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16/1/18

PRIORIDADES ANALÍTICAS

Prioridades analíticas sobre Juan Carlos de Borbón


Reconozco que la foto que he elegido no dice mucho sobre el tema semanal a tratar, todo un riesgo para ser mi primera incursión en Público. ¿De qué irá a hablar Masa? ¿Prostitución, drogas, dinero malversado, instituciones caducas o de mandíbulas que bailan cual joven veinteañero en una rave de Monegros? Sabe Jesucristo nuestro señor que al hablar de nuestro octogenario monarca  inevitablemente tengo que tocar todos esos palos, pero por extraño que parezca no he encontrado ninguna foto de Juan Carlos de Borbón esnifando cocaína en la proa de su yate. Una verdadera lástima.

Esta semana nos ha sorprendido una noticia publicada en un diario italiano donde narran una supuesta infidelidad del Borbón. Una infidelidad accidentada, pues por lo visto un guardaespaldas avisó a nuestro Aragorn ibérico de que la Reina estaba apunto de hacer acto de presencia en pleno coito marítimo. La solución: tirar por la borda a la modelo que nuestro Juancar se había llevado a su yate. Una lancha marítima tuvo que rescatar a la modelo mientras el exmonarca sonreía a Sofía en plan “hey cariño, qué tal, yo aquí tumbado en la cama, empalmado y con un champagne más caro que el salario medio de cualquier trabajador. Ya sabes, chill out, haciendo tiempo hasta que llegaras”.

El Fortuna, antiguo yate de Juan Carlos I

Comienzo el anterior párrafo con un “nos ha sorprendido” porque parece ser que las masas, en pleno 2017, desconocían que Juan Carlos es un convencido faldero, algo que se viene sabiendo desde hace décadas. Entiendo que es una imagen que choca con la pulcritud y sobriedad que la institución monarquica preside, pero qué coño, ¿hay algo más monárquico que un rey hedonista y déspota?

La cuestión de todo esto, y lo que a mi personalmente me maravilla, es la polémica que ha generado esta notica en nosotros, el populacho. Esa señora que, esperando su turno en la peluquería armada con un ejemplar de la revista Pronto afirma estar “terriblemente decepcionada” con el mataelefantes. Sí. Esa misma señora que afirma que la infanta Leonor es como una hija para ella. O también me vale ese señor que, apoyado en la barra del bar, entona un “esto sí que no me lo esperaba de él” mientras apura un carajillo antes de entrar en la fábrica de aluminio.


¿De verdad, amigos? ¿De verdad es ESTO lo que os indigna a nivel máximo? ¿En serio me estáis diciendo que la gota que ha colmado el vaso es este casi chascarrillo sobre nuestro anterior monarca?

Hablamos de una institución impuesta por Francisco Franco. Sí, el caudillo. Un rey que, en su primera aparición como tal en televisión, anunció deberle todo a la figura del dictador. Fue su pupilo durante años, vaya.

Nadie ha votado a este señor, está ahí por su apellido y porque la polla del fascista que mandó en este país 40 años así lo quiso. Su reinado es casi un trofeo de guerra (civil). Qué, ¿nada? ¿Esto no os indigna un poco más?


Juan Carlos, un señor que llegó a España con lo justo y que a día de hoy tiene una fortuna de 2.000 millones de euros. Teniendo en cuenta que su salario se lo pagamos nosotros a través de los presupuestos generales del Estado (y muchas más cositas oscuras como ese yate real que pasó como ‘gastos de Interior’) significa que esa ingente cantidad de dinero ha salido de tus madrugones para currar en ese empleo que odias. Qué, ¿nada tampoco? ¿No te causa un pelín más de resquemor?

No dudo que es algo indignante. ¡ Joder, que has tirado a una mujer al mar!  Todo para que la Reina no supiera lo que eres. Pero oiga, mire, creo que su institución como tal ya era indignante desde el minuto uno, y su presencia en las instituciones un insulto a la inteligencia, más allá de sus escarceos acuáticos con una modelo.



Llámame loco. Yo que sé.

FUENTE: publico.es
Fotomatón Masa
13/01/2018



No tengo muy claro
si fue la polla o el huevo.

13/1/18

COSAS DEL "CAMPECHANO"

Cuando el Rey Campechano ordenó echar a una modelo al mar para que no lo pillara la Reina

El bribón. Foto: Novella 2000

“Estaba el Rey con una modelo en su barco, cuando le alertaron, “¡que viene la Reina!”. Un escolta cogió a la modelo y la arrojó al mar, de donde la rescató una lancha de salvamento. Sofía fue recibida por su esposo sonriente, quien casualmente tenía champán en el frigorífico”. La “anécdota” la refiere el diario italiano ‘Il Corriere de la Sera’ y ha sido discretamente recogida por la prensa del corazón, no así por la “prensa seria”, que suele pasar de puntillas sobre los trapos sucios del Borbón jubilado.

