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10/12/16

EL ESTADO COMO AGRESOR


La acometida central del pensamiento libertario es oponerse a todas y cada una de las agresiones a los derechos de propiedad individuales, a la persona y los objetos materiales que haya adquirido en forma voluntaria. Por supuesto, los criminales, sea en forma individual o en bandas, se oponen a esto, pero en este sentido no hay nada de distintivo en el credo libertario, dado que todas las personas y escuelas de pensamiento rechazan el ejercicio aleatorio de la violencia contra el individuo y la propiedad.

 

No obstante, incluso en esta cuestión universalmente aceptada de que es preciso defender a la gente del crimen, hay una diferencia de énfasis en la postura libertaria. En la sociedad libertaria no habría “fiscales” que enjuiciaran a los criminales en nombre de una “sociedad” inexistente, actuando incluso contra los deseos de la víctima del crimen. Ésta decidiría por sí misma si presentar cargos o no. Además, y como otra cara de la misma moneda, en un mundo libertario podría iniciar un juicio contra un malhechor sin tener que convencer al fiscal para que procediera. Más aun, en este sistema penal no se pondría el acento, como sucede ahora, en el hecho de que la “sociedad” mande a prisión al criminal sino, necesariamente, en obligar a éste a  restituir a la víctima por su delito.


El actual sistema, en el cual la víctima no es compensada sino que además tiene que pagar impuestos para sufragar el encarcelamiento de su agresor, sería un evidente desatino en un mundo centrado en la defensa de los derechos de propiedad y, por ende, del damnificado.
 

La diferencia fundamental entre los libertarios y otras personas no está en el área del crimen privado, sino en su visión del rol del Estado, o sea, del gobierno. Para los libertarios el Estado es el agresor supremo, el eterno, el mejor organizado, contra las personas y las propiedades del público.


Lo son todos los Estados en todas partes, sean democráticos, dictatoriales o monárquicos, y cualquiera sea su color.
 

¡El Estado! Siempre se ha considerado que el gobierno, sus dirigentes y operadores están por encima de la ley moral general. Los “Pentagon Papers” son sólo una reciente instancia, entre una innumerable cantidad de instancias en la historia de los hombres, la mayoría de los cuales son perfectamente honorables en sus vidas privadas, pero mienten en su actuación pública. ¿Por qué? Por “razones de Estado”. El servicio al Estado excusa todas aquellas acciones que serían consideradas inmorales o criminales si fueran cometidas por ciudadanos “privados”. La característica distintiva de los libertarios es que aplican serena e inflexiblemente la ley moral general a todos aquellos que forman parte del aparato estatal, sin excepciones. Durante siglos, el Estado (o, más precisamente, los individuos que actúan como “miembros del gobierno”) ha encubierto su actividad criminal con una retórica altisonante. Durante siglos, ha perpetrado asesinatos en masa y ha dado a esto el nombre de “guerra”, ennobleciendo así el crimen masivo que la guerra implica. Durante siglos, ha esclavizado a los hombres en sus ejércitos denominando a esta esclavitud “servicio militar obligatorio” para el “servicio nacional”. Durante siglos, ha robado a la gente a punta de bayoneta y ha llamado a esto “recaudación de impuestos”. En realidad, si se desea saber cómo ve el libertario al Estado y a cualquiera de sus actos, basta con pensar en el Estado como en una organización criminal, y la actitud libertaria resultará perfectamente lógica.
 


Consideremos, por ejemplo, qué es lo que distingue claramente al gobierno de todas las demás organizaciones de la sociedad. Muchos politólogos y sociólogos han oscurecido esta distinción vital y se refieren a todas las organizaciones y grupos como jerárquicos, estructurados, “gubernamentales”, etc. Los anarquistas de izquierda, por ejemplo, se oponen del mismo modo al gobierno y a las organizaciones privadas como las corporaciones, sobre la base de que ambos son igualmente “elitistas” y “coercitivos”. Pero el libertario “de derecha” no se opone a las desigualdades, y su concepto de “coerción” se refiere sólo al uso de la violencia. Para él existe una distinción crucial entre el gobierno, sea central, estatal o municipal, y todas las demás instituciones de la sociedad. O, mejor dicho, dos distinciones cruciales. La primera es que todas las demás personas o grupos reciben sus ingresos por pagos voluntarios: sea por una contribución voluntaria o por obsequio (por ejemplo, los fondos de beneficencia comunitarios o el club de bridge), o mediante la adquisición voluntaria de sus bienes o servicios en el mercado (es el caso del dueño de un almacén, del jugador de béisbol, del fabricante de acero, etc.). Sólo el gobierno obtiene sus ingresos mediante la coerción y la violencia, es decir, por amenaza directa de confiscación o prisión si no se realiza el pago. Este gravamen coercitivo es la “recaudación de impuestos”. Una segunda distinción es que, exceptuando a los criminales, sólo el gobierno puede utilizar sus fondos para cometer actos de violencia contra sus ciudadanos o contra otros; únicamente el gobierno puede prohibir la pornografía, imponer un culto religioso o enviar a prisión a quienes venden bienes a un precio mayor que el que él juzga adecuado.


Ambas distinciones, por supuesto, pueden resumirse así: en la sociedad, sólo el gobierno tiene el poder de agredir los derechos de propiedad de sus ciudadanos, sea para extraer rentas, para imponer su código moral o para asesinar a aquellos con quienes disiente. Además, todos y cada uno de los gobiernos, hasta los menos despóticos, han obtenido siempre la parte más importante de sus ingresos mediante la recaudación coercitiva de impuestos. A lo largo de la historia ha sido el principal responsable de la esclavitud y la muerte de innumerables seres humanos. Y puesto que los libertarios rechazan de modo fundamental toda agresión contra los derechos de la persona y de la propiedad, se oponen a la institución del Estado por ser inherentemente el mayor enemigo de esos preciados derechos.


