"Totoyo" Millares, Premio Canarias
de Cultura Popular 2015
Se enteró que había ganado el Premio Canarias de Cultura Popular 2015
mientras desayunaba.
"Recibí una llamada telefónica de una señorita que
me dijo que el presidente quería hablar conmigo. ¿Paulino?, me pregunté
sorprendido", rescata al principio de la entrevista el timplista
grancanario Luis Millares Sall "Totoyo". "Lo conocí un día que estuve en
Tenerife hablando con Alberto Delgado; ¿sabe quién es?", abre una
pausa... "El señor que fue consejero de Cultura que estuvo en Los
Sabandeños. Les dije que tenían completamente ignorado a Enrique "El
Peta"; que cómo era posible que con todo lo que había hecho ese hombre,
que fue el auténtico padre de Los Sabandeños, aún no le habían hecho una
cosita para honrar su memoria... En esta tierra somos dados a olvidar a
gente importante en cuanto mueren", precisa un folclorista que ya
albergaba escasas ilusiones de conseguir un reconocimiento que su
hermano Agustín Millares Sall logró en el apartado de literatura.
"Gente de Las Palmas, Tenerife y otras Islas me habían propuesto varios años, pero el premio no llegó... Hace tiempo que dejé de pensar que me lo podían dar, pero esa llamada de teléfono tuvo que dejar rascada a mucha gente", dice un artista que nunca se preocupó por medir la intensidad de sus frases. "Hay personas que se merecen este premio y otras no", puntualiza segundos antes de recibir una pregunta sin atajos: ¿Y usted, se lo merece? "Yo no sé si lo merezco o no, pero le aseguro que me he partido el lomo trabajando para merecerlo", apostilla.
"Totoyo" Millares nunca rehuye el cuerpo a
cuerpo. Al contrario, sus comentarios se clavan como dardos en una
diana en la que hay nombres y apellidos. "Una vez participé en una
charla en Madrid en la que el amigo Teddy Bautista dijo que en Canarias
no era posible entender la recuperación de la cultura tradicional sin
la figura de "Totoyo" Millares. Igual tenía algo de razón porque la
sensación que tengo es que sin todo lo que hice no hubieran existido Los
Sabandeños, Benito, Los Gofiones, "Nanino" Díaz Cutillas... Los
Sabandeños, por ejemplo, aún no funcionaban como un conjunto cuando mi hermano Manolo y yo, presionábamos a Enrique "El Peta" para que
oficializaran la constitución de una formación que solo era un grupo de
amigos".
"Nanino" Díaz Cutillas
"Totoyo" Millares comenzó a tocar el timple a los cinco años. "Julito
Fajardo me dijo una vez en su programa de televisión que yo era una
especie de Mozart del timple", reproduce un tocador que quiso ser
violinista. "Me gustaba mucho el violín, pero en casa no había medios.
El franquismo nos tenía machacado y el timple se me apareció en mi vida
como años después se le apareció a José Antonio Ramos", cuenta el más
pequeño de una familia formada por ocho hermanos y dos hermanas.
"Conocí a una especie de vigilante
conejero que trabajaba en la zona de la playa de Las Canteras, que la
verdad no sé que es lo que cuidaba porque allí solo se levantaba un
cementerio y cuatro casas, una de las cuales era la de mis padres",
describe antes de hablar de su primer contacto con el instrumento de las
cinco cuerdas. "Aquel hombre se sentaba en la puerta de casa a tocar y
ese sonido me volvía loco... Mi padre me mandaba a dormir o escondía un
viejo timple sobre el ropero, pero yo quería aprender a tocar el timple.
Eso mismo le pasó a José Antonio Ramos", declara emocionado del
alumno aventajado que falleció en 2008.
José Antonio Ramos
"Totoyo", que reconoce haber impartido
clases de timple a más de 48 mil alumnos, fue profesor de Ramos cuando
este solo tenía ocho años. "Su madre lo llevó a la escuela que tenía en
Triana y me contó que el niño estaba muy pesado con la idea de aprender
a tocar como el señor al que había visto en un concierto que di en
Artenara. Ese chico estaba tocado con un talento natural; algo que solo
tienen unos pocos. Él me buscó, pero de alguna manera descubrí un
diamante que le dio una nueva dimensión al timple... Soy un viejo al
que no le gustan mucho las modernidades, pero ese muchacho era algo
soberbio", relata emocionado. "El día que me contaron que se fue me caí;
se me vino el mundo encima al pensar que no era posible una pérdida
tan tremenda. Aún no me he recuperado de ese palo", reconoce un creador
autodidacta que, pese a su perfil tradicional, destaca la evolución que
han tenido Beselch Rodríguez y Germán López. "El timple es el sentir más
profundo de la música popular canaria y esos jóvenes están haciendo
cosas interesantes", exalta antes de abrir una comparativa con el mundo
de la pintura. "Hay sinvergüenzas que defienden el concepto de abstracto
pintando un manchón en la pared o cuatro rayas. Esos payasos creen que
están engañando a alguien, pero en realidad no lo hacen. Lo peor es que
no solo están en el mundo de la pintura, sino que también aparecen en
otros géneros artísticos o en el mundo del timple. Aquí también tenemos a
unos cuantos estafadores o gente que hace unas cosas acarameladas y
cursi que me provocan unas ganas de vomitar cuando las escucho", critica
un instrumentista que no deja pasar la oportunidad de analizar el
momento que vive el timple.
Althay Páez, Beselch Rodríguez, Ione Rodríguez y Germán López
"Totoyo" no da la espalda a la evolución
natural que ha sufrido el timple, sobre todo a raíz de las innovaciones
que introdujo José Antonio Ramos, pero argumenta que "el timple de raíz
ha desaparecido; lo de hoy es una cosa a la que le han puesto un brazo
de guitarra, clavijas de guitarra y un montón de trastes... En mi tiempo
yo también amplié los trastes para pasar de cinco a ocho, pero con doce
o dieciocho eso es fuego", matiza un creador que en la actualidad solo
tiene un timple (un regalo de Domingo "El Colorao") y una contra. "En
los años de la Transición un día me fui a dormir a Santa Brígida y me
quemaron un local en Las Palmas en el que tenía 68 timples. No quedó ni
uno y se me quitaron las ganas de empezar de nuevo", concluye.
Domingo "El Colorao"
FUENTE: eldia.es
Jorge Dávila
12/05/2015
Mi más sincera felicitación a Luis Millares Sall ("Totoyo" Millares) no por el galardón que le han concedido, sino por la magnífica labor desarrollada durante toda su vida en aras de nuestra tradición musical.
Con premio o sin él (a fin de cuentas, es asunto de las instituciones) el pueblo canario, cuyas raíces hace vibrar en las cuerdas del timple, tiempo ha que lo encumbró como uno de los máximos exponentes de nuestra cultura popular.
Y lo que el pueblo dice... ¡va a misa!
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