Ante la convocatoria de elecciones para el mes de febrero de 1936, los partidos de izquierda deciden agruparse formando el denominado Frente Popular; dicha coalición estaba compuesta por: PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), ORGA (Organización Republicana Galega Autónoma), Izquierda Republicana, Unión Republicana, Acció Catalana, Esquerra Republicana de Catalunya y Partido Sindicalista ; mientras que la derecha, jugando la baza del miedo ante la inminencia de una revolución bolchevique, se presenta bajo una coalición formada por la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y Renovación Española, a la que no se adhieren ni Falange Española ni el PNV, decidendo concurrir cada uno por su cuenta.
El 16 de febrero de 1936, el Frente Popular gana las elecciones, haciéndose con más del 60% de los escaños y, tres días más tarde se constituye el nuevo gobierno, del que no forman parte los socialistas a pesar de ser la fuerza más votada, y se elige como Presidente a Manuel Azaña, cargo éste que, en principio, se pensaba asignar al socialista Indalecio Prieto, pero que no pudo llevarse a efecto ante la negativa de su partido a formar parte del gobierno, lo que debilitaría bastante a la izquierda.
El nuevo gabinete tomó medidas de inmediato encaminadas a una acción reformista. Entre otras cosas se amnisitió a todos aquellos que habían sido represaliados a raíz de la revolución de 1934; se restableció el Estatuto Catalán; se retomó la reforma agraria; se tramitaron los estatutos de autonomía de Galicia y el País Vasco y se procedió a alejar de la capital a los generales sospechosos de golpismo, entre ellos:
Mola (Navarra)
Goded (Baleares)
Franco (Canarias)
En el mes de abril de ese año, los enfrentamientos violentos entre la izquierda y la derecha alcanzan su cénit justo en las celebraciones de V aniversario de la República cuando, fuerzas policiales al mando del teniente Castillo ocasionan la muerte de Andrés Sáenz de Heredia (primo de José Antonio Primo de Rivera) e hieren de gravedad a José Llaguno Acha, joven carlista estudiante de medicina. Estos acontecimientos provocan una crisis gubernativa que termina con la dimisión de Manuel Azaña, asumiendo el cargo Santiago Casares Quiroga, lider de la ORGA:
El 12 de mayo de 1936, ante los crecientes rumores de un golpe de estado, el alcalde del pueblo tinerfeño de Candelaria, Juan Quintero Guerra, insta a la corporación municipal a que tome un acuerdo para solicitar al gobierno de la República, el relevo urgente del comandante militar Francisco Franco Bahamonde; aunque el verdadero jefe de la sublevación era el general Sanjurjo:
Sin embargo, el cerebro de la trama golpista era el general Mola, quién, desde Pamplona, ultimaba los detalles del plan que provocaría el alzamiento, y en el que, aparte de militares monárquicos como Fanjul y Goded, republicanos como Queipo de Llano y Cabanellas, y otros sin filiación política conocida: como el propio Mola, Sanjurjo, Franco... (fíjense en el detalle de que éstos son los líderes) también estaban implicados civiles de la talla de Gil Robles, Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera, quién, desde la cárcel de Alicante donde se hallaba preso, aunque en principio se había mostrado reticente, ofreció colaborar aportando 4.000 falangistas en apoyo del golpe.
A principios de julio, Mola contacta con Franco y promete conseguirle un avión que le permita, en su momento, desplazarse desde Canarias hasta el continente africano, con el fin de ponerse al mando de las tropas en el protectorado de Marruecos.
El 12 de julio de 1936, cuando salía de su domicilio, es muerto a tiros, supuestamente por un grupo de ultraderecha, el teniente de la Guardia de Asalto, José del Castillo Sáez de Tejada, responsable de los trágicos sucesos de abril. Como venganza, al día siguiente, un grupo de sus compañeros, asesinan al que en esos momentos es el líder de la oposición, José Calvo Sotelo. Aunque su asesinato no es el auténtico detonante del golpe de estado, se considera que fue lo que precipitó los acontecimientos.
Mola, fiel a su promesa, hizo llegar a Tenerife un avión de transporte alquilado en Londres, el “Dragon Rapide”, a cuyos mandos iba un piloto independiente, el capitán Bebb, que, decidido a colaborar, traslada a Franco a Marruecos el 18 de julio de 1936, al día siguiente de haberse producido la rebelión de las tropas en ese territorio. Da comienzo entonces una guerra civil, un enfrentamiento fratricida que durante tres años sumirá a España en el caos y la desolación, y que terminaría provocando la caída de la Segunda República.
Ahora me gustaría hacer una reflexión sobre los apoyos internacionales a los bandos en conflicto:
Italia y Alemania apoyaron decididamente a los rebeldes, y la Unión Soviética a los republicanos, aunque en menor medida; pero ¿qué pasó con el resto de las democracias europeas? Ninguna movió ficha a favor del gobierno legítimo de España. De hecho, las únicas fuerzas que acudieron a luchar al lado de los republicanos fueron las Brigadas Internacionales, que no eran tropas específicas de ningún país, sino simples ciudadanos de distintas partes del mundo, decididos a defender la libertad.
Entonces... ¿tuvieron miedo las democracias europeas de que, si la República Española, apoyada por la URSS, triunfaba, se verían flanqueadas por dos países comunistas... miedo de que aquellas ideas arraigaran en el continente?
Ciudadano Plof
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