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29/10/16

OTRA PROHIBICIÓN DE LA IGLESIA

El Vaticano prohíbe conservar o esparcir las cenizas de los difuntos

La Iglesia católica prohíbe a sus fieles esparcir las cenizas de los difuntos, dividirlas entre los familiares y también que sean conservadas en casa, según un nuevo documento publicado por la Santa Sede.


La Iglesia prefiere la sepultura de los cuerpos porque con ella 
"se demuestra un mayor aprecio por los difuntos",
 aunque no prohíbe la cremación.

La regulación, redactada por la Congregación para la Doctrina de la Fe*, que está presidida por el Cardenal Gerhard Müller, reafirma las razones doctrinales y pastorales que optan por la sepultura de los cuerpos y de las que emanan las normas relativas a la conservación de las cenizas en caso de la cremación.

En este sentido, recuerda que "la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados", pero establece que no hay "razones doctrinales" para censurar la práctica de la cremación.

La cremación no impide la resurrección


Así, la Iglesia establece ahora que "cuando razones de tipo higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación, ésta no debe ser contraria a la voluntad expresa o razonablemente presunta del fiel difunto. "La Iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica, ya que la cremación del cadáver no toca el alma y no impide a la omnipotencia divina resucitar el cuerpo y, por lo tanto, no contiene la negación objetiva de la doctrina cristiana sobre la inmortalidad del alma y la resurrección del cuerpo", ha señalado.

Sin embargo, se puntualiza que "la Iglesia sigue prefiriendo la sepultura de los cuerpos porque con ella se demuestra un mayor aprecio por los difuntos". En todo caso, precisa que la cremación no está prohibida, a no ser que haya sido elegida por razones contrarias a la doctrina cristiana". Además, avisa de que se deberá tener cuidado de caer en alguna expresión que pueda causar "escándalo o indiferencia religiosa".


El nuevo documento agrega que "si por razones legítimas se opta por la cremación del cadáver, las cenizas del difunto, por regla general, deben mantenerse en un lugar sagrado, es decir, en el cementerio o, si es el caso, en una iglesia o en un área especialmente dedicada a tal fin por la autoridad eclesiástica competente".

Conservación en lugares sagrados


El texto establece además que la conservación de las cenizas en un lugar sagrado puede ayudar a reducir el riesgo de sustraer a los difuntos de la oración y el recuerdo de los familiares y de la comunidad cristiana. Así, además, se evita la posibilidad de olvido, falta de respeto y maltrato a los restos, que pueden sobrevenir sobre todo una vez pasada la primera generación, así como prácticas inconvenientes o supersticiosas.

Excepciones para conservar las cenizas en casa


En cualquier caso, la doctrina de la fe señala que está totalmente prohibida "la conservación de las cenizas en el hogar". "Sólo en casos de graves y excepcionales circunstancias, dependiendo de las condiciones culturales de carácter local, el sacerdote, de acuerdo con la Conferencia Episcopal o con el Sínodo de los Obispos de las Iglesias Orientales, puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar", se especifica. Pero alerta de que las cenizas no pueden ser divididas entre los diferentes núcleos familiares y se les debe asegurar respeto y condiciones adecuadas de conservación.

El Papa Francisco también ha aprobado que para evitar cualquier malentendido panteísta, naturalista o nihilista, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua o en cualquier otra forma, o la conversión de las cenizas en recuerdos conmemorativos, en piezas de joyería o en otros artículos". En esta línea, señala que hay que tener en cuenta que para estas formas de proceder no se pueden invocar razones higiénicas, sociales o económicas que pueden motivar la opción de la cremación.


El texto recuerda que en 1963 la propia Santa Sede estableció que "la Iglesia aconseja vivamente la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos". Entonces añadió que la cremación no es contraria a ninguna verdad natural o sobrenatural y que no se podían negar los sacramentos y los funerales a los que habían solicitado ser cremados, siempre que esta opción no obedezca a la negación de los dogmas cristianos o por odio contra la religión católica y la Iglesia.

Extendida en muchos países


La Doctrina de la Fe destaca que la cremación se ha extendido "notablemente en muchos países" y que, al mismo tiempo, "también se han propagado nuevas ideas en desacuerdo con la fe de la Iglesia". El Vaticano también explica que "la inhumación es en primer lugar la forma más adecuada para expresar la fe y la esperanza en la resurrección corpórea".

"Enterrando los cuerpos de los fieles difuntos, la Iglesia confirma su fe en la resurrección de la carne y pone de relieve la alta dignidad del cuerpo humano como parte integrante de la persona con la cual el cuerpo comparte la historia", destaca el texto.


La Iglesia advierte que "no puede permitir, por lo tanto, actitudes y rituales que impliquen conceptos erróneos de la muerte, considerada como anulación definitiva de la persona, o como momento de fusión con la Madre naturaleza o con el universo, o como una etapa en el proceso de re-encarnación, o como la liberación definitiva de la 'prisión' del cuerpo".