Existe otra razón por la cual la agresión del Estado ha sido mucho más importante que la privada, y que va más allá de la mayor organización y movilización central de recursos que sus dirigentes pueden imponer. Esa razón es la falta de control sobre la depredación estatal, un control que sí existe cuando se trata de los ladrones o la mafia. Podemos acudir al Estado o a su policía para que nos protejan de los criminales privados, pero ¿quién puede preservarnos del propio Estado? Nadie, dado que otra distinción crítica es que monopoliza el servicio de protección; el Estado se arroga el virtual monopolio de la violencia y de la toma de decisiones definitivas en la sociedad.


FUENTE: http://www.miseshispano.org
Murray Rothbard

20/10/16

ACOSO AL ANARQUISTA

Un centenar de anarquistas, detenidos en los últimos seis años

Activistas del entorno libertario aseguran ser víctimas de una campaña de acoso para convertirlos en terroristas por tratar de explorar otros modelos de organización social.
Imagen de archivo de los Mossos d'Esquadra, ante el Ateneu Llibertari de Sants donde llevan a cabo una operación relacionada con el llamado 'caso Pandora', que en diciembre de 2014 comportó la detención de 11 jóvenes anarquistas. EFE/Marta Pérez

Más de un centenar de anarquistas españoles han sido detenidos y eventualmente procesados desde 2010, en la mayor parte de los casos por presuntas actuaciones violentas contra la democracia, por intentos desestabilizadores del sistema o por supuestos actos terroristas.

Esta supuesta ofensiva policial y judicial contra el entorno libertario ha llevado a los tribunales y, eventualmente, a la cárcel, tanto a los responsables de los principales sindicatos como a varios activistas de la desorganizada pléyade de colectivos supuestamente articulados en torno a los Grupos Anarquistas Coordinados (GAC)
.


Los anarquistas aseguran que se trata de una estrategia deliberada de acoso que evoca nuevamente el bienio de la Mano Negra y que tiene por finalidad extender el miedo entre los sectores de la disidencia más críticos con el sistema institucional. 

A su juicio, lo verdaderamente grave no es tanto el hostigamiento del que han sido víctimas como la manera acrítica en que buena parte de la Prensa y de la sociedad ha hecho suyo un relato de los hechos situado a años luz de la verdadera realidad del ecosistema libertario. De acuerdo a las versiones que han calado, se ha convertido indiscriminadamente en terrorista cualquier variante de contestación anarquista que aliente la exploración de otros modelos de organización social. Curiosamente -dicen-, todo esto ha sucedido en un momento en el que cobraba pujanza el anarcosindicalismo y ciertos conceptos como asamblearismo u horizontalidad.


En opinión de los líderes políticos del entorno libertario, esta criminalización de su espacio natural se ha llevado a cabo mediante procedimientos que a veces frisan lo grotesco. Así, por ejemplo, entre los pintorescos alijos dados a conocer tras las sucesivas operaciones policiales contra el entramado del GAC se han llegado incluso a exhibir camisetas o folletos sobre veganismo, convertidos ahora en un indicador de la radicalización de estos sectores críticos.

Un activista vinculado a los movimientos sociales -Iru Moner- y dos responsables sindicales -Óscar Murciano y el mencionado Ermengol Gassiot- proporcionan en estas tres entrevistas una versión de lo acaecido que contradice las afirmaciones de las fiscalías, generosamente amplificadas por el grueso de los medios, y a menudo no rectificadas en aquellos casos en los que los juicios se saldaron con absoluciones.

Óscar Murciano: “Nos oponemos al sindicalismo de la paz social”

Óscar Murciano

Óscar Murciano se bregó en las labores sindicales en calidad de representante del sindicato anarquista CGT en el comité de empresa de Hewlett Packard. En la actualidad desempeña el cargo de secretario de Acció Social en Catalunya. Si algo tiene claro Óscar Murciano es que los activistas del entorno libertario han sido llamados a ocupar el espacio de los malos en el imaginario “terrorista” construido por el Gobierno catalán. (ver entrevista)

Iru Moner: “Se inventaron una trama sobre una organización criminal”

Iru Moner

Iru Moner es un conocido activista del entorno libertario, además de militante de distintas asambleas libertarias como la mítica Kasa de la Muntanya del barrio barcelonés de Gracia. El 16 de diciembre de 2014, este espacio fue asaltado por los Mossos d'Esquadra durante la llamada “operación Pandora” contra el terrorismo anarquista.

Catorce personas fueron detenidas. Se les acusaba, entre otras cosas, de formar parte del supuesto entramado de células de los llamados Grupos Anarquistas Coordinados o GAC -filial española, según la policía, de la Federación Anarquista Informal-Frente Revolucionario Internacional (FAI/FREI
)- al que se atribuía la autoría de distintos atentados terroristas y actos de vandalismo. El manifiesto fundacional del GAC fue dado a conocer a través de la web “alasbarricadas.org”. La única mención tácita a la violencia consistía en referirse al uso del sabotaje como herramienta política legítima. (ver entrevista)

Ermengol Gassiot: “Hemos vuelto a la dictadura”

Ermengol Gassiot

Ermengol Gassiot es el secretario general de la CGT de Catalunya, además de uno de los profesores universitarios juzgados por los encierros de la Universidad Autónoma de Barcelona y por las protestas que tuvieron lugar en esa misma ciudad durante los años 2012 y 2013. (ver entrevista)

FUENTE: publico.es
Ferrán Barber
Barcelona - 16/10/2016