Tomando el cafelito matutino en el bar de costumbre, surgen circunstanciales diálogos que derivan hacia lo social, lo económico, lo deportivo, lo político y hasta lo religioso, y que, a veces, terminan como el rosario de la aurora; como hoy qué, contemplando por la televisión las imágenes del terremoto acaecido en la frontera irano-iraquí, di en razonar que, a dios (en todas sus versiones) los humanos le importamos un carajo. Ante lo cual, uno de los parroquianos, dijo:
- ¡Usted es un hereje!
- ¡Y a mucha honra! -contesté - El problema estriba en que, desde pequeños, la Iglesia nos convenció de que esa palabra identificaba a lo más reprobable del género humano, formando parte de una larga colección entre las que incluye, blasfemo, injurioso, apóstata... todo aquello "malo y negativo" que pueda cuestionar lo establecido. Pero ¿sabe usted cuál es el verdadero significado de la palabra herejía?
- ¿Cuál? - respondió.
- Pues ni más ni menos que la controversia o rechazo de determinados dogmas y postulados. De donde podemos inferir que, el hereje, es aquel individuo que no se deja convencer ciegamente y que, afianzado en la lógica y en la razón, busca la verdad por si mismo... contra viento y marea.
Tengan por seguro que si los ciudadanos no fuéramos tan maleables, tan dóciles y tan sumisos...
Citizen Plof
¡Sí!... ¡El gallo del hereje!
ResponderEliminar¡Je, je, je...! Esto me recordó cuando, en 2002, se prohibió la canción "Aserejé" en determinados colegios religiosos hondureños porque, según sus responsables, incitaba a la herejía: "a ser hereje"... ¡Hay que joderse!
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