La nueva instrucción especifica finalmente que "mediante la sepultura de los cuerpos en los cementerios, en las iglesias o en las áreas a ellos dedicadas, la tradición cristiana ha custodiado la comunión entre los vivos y los muertos, y se ha opuesto a la tendencia a ocultar o privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos".



COMENTARIOS

Galleto Fontanedo
Lo que resulta innegable es que, con la cantidad de gente que han quemado viva a través de la historia, sobre el tema de las cenizas la Iglesia Católica es toda una autoridad.

laquintacolumna
De mezclarlas con cocaína y esnifarlas no dice nada ¿no?

FUENTE: publico.es
Europa Press
Roma - 25/10/2016


Fíjense bien que la Iglesia no recomienda: ¡prohibe! Y es que resulta algo inherente a su razón de existir. Tal vez esté ahí la clave de todos sus males: el excesivo uso del verbo PROHIBIR. 

¡Hay que ver qué cucos! Hasta hace relativamente poco tiempo (años 60 del pasado siglo) la Iglesia prohibía taxativamente la incineración, aduciendo que eliminaba el soporte físico necesario para una futura resurreción, pero ahora, ante el aumento imparable de las cremaciones, resulta que sí se puede "resucitar" aunque no exista cuerpo, aduciendo el peregrino razonamiento de que "para la divinidad no hay nada imposible"

Es que no pierden una.

En cuanto al interés por los enterramientos tradicionales y el consiguiente negocio funerario, es algo sobre lo que habría que hablar largo y tendido.

10/7/12

EL PAPA BLINDA EL SANTO OFICIO CON UN OBISPO MUY CERCANO

Ratzinger designa al alemán Ludwig Müller como guardián de la ortodoxia

Gerhard Ludwig Müller

Joseph Ratzinger dirigió durante 23 años, coincidiendo con el pontificado de Juan Pablo II, la Congregación para la Doctrina de la Fe, el antiguo Santo Oficio, tal vez el puesto más delicado de la Curia Romana. Por tanto, el nombramiento del obispo de Ratisbona, Gerhard Ludwig Müller, como nuevo prefecto no viene más que a confirmar que Benedicto XVI, de 85 años, desea que tras su muerte —o tras su dimisión— la vigilancia de la ortodoxia de la Iglesia católica quede en alguien de su entera confianza. Además de alemán y teólogo, Müller, de 64 años, comparte con el Papa —a quien conoce desde antiguo— una manera de mirar el camino de la salvación.

Se da la circunstancia de que cuando Ludwig Müller fue nombrado obispo, allá por 2002, eligió como lema “Dominus Jesus”, que es también el título de la polémica declaración sobre Jesús como única vía de salvación que patrocinó Joseph Ratzinger durante las dos décadas que dirigió la Doctrina de la Fe. Así que, después de tantos disgustos recientes, Benedicto XVI se asegura al menos cierto sosiego con el nombramiento de Ludwig Müller, que automáticamente recibirá el tratamiento de arzobispo. El nuevo prefecto fue además el que preparó la visita del actual Pontífice a Baviera, en 2006, y la publicación de todas las obras de Joseph Ratzinger —los 16 volúmenes de la llamada Opera Omnia— en alemán.

Joseph Ratzinger

El relevo en la dirección del antiguo Santo Oficio no se ha producido, que se sepa, de manera traumática, sino porque el anterior prefecto, el cardenal estadounidense William Levada, presentó su dimisión por motivos de edad y de salud. Levada cumplió 76 años el pasado mes de junio, por lo que, teniendo en cuenta que la edad teórica de jubilación en el Vaticano es a los 75 años —edad oficial de retiro para los obispos—, ha permanecido un año más al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No obstante, al ser menor de 80 años, el cardenal estadounidense aún podría participar en el próximo cónclave si se celebrara en los próximos cuatro años.

Hay otro dato que revela hasta qué punto Joseph Ratzinger preparó de forma cuidadosa el relevo, como si de verdad estuviese haciendo testamento. El prelado Müller, en su calidad de prefecto de la Doctrina de la Fe, será también el presidente de la pontifica comisión Ecclesia Dei, que se encarga de la relación —casi siempre muy complicada— con las comunidades tradicionalistas, como los lefebvrianos. Teniendo en cuenta la salida de un estadounidense y la colocación de un alemán, Benedicto XVI creó hace unos días un nuevo puesto, el de vicepresidente de la comisión Ecclesia Dei, y nombró a un estadounidense, Augustine Di Noia. Los acontecimientos recientes en el Vaticano demuestran hasta qué punto es importante no perder el equilibrio.

Publicado por el diario EL PAÍS
Pablo Ordaz (Roma) 2 JUL 2012