‘Il Corriere’ traza un inclemente perfil del monarca español con motivo de su 80 cumpleaños. Cifra en “1.500” las mujeres que se ha beneficiado el Campechano en sus 40 años de reinado -casi una por semana, ni Julito Iglesias-, aunque ninguna “ha tenido que cruzarse con la Reina, mucho menos la decoradora catalana Marta Gayà o la vedette Bárbara Rey”. Muchas otras, en cambio, fueron lanzadas al pilón.


El rotativo italiano cifra la “legendaria herencia personal” de Juan Carlos I en “2.000 millones de euros” y asegura que Su Ex Majestad tiene 72 coches deportivos, amén de una colección de Harleys. El perfil aprovecha para poner al día a los italianos de algunos cotilles bien conocidos por los españoles -aunque sea por lo bajinis- como su afición a las escapadas nocturnas y sus buenas -a la par que lucrativas- relaciones con los países del Golfo.

Y es que, en sus propias palabras, Juan Carlos de Borbón anda “escaso de aquí” (dice mientras se señala la sesera) pero de aquí (tocándose la nariz) “soy invencible”. ¡Ay, Bribón!


FUENTE: strambotic
11/01/2018

7/8/16

BERTÍN OSBORNE, ENCABRONADO

 Bertín Osborne (caricatura de Luis Grañena)

Camina por la televisión con esos andares de semental con privilegios que se les pone a los toros indultados.

Hace de campechano y hay que aguantarlo. Es más o menos andaluz a conveniencia: su jerezanía es condicional. Adora pronunciar mal los participios, dejarlos mal acabaos, cree que rompiéndoles la ‘d’ se acerca al populacho.

Ya se sabe que la campechanía es un truco para que los pobres nos traguemos que mañana podríamos ser también millonarios o monarcas. Bertín exhibe su temperamento de taberna a punto de cerrar y la gente aplaude. Es muy humilde, se dice, diferente a otros ricachones, se dice. Sin embargo, no es que se acerque al pueblo, más bien desciende sobre él a la manera clásica del terrateniente graciosete, o sea, un poco como una aparición mariana. Y más nos vale agradecérselo porque se trata de una concesión, de benevolencia latifundista. Además, nada le fastidia tanto como que le rompan el personaje.

 Latifundio (Andalucía)

Confía en que su tonito incombustible de chiste escatológico rompe cualquier argumento inconveniente, pero si no ocurre así, se enciende. “Me estoy encabronando”. El hecho de avisarlo constituye un defecto de la casa. La gente común se encabrona sin más, no obstante, los billeteros de estirpe advierten, porque su verbo es poder y hay que clavarse en firmes.

Engaña a muchos con su simpatía, pero hay que fijarse más. En su ceño hay una arruga latente, un pliegue pequeño y cerrado como un prepucio retraído. Una huella de que sus enfados contienen un punto muy macho y muy viril. Incluso podría pensarse que tontorronea tanto para que no le regrese el gesto a su estado original. Sólo la cara en reposo desvela la personalidad genuina.

Tiene brazos abarcadores, pero, sobre todo, juguetones y caprichosos para cortar el bacalao. Todo su tren superior está muy contento de haberse quitado la ropa de rico. Aun así, las camisas se le asientan en los hombros con la despreocupación que da poseer buenas bodegas. Ese rollo aireado y de sol a deshora, sin duda, forma parte de su atractivo.


Es un guapo en retirada desde hace muchos años porque la belleza de factura soberbia es más transitoria que cualquier otra. La vanidad moldea las facciones con mayor intensidad que otros rasgos del carácter: estira mucho el rostro y exige tanta piel que, al final, uno tiene más cara de la que puede mantener y se queda con un aspecto de cama deshecha. Tal vez por eso, cuantos más años pasan más se ríe, para dar cobertura y esqueleto a la doble cara que le cuelga.

Gusta mucho a las señoras de antes, que creen que al hombre le hace falta mucho pelo en la voz, al menos a cuatro cabellos por poro, y unas orejas muy pegadas a la cara. Este sector femenino no ve que su canallería risueña no es más que un remiendo televisivo de una despreciable chulería de manual.

Cuando habla con una mujer, se nota que le gustan los caballos (preferiblemente si es joven). La mira con vocación mercantil y de asueto, explora disimuladamente la fisonomía femenina, analiza la dentadura, la jovialidad y la predisposición de la piel; parece calcular la mecánica de la cadera, su capacidad de amortiguación. Y entonces le sube un ruborcillo, se le sonríe hasta la hebilla del cinturón. Qué guapa está Sara Carbonero. De hecho, su cinturón expresa una nostalgia de hombre cabal, de tiempos en que el pantalón se ajustaba al borde o, incluso, por encima del ombligo. También le gustan las rancheras, un género de nalga azotable y renqueante. En cada ranchera hay una intención que es una mezcla de doma y de reproche.


En sus ojos hay, a veces, una ligera desorientación no achacable a ninguna bizquera ni estrabismo, sino a la sospecha y la vigilancia, parece como si llegara de cometer algo inconfesable y revisara a los presentes, amenazándolos veladamente, conminándolos al silencio, a punto de encabronarse de nuevo.

FUENTE: ctxt.es
Fauna Ibérica
Estaban Ordóñez
19/04/2016