga mucha relación con la profesionalización, más bien al contrario.

La realidad es que los soldados que no piensan son para los ejércitos de las dictaduras y se supone que nuestro ejército ya no tiene nada que ver con algo parecido. Si nuestro ejército es profesional y se ha modernizado, ¿por qué trata a los soldados como reclutas con contrato?

¿Condiciona algo que los soldados estén o no formados, tengan o no derechos laborales y piensen o no…?


¡Mucho!

En los últimos años hay soldados que han cumplido a rajatabla las órdenes impuestas, fuesen las que fuesen, por temor a perder sus trabajos, por desconocimiento, por las represalias que han sufrido o que podían sufrir.

Así, hay soldados que han apaleado a prisioneros, otros han acarreado ladrillos para que un teniente coronel se edifique un chalé, otros han visto facturas faltas, cajas b y cientos de miles de historias similares.


Si un soldado tuviera la necesaria seguridad laboral y el imprescindible conocimiento en materia de derecho podría mudar su condición de compinche involuntario a denunciante concienciado. Todo ello supondría ahorrar millones de euros a los ciudadanos y un buen respiro para los soldados.

Es necesario cambiar, por tanto, esa visión de soldado-máquina: un médico o un bombero son profesionales con gran vocación que no están dispuestos a cualquier cosa, sino que tienen una formación que les permite tomar, o intentar tomar, la mejor decisión en cada momento.

¿Qué pasa con los antimilitaristas o los que piensan que las Fuerzas Armadas son innecesarios o han sido elementos de represión?


Me parece bien el debate sobre el antimilitarismo porque en una sociedad democrática deben tener cabida todas las opiniones. De hecho, creo que un militar puede ejercer su condición mejor desde una posición antibelicista, más crítica, que desde una posición de ardorosa entrega, más dispuesto a lo que le manden, sea lo que sea.

Respetándolo, pienso que es un debate que no debe enturbiar la necesidad de modernizar a los militares. Una cuestión es tener un ejército moderno y otra muy distinta es el uso que se haga de él, la necesidad de eliminar el artículo octavo de la Constitución que las convierte en garantes de la “integridad territorial, la soberanía o la independencia” o que sea necesario que las intervenciones militares se aprueben mediante un referéndum y, por ello, se redacte un nuevo artículo constitucional al respecto.

Mientras llegan todos estos cambios, necesarios e imprescindibles, mientras conseguimos externalizar la justicia militar o que exista transparencia en el gasto militar, no está demás que nuestros soldados sean verdaderos profesionales cuya formación les permita en un momento dado decir no a una orden ilegítima y hacerlo desde la convicción de la razón, el conocimiento de los derechos humanos e internacionales y la seguridad de que dicha negativa no va a suponer su despido.



Si no queremos que cualquiera coja un bisturí y nos opere, no deberíamos querer que cualquiera coja un fusil, sobre todo porque quizás sea más peligroso lo segundo que lo primero.

El problema es que tengo la sensación de que los políticos se conforman con contentar a los generales y éstos con reproducirse como hongos y los primeros con vender armas y acudir a guerras y los segundos con las puertas giratorias y los primeros también y… Aquí “café para todos” y la factura para los ciudadanos…

FUENTE: publico.es
Un paso al frente
Teniente Luis Gonzalo Segura
30 jul 2015

15/11/14

LOS SOLDADOS NO SON PERROS...

Los soldados no son perros ni los tenientes-coroneles, marqueses

La situación en las Fuerzas Armadas se está convirtiendo en insoportable debido a la mentalidad feudal de los encargados de dirigirlas. Si casi todas las semanas tenemos que desayunar con varias noticias que nos ponen los pelos de punta –por incomprensibles dada la situación de colapso económico y endeudamiento del ministerio de Defensa-, como son los gastos en mejora de regadío de campos de golf o los 10.000 millones de euros en nuevas compras de armamento. En cambio, los que dan su vida por lo que aman no tienen mejor desayuno que el de servir propiamente a su país. Porque lo que es el desayuno…

Aquí podemos ver las fotografías que nos mandan miembros de una unidad de Infantería de Marina en la que se pueden ver gusanos o moho en las latas de comida, las cuales pertenecen a las raciones de alimentación de las Fuerzas Armadas y se puede observar que caducan este mismo mes de noviembre.

la foto 1la foto 2 
 
“Nos dan la comida caducada o a punto de caducar, con moho y con gusanos… pero llevamos 41 días de maniobras desde septiembre y casi sin parar desde junio”. Este tipo de hechos son difíciles de comprender para aquellos que sean ajenos al mundo militar y por eso los infantes lo aclaran: “nos dan comida caducada porque así pueden canjearla a coste cero como si se hubiera tirado pero nos cobran 22 euros al día por la comida”. Denuncian que nadie sabe dónde va ese dinero que les cobran. Por el contrario, los soldados reciben ahora el mismo dinero (unos noventa euros) por 40 días de maniobras que antes de la crisis por 5, debido a “diversas triquiñuelas” que tampoco conocen ni comprenden.
la foto_3Otros militares nos envían fotos de comida por la que les cobran unos seis euros, cada uno que juzgue si lo que aparece en la imagen vale seis euros o no…

