Todas las civilizaciones de las que existe memoria historia, ascendieron hasta alcanzar el summun y luego decayeron, rodaron por la otra ladera y se estrellaron estrepitosamente hasta desaparecer, pero eso no ocurrió de golpe. Todo lleva un ritmo, que puede ser más rápido o más lento, pero siempre va precedido de una serie de signos inequívocos, aunque muchas veces no se repare en ellos. Y, ahora mismo, estamos asistiendo a la decadencia de una civilización. Tal vez, en lo único que reparamos por su gran impacto social, es en la crisis financieral, pero existen otras crisis de diferentes tipos, que pueden llegar a ser extremadamente graves, no sólo en el plano económico. Hay un signo claro para quien quiera verlo: ¡todo vale! con tal de hacer dinero ¡todo vale! Se llega a vender el orgullo, la honradez, la intiminidad... el alma.
Hay que plantear una alternativa al capitalismo, porque está meridianamente claro, que por esta vía no existe futuro para todos.
Recuerdo una entrevista, allá por los años 90, entre el, por aquel entonces, secretario general de las Naciones Unidas, el egipcio Butros Ghali y el viceprimer ministro de Irak, Tarek Aziz (curiosamente, ambos cristianos coptos de países con mayoría musulmana) en la que Ghali le dijo a Aziz, que los absurdos intentos de los islamistas, acabarían por retrotraer la civilización a la Edad Media. "¡Sí! respondió Aziz, tal vez sea cierto, pero los occidentales sois unos decadentes".
Para nuestra desgracia... ¡ambos tenían razón!
Ciudadano Plof
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