Cortejo fúnebre de las 17 rosas por las calles de Guillena (Sevilla). / paco puentes
Las 17 rosas de Guillena fueron encarceladas, vejadas, rapadas y paseadas por su pueblo para escarnio público. Luego, los falangistas las acarrearon en un camión, como animales, y se las llevaron al vecino municipio de Gerena, también en la provincia de Sevilla. Allí, estas 17 mujeres de entre 24 y 70 años fueron asesinadas en noviembre de 1937 y arrojadas a una fosa común del cementerio.
Cuentan que de aquel camión que viajaba hacia la infamia solo salían llantos y gritos de miedo. Este sábado, 75 años después, el silencio casi absoluto solo lo han roto las campanas tocando a muerto. Las 17 rosas de Guillena han regresado a su pueblo y cientos de familiares y vecinos las han acompañado hasta el camposanto. "Verdad, justicia y reparación", se lee en la placa que han colocado a la entrada del panteón en el que las mujeres descansan juntas desde hoy.
También ha estado allí, sentado en una silla de anea, José Domínguez Núñez, uno de los protagonistas de esta historia. Gracias a este hombre, que presenció encaramado a un olivo el asesinato de las mujeres a manos de falangistas y guardias civiles cuando solo era un niño, se pudo localizar la fosa del cementerio de Gerena en la que todas estaban enterradas.
Familiares de las 17 rosas junto a las cajas con los restos de las víctimas. / paco puentes
Lo que unía a este grupo de mujeres eran sus parejas y familiares, que o bien estaban en el frente con el bando republicano o bien habían huido a la sierra como maquis. Para Lucía Sócam —cuya tía abuela, Granada Hidalgo Garzón, fue una de las asesinadas— este era el único "nexo" entre aquellas mujeres. Ese y que los falangistas querían sacarles el paradero de sus familiares. En el libro Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla (1996-1963) José María García Márquez denomina a estas acciones "operaciones de limpieza". Se trataba, según este historiador, de "matanzas de mujeres exclusivamente para cortar de raíz las ayudas que los huidos en las sierras estaban recibiendo de los pueblos". García Márquez tiene documentadas matanzas como la de Gerena de 1937 en otros municipios sevillanos como El Real de la Jara, El Ronquillo o Guillena.
Es el caso de Antonia Macedo, que también ha asistido al homenaje a las 17 rosas. Tiene 79 años y la dejaron huérfana de madre a los cuatro. De ella le queda una foto y unos bonitos ojos azules que ayer estaban cubiertos de lágrimas. "Lo que yo he pasado sin mi madre", contaba a las puertas del Ayuntamiento de Gerena, donde han estado custodiados los restos de las 17 mujeres desde febrero de este año, cuando se concluyó la exhumación.
"Mataron a mi madre porque iban en busca de mi padre, que estaba en el frente". Antonia tenía otra hermana, que murió poco tiempo después. "Además, mi madre estaba embarazada".
El historiador García Márquez tiene recopilados en la provincia de Sevilla más de 500 expedientes de mujeres asesinadas solo en aplicación de los bandos de guerra. "Más que 13, 17 o 25 rosas, hay una auténtica rosaleda de muerte", señala este investigador en su libro. El aceite de ricino y el escarnio público eran las recetas que más empleaban los falangistas contra las represaliadas. "Estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen". El general Gonzalo Queipo de Llano, el máximo responsable de la represión en Sevilla, arengaba así a sus tropas contra las mujeres a través de sus charlas radiofónicas al inicio del alzamiento.
Más de 8.000 ciudadanos leales a la Segunda República fueron ejecutados en la provincia de Sevilla por orden del general Gonzalo Queipo de Llano, a quien se le otorgó un marquesado que ahora acaba de renovar Gallardón.
Pero, transcurridos 75 años, Antonia Macedo ya no quiere venganza contra los que le quitaron a su madre aquel mes de noviembre de 1937. "No soy vengativa". Sin embargo, conocía a los que la asesinaron o ayudaron a hacerlo. "Eran del pueblo, y ya están todos muertos".
Datos tomados de
EL PAÍS - ANDALUCÍA
MEMORIA HISTÓRICA
Manuel Planelles - Sevilla
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