Me encanta la desprejuiciada sintonía que de un tiempo a esta parte exhiben, parece que orgullosos, dos periódicos de papel antaño tan antagónicos -¿o nunca lo fueron tanto?- como El Mundo y El País. Este viernes 23, por tercera vez en menos de un mes, sus aperturas en primera página trataban el mismo tema utilizando prácticamente los mismos términos:
Y el sábado 24 volvieron ¡oh, casualidad! a coincidir:
¿No es maravilloso? Me encanta la diversificación de la oferta en los quioscos. Si no nos formamos nuestra propia opinión contrastando versiones es porque no queremos, que en las redacciones bien que se esfuerzan, los pobres. En las salas de máquinas de esos tebeos a los que todavía algunos denominan periódicos, como ABC ó La Razón, también andan de los nervios por la preocupante “deriva” del líder socialista y este viernes aportaban, cómo no, sus siempre impagables granitos de arena a esta llamada de socorro coral y casi unánime.
Lo nombran secretario general y encima va el tío y quiere ejercer el cargo, ¿a quién se le ocurre? Solo les ha faltado decir algo así. Y además este Pedro, el muy cabezón, lo quiere ejercer en contra de lo que a nosotros nos interesa. Pero ¡qué se habrá creído!, ¿qué es eso de consultar a la militancia? “Parece olvidar los intereses de España —e incluso los de su propio partido— para centrarse en su pura supervivencia” se podía leer este viernes en El País, en un editorial que remataba con esta frase: “Hay que convocar un congreso, sí; pero no para apuntalar al secretario general de cara a otras elecciones. Primero hay que evitar esas terceras elecciones dejando que gobierne el partido más votado, y luego emprender la refundación de un PSOE capaz de volver a ilusionar a los españoles con el proyecto socialdemócrata y europeísta que le hizo grande”. ¡Que vuelva el bipartidismo ya, que nos estamos empezando a acojonar!, les ha faltado decir.
¡Que vienen los malos, que llega el apocalipsis, que este insensato de Sánchez es capaz de buscarnos la ruina pactando con esa “patulea“, con esa “basura“, términos textuales empleados por Carlos Herrera -el que faltaba para el duro- en su matutina soflama de este viernes en la cadena de radio propiedad de la santa iglesia católica y apostólica. ¡Removámonos todos, realicemos nosotros mismos el esfuerzo redentor! “Resulta evidente -se podía leer en el editorial de El Mundo de este viernes- que (Pedro Sánchez) está tentado de llegar a La Moncloa aupado en fuerzas que no creen en la unidad nacional. De llevarlo a cabo, sería desastroso para su partido y para España”.
Ricardo Blázquez, presidente de la Conferencia Episcopal, organismo gestor de la COPE
¡Que nos gobiernen Errejones, Iglesias y Rufianes! ¿cabe más felicidad? se preguntaba Herrera este viernes con ese tono perdonavidas y presuntamente gracioso que le caracteriza. Pues sí, amigo Carlos, cabe la felicidad de ver cómo Rajoy y su cohorte de corruptos pierden el blindaje del poder y, sin plasmas ni televisiones públicas manipuladas, se ven obligados a rendir cuentas y responder donde corresponda por todos los desastres que han organizado durante los últimos cinco años; cabe la felicidad de que, aquellos que representan a quienes no quieren que Rajoy continúe en la Moncloa, esos a los que llamáis basura y patulea, intenten algo distinto para que disminuya la desigualdad y que los que no se presentan a las elecciones dejen de ser los amos del cotarro. Cabe la misma felicidad que están viviendo esas ciudades donde ya no gobierna el PP desde el verano de 2015 y lo hacen, con probada competencia y buenos resultados a pesar de la virulencia de los ataques, los llamados ayuntamientos del cambio. Esos ayuntamientos a los que le vaticinasteis la ruina y desde el minuto uno no habéis escatimado esfuerzos por hundirlos.
Carlos Herrera, locutor de la Cadena COPE
No se ha hundido el mundo, no han llegado las siete plagas de Egipto, más bien al contrario. Nada de eso ha ocurrido, ni tampoco ocurrirá si llegara a darse esa mágica conjunción astral que permitiera en España un gobierno del cambio. Con tanta pelea en la izquierda nadie lo diría, pero a juzgar por el despliegue armamentístico de los guardianes del calabozo -por tierra, mar, aire, televisión y periódicos- , está claro que no las tienen todas consigo, que no se fían y que admiten la posibilidad de un acuerdo que pudiera hacerles perder el poder. Saben, por experiencia, que nunca se puede decir “fú” hasta que no pasa el último gato.
FUENTE: publico.es
Las carga el diablo
Juan Tortosa - 24/09/2016
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