La situación para ellos –entiendo que para cualquiera-, es escandalosa y lo peor es que el mayor problema para la cúpula militar no es que los soldados sean tratados de forma infame e indigna, sino que se sepa públicamente. Por ello intentarán cerrar este blog sea como sea o desprestigiar al que, entrada tras entrada, informa sobre las duras condiciones de la vida militar…

Estos infantes se quejan también del bajo número de efectivos que son, del asfixiante ritmo que llevan (maniobras, guardias o jornadas prolongadas que no se les pagan) o que se producen otras irregularidades como tiendas de campaña en mal estado que les han obligado a dormir al aire libre. No comprenden que siendo soldados de élite se les trate de esta forma.

En este tétrico panorama, el JEME D. Jaime Domínguez Buj explicaba por carta que el mundo militar es maravilloso o algo parecido y de paso venía a decir que todo lo que se cuenta de las Fuerzas Armadas -lo negativo- es falso. En ella, ni corto ni perezoso, afirmaba que si “sois testigos de alguna actitud que no responda a lo que de nosotros se espera, os animo a que utilicéis los cauces de los que el Ejército siempre ha dispuesto, en la seguridad de que inmediatamente será investigada para corregirla y, si corresponde, sancionar a su autor”. Supongo que no se referirá a cuando el Teniente Coronel Ayuso llamó bastarda a la Constitución o renegó del Rey (sin una triste falta leve) ni al teniente coronel absuelto por gastarse 92.000 euros en reformar su pabellón

58 Hablando de pabellones, se ve que es una costumbre muy militar esa de llegar como nuevo jefe a un destino y redecorar tu vida a lo IKEA. Además, mola mucho. De redecorar viviendas saben mucho los componentes de la Unidad Militar de Emergencias (UME) de Valencia, ya que realizan unas tareas que no consideran adecuadas a lo que se supone de ellos. “Acaban de nombrar a un teniente coronel jefe del batallón y nos tienen trabajando de obreros y reformándole el chalet que le han asignado”. Tal es la situación que nos han enviado fotos al respecto (como las que se pueden ver aquí), para que se vean a los vehículos militares trabajando en el chalet. No terminan de comprenderlo y se sienten frustrados porque estos comportamientos están a la orden del día y la mayoría de los militares son personas honradas.

Eso sí, me cuentan que el chalet está quedando muy bonito… Unos veinte soldados han estado trabajando en la vivienda del teniente coronel, para lo que han utilizado maquinaria del batallón (excavadoras, grupos electrógenos, etc.). Cuentan que le construyen una pérgola, le cambian las tuberías, le arreglan la cisterna, etc. Por si fuera poco, su oficina también la están remodelando ya que están forrando las paredes a media altura de madera, cambiando de muebles, etc. Lo delirante es que esto se produzca cada tres años que se cambia de jefe de batallón y que seamos muchos los que lo hayamos visto.


En mi mente –poco maravillosa-, no termina de entrar el motivo por el que soldados de una unidad trabajan en el chalet de su jefe (tanto que espero que no sea así y haya una explicación razonable), ya que si tales obras han sido autorizadas, entiendo que existirá una partida presupuestaria para las mismas, una empresa adjudicataria y no será necesario que los soldados se dediquen a tales menesteres. Sobre todo, porque se trata de zapadores, pertenecientes al arma de Ingenieros y, por lo poco que he conocido las Fuerzas Armadas, entre sus cometidos no está el diseño interior ni la albañilería o fontanería, como entre el resto de especialidades no está el coger un plumero, una escoba y una fregona cuando ya no queda dinero para pagar la contrata de limpieza o ésta no paga a sus trabajadores/as, motivo este último por el que el ministerio de Defensa ha sido denunciado recientemente.

Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo

Sé que puede resultar muy atrevido por mi parte, pero creo que ha llegado el momento de detener esta infamia, tratar a los soldados de una forma digna, que no es de otra manera que como a cualquier profesional, otorgarle la posibilidad de tener sindicatos (se ha publicado hace pocos días una sentencia favorable en este sentido del Tribunal Europeo de Derechos Humanos o TEDH), concederle la libertad de expresión (que el TEDH ya ha concedido a los militares en sentencias del año 1994 y anteriores) y dotarle de la categoría de militar de carrera. Es indudable que es un beneficio para los soldados pero, sobre todo, para toda la sociedad, ya que, a mayor precariedad laboral, mayores abusos, corruptelas y privilegios existirán. Es muy probable que lo manejables que resultan los soldados mientras son temporales esté en el fondo de este trato degradante con el que se les recompensa por su duro día a día.

Ha llegado el momento de terminar con las clases sociales en el Ejército porque ya no es tiempo de perros ni de marqueses, sobre todo, porque esa sociedad medieval le cuesta mucho a los ciudadanos:


 ¡¡¡40.000 millones de euros!!!

FUENTE: Un paso al frente
Blog del teniente Luis Gonzalo Segura
13 nov 2014

10/11/14

¡QUIERO LA CABEZA DEL SOPLÓN!

