El enigma persigue a "la divina" Greta Garbo, 25 años después de su muerte
Hace veinticinco años que murió, escondida en el anonimato que había escogido durante casi medio siglo, pero todavía hoy "la divina" Greta Garbo sigue siendo una de las más enigmáticas y bellas figuras de Hollywood.
El
15 de abril de 1990 falleció en Nueva York, a los 84 años, Greta Lovisa
Gustafsson, la "esfinge sueca" que se retiró del mundo del cine con
apenas 36 años, cuando era la actriz mejor pagada de Hollywood, para
huir de una vida pública que, según muchos, siempre aborreció.
"Intentó ser una figura misteriosa", aseguró el responsable del departamento de cine del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), Charles Silver, sobre la personalidad evasiva, hermética y distante de una mujer que se ganó a pulso el sobrenombre de "la que nunca se ríe".
Bajo
las siglas del sello Metro Goldwyn Mayer (MGM), Garbo fue la icónica
cara de muchas de las películas románticas más memorables de la década
de 1930, como "Grand Hotel" (1932), "La reina Cristina de Suecia"
(1933), "El velo pintado" (1934), "Anna Karenina" (1935), "La dama de
las camelias"(1936) o "Ninotchka" (1939).
"Personalmente
pienso que es probablemente la mejor actriz de cine que hemos tenido
nunca", opinó Silver, en la línea de muchos de los estudiosos del mundo
cinematográfico, que consideran que lo mejor de las películas de Garbo
es la propia Garbo.
Como en "La mujer
divina" (1928), el film del que solo se conserva un rollo de nueve
minutos y que la bautizó con el apodo que la perseguiría hasta el fin de
sus días, Garbo solía encarnar el sufrimiento al interpretar a una
mujer desencantada con la vida que se veía impulsada hacia un inesperado
y desatinado amor.
Sus
interpretaciones le valdrían tres nominaciones al Oscar que nunca ganó,
tal y como le sucedió a otros hitos como Rita Hayworth, Marilyn Monroe o
Marlene Dietrich, con la que se especula que tuvo un romance. Hollywood
tan solo le proporcionó el sabor amargo de una estatuilla en honor a su
carrera, en 1954, que ni recogió.
Tras
haber consolidado su carrera en el cine mudo, el descubrimiento de su
voz grave tras rodar su primera película sonora, "Anna Christie" (1930),
y la frase de promoción del film -"ÑLa Garbo habla!"- la elevaron al
estrellato.
"Se retiró tan joven... que
se perdió muchas películas buenas de después de la guerra", suspiró el
comisario, que trabaja organizando exhibiciones de cine en el
prestigioso museo neoyorquino desde 1970.
La
combinación entre un tímido éxito comercial en sus últimos trabajos, la
irrupción de la Segunda Guerra Mundial y el hecho de que "ella nunca
estuvo contenta siendo una estrella ni teniendo una vida tan pública"
fueron los motivos que Silver achaca a la temprana jubilación de la
actriz.
"Quiero estar sola" fue la
única explicación que dio a su confinamiento en un apartamento de Nueva
York cercano al East River, donde vivió durante décadas, paseando por
las calles de Manhattan con unas grandes gafas de sol y su melena
canosa, hasta que murió en un hospital cercano.
Garbo,
nacida el 18 de septiembre de 1905, llegó al cine por casualidad. Se
vio forzada a dejar los estudios por la muerte de su padre, cuando tenía
solo catorce años, y buscó trabajo en unos grandes almacenes que la
utilizaron como cara de sus campañas de publicidad.
Su
belleza exquisita -alguien dijo que un rostro como el suyo solo aparece
una vez cada mil años- la ayudó a participar en dos cortos y dos largos
entre 1920 y 1922, pero no fue hasta 1924 cuando dio el salto a
Hollywood tras ser captada por el famoso director finlandés Mauritz
Stiller.
Stiller hizo que se olvidara
de su largo nombre sueco, que rodara "La leyenda de Cösta Berling"
(1924) y que entrara por la puerta grande de Hollywood del brazo de MGM,
un estudio obsesionado por la iluminación y por el maquillaje que
empleaba cantidades desorbitadas de dinero en forjar celebridades.
"Mi
vida ha sido una travesía de escondites, puertas traseras, ascensores
secretos, y todas las posibles maneras de pasar desapercibida para no
ser molestada por nadie", afirmó en una de las pocas veces que no rehuyó
a los periodistas, obsesionados en fotografiar a la Garbo en su
madurez.
"También le hicimos una
retrospectiva en el MOMA y no apareció", recordó Silver, que expresó con
añoranza que no se había "ni dado cuenta" de que han pasado ya tantos
años sin "la divina", sin el magnetismo sueco, sin el enigmático mito de
Hollywood, sin Greta Garbo.
FUENTE: eldia.es
Anna Buj, Nueva York,
EFE - 14/04/2015
El amor, la admiración eterna, buscar la mitica Elena de Troya es lo mismo que amar eternamente a Greta Garbo.
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