18/4/11

LXXX ANIVERSARIO DE LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (II)

El Bienio Progresista (1931-1933)

Caracterizado por un gran esfuerzo por parte del gobierno para modernizar el país y sacarlo de su atraso secular: se aprueba una nueva constitución, una de las más avanzadas de la época, pero que la Iglesia no acepta; se acomete la reforma del ejército con el fin de mejorar su grado de eficiencia; se aborda la reforma agraria; se concede el estatuto de autonomía a Catalunya, y más tarde a otras regiones; se mejoran las condiciones laborales y los salarios; se crean numerosas escuelas y se fomenta la alfabetización.

Todas estas reformas encuentran una importante oposición por parte de los poderes oligárquicos del país. El ejercito, la Iglesia, el gran capital y las fuerzas conservadoras y monárquicas ven peligrar su tradicional estatus preponderante y se oponen, por todos los medios a su alcance, a este progreso. Así las cosas, la República sufre un intento de golpe de estado en agosto de 1932, dirigido por el general Sanjurjo y respaldado por las fuerzas antirrepublicanas.

La crisis de 1929 había venido a lastrar la economía mundial, y esto perjudicaba gravemente la situación económica de la República, por lo que las reformas previstan no pueden llevarse a cabo o se desarrollan de forma lentísima, lo que exaspera a obreros y campesinos que, decepcionados, ven como no se producen los progresos prometidos. En este periodo los problemas a los que ha de enfrentarse el gobierno republicano son inmensos, siendo el principal de ellos...¡el eclesiástico! La iglesia (aliada con los poderosos y apoyada por humildes de inquebrantable fe) no iba a permitir que las reformas políticas acabaran con sus privilegios y, a su manera, decidió presentar batalla al proyecto de constitución que pretendía socavar su inmenso poderío.

En 1931 había en España más de 100.000 religiosos, pertenecientes a 42 congregaciones masculinas y 178 femeninas; la proporción (un religioso-a por cada 493 habitantes) era de las más altas del mundo, sólo superada por Italia. La Iglesia declaraba poseer, en ese año, 12.000 fincas rústicas y más de 8.000 edificios urbanos, a los que debían sumarse miles de propiedades no escrituradas; además, de acuerdo con el Concordato de 1851, era el Estado, a través de sus presupuestos, el sostenedor de este verdadero ejército religioso, a lo que se añadían las aportaciones de los fieles y las rentas del patrimonio. Ante tamaña rémora, el gobierno proponía adoptar una serie de medidas urgentes: separación entre Iglesia y Estado, libertad de conciencia y derecho de profesar y practicar libremente cualquier religión, establecimiento del divorcio... Pero lo que verdaderamente atizó las brasas fue el Artículo 26 del proyecto de constitución que, entre otras cosas, venía a decir:

- Todas las confesiones religiosas serán consideradas como Asociaciones sometidas a una ley especial.
- El Estado, las regiones, las provincias y los municipios no mantendrán, favorecerán ni auxiliarán económicamente a las iglesias, asociaciones e instituciones religiosas.
- Una ley especial regulará la total extinción, en un plazo máximo de dos años, del presupuesto del clero.
- Quedan disueltas aquellas órdenes religiosas que estatutariamente impongan, además de los tres votos canónicos, otro especial de obediencia a autoridad distinta de la legítima del Estado. Sus bienes serán nacionalizados y afectados a fines benéficos y docentes.
- Las demás órdenes religiosas se someterán a una ley especial votada por estas Cortes Constituyentes y ajustadas a las siguientes bases: disolución de las que por sus actividades constituyan un peligro para la seguridad del Estado, y prohibición de ejercer la industria, el comercio o la enseñanza.


Pero aparte del problema eclesiástico, la República se enfrentaba también a otros problemas de gran calado: de tipo social, militar, regional, agrario... ya que, mientras las derechas creían que las reformas eran demasiado radicales y atrevidas, las izquierdas las veían demasiado moderadas y lentas. No obstante, se lograron importantes avances tales como: otorgar el derecho de voto a la mujer, definir un parlamento unicameral, crear un tribunal de garantías constitucionales, lograr que los periodos presidenciales fueran sólo de seis años...

En octubre de 1931, Ramiro Ledesma Ramos y Onésimo Redondo fundan las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista). Dos años más tarde, José Antonio Primo de Rivera, hijo del anterior dictador, el general Miguel Primo de Rivera, funda Falange Española. Ambas organizaciones enmarcadas en el ámbito de la derecha reaccionaria que presentarían batalla al gobierno republicano.

Una serie de acontecimientos violentos en el campo andaluz, el primero de los cuales tuvo lugar en Gilena (Sevilla), conducen a la dimisión de Alcalá Zamora como presidente de gobierno, siendo sustiuído por Manuel Azaña.

Se apueba la constitución republicana el 9 de diciembre de ese año, y a partir de ahí se acometen todo tipo de importantísimas reformas. Pero los sucesos de Casas Viejas (Cádiz), ocasionados cuando los campesinos, hartos y desilusionados ante la lentitud de la reforma agraria, declaran el comunismo libertario, lleva a que, la Guardia de Asalto, cuerpo de reciente creación, los reprima violentamente provocado una masacre ante su negativa de rendición. Las autoridades republicanas son acusadas de la matanza y ello desemboca en la convocatoria de nuevas elecciones generales en 1933.

Ciudadano Plof

2 comentarios:

  1. Plof es el sonido que hace la mierda la caer.

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    1. Pues no, querido facha mío; el sonido onomatopéyico de la mierda al caer (usted debería saberlo) es ¡pof!!, porque las heces o desechos fecales, ya sean cagarros o postarras, tiene una densidad tal que, al ser evacuadas del vientre, producen un sonido sordo al depositarse (de ahí lo de deposiciones) una vez desprendidas del ano. Mientras que ¡plof! es la onomatopya de algo blandengue que cae y se despachurra: una fruta madura, un huevo crudo, una bolsa con agua...
      Perdone esta escatológica respuesta, pero solo he querido aclarar su onomatopéyica confusión.

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