Es curioso que desde el ministerio de Defensa se exprese que todo es normal pero se busque sin cesar al soplón. ¿Si todo es normal cuál es el problema? Puede que, efectivamente, todo sea normal, pero si es así, ¿por qué la investigación? ¿Qué tienen de malo las imágenes? ¿Por qué tanta opacidad en el ministerio?

A estas alturas resulta difícil de comprender que hechos así sucedan en Europa. Lo primero es que la sociedad debería tener la PLENA CERTEZA de saber que sus Fuerzas Armadas jamás van a ser utilizadas en territorio nacional salvo para la defensa de una agresión externa. Es más, hay una gran cantidad de militares que me han tachado de traidor y otras lindezas por afirmar que yo nunca intervendría en Catalunya, y si eso sucede es que el mensaje no se está transmitiendo correctamente. 

Ni Catalunya, ni el ascenso de un partido que no comprenda la “cultura de la Defensa Nacional” que tanto preocupa a los generales transmitirle a PODEMOS, ni ningún otro motivo deberían generar alarma en este sentido. En cualquier país de Europa una intervención militar es considerada como una quimera y, quizá, sea ese el motivo por el que los militares son queridos como cualquier otro ciudadano. O, a lo mejor, es que como son como cualquier otro ciudadano son queridos. El caso es que, si esta alarma se produce sería conveniente analizar el motivo, más allá de las represalias a tomar.


¿El motivo son las imágenes filtradas? En mi opinión no. El primer motivo -aunque es obvio que jamás se va a producir intervención militar alguna-, es que todos sabemos que la cúpula militar no posee una ideología plural y representativa de la forma de pensar del resto de la sociedad. Este es el primer problema y no es baladí. Es vital que todos los estamentos de una sociedad, incluida su cúpula militar, tengan una concordancia ideológica. Es tan vital como saludable que esto suceda, ya que evita tensiones innecesarias, pero a día de hoy, esto no sucede, y ese es el primer problema. El segundo problema es que el gobierno ha jugado a la ambigüedad en el asunto de la intervención militar desde el principio, lo que a mí me parece anacrónico y de mal gusto. Si a ello le sumamos la terrible opacidad del ministerio de Defensa, nos encontramos que hoy  en Barcelona había verdadera alarma por el paso de un convoy de vehículos militares. ¿Es admisible que se genere esta alarma? Absolutamente no. ¿El responsable es el chaval que ha filtrado la grabación? Pues, si lo analizamos fríamente, no. Aunque, a estas alturas, empezamos a considerar normal que el gobierno culpe al primero que pase antes de asumir sus responsabilidades.


Por ello, en lugar de cazas de brujas para buscar una cabeza de turco en la que desatar la ira y la responsabilidad, siento que existe una total falta de credibilidad y comunicados oficiales serios al respecto, siento que se ha sido ambiguo de forma interesada -buscando generar miedo para conseguir réditos políticos-, al jugar de forma irresponsable con algo -la inverosímil intervención militar-, que debería haber quedado claro desde el principio del juego democrático que no se produciría y siento que lo que debería hacer el ministerio es facilitar a los medios de comunicación la entrada en los cuarteles. Se les debe enseñar los entrenamientos que se hacen y el motivo, las prácticas, las misiones, los ejercicios, la vida en los cuarteles… debe llegar un momento en el que los periodistas deben ser parte del paisaje militar. De esta forma se aseguraría la existencia de una cultura sobre lo que sucede en el mundo militar y, con ello, se evitaría que a día de hoy pueda existir alarma de algún tipo, ya sea con Catalunya, con PODEMOS o con cualquier otro asunto.


Es decir, lo que sucede no es consecuencia del pobre soldado que acabará perdiendo su libertad y, seguramente, sea perseguido en el trabajo y maltratado psicológicamente hasta ser expulsado, el verdadero problema -y muy serio- es la falta de transparencia. Esa falta de transparencia no es, ni más ni menos, que el humo de un fuego en el que el combustible es la corrupción, el caciquismo, los abusos, los privilegios, las ideas ultraconservadoras de la cúpula militar, los acosos laborales y sexuales, la ausencia de justicia militar, la falta de órganos de control financiero… y, seguramente, las rancias ideas de algún general trasnochado al que le habrá dado por ordenar un reforzamiento de los ejercicios de control de masas -rutinarios en las unidades cuando son proyectadas en zona de operaciones-, porque él es el amo del cortijo y cuando se vive en una sociedad feudal, en la que lo que firma el ministro son “papeluchos de políticos”, pues pasa lo que pasa.

Esperemos, sinceramente, que llegue ese tan necesario momento de reflexión y de una vez por todas se abran las puertas de los cuarteles a los medios de comunicación, a la libertad de expresión, a la modernidad, a la sostenibilidad económica y a la democracia. La Odisea en el Espacio (gran película de 1968) fue ya en 2001 -para el que no lo sepa o no haya querido enterarse-, creo que ya ha durado bastante… ¿no?

FUENTE: publico.es
Unpaso al frente
Tte. Luis Gonzalo Segura
07 nov 2014

 ¡He aquí al soplón!