Ahora que ha estado en boca de casi todo el mundo, la posibilidad de la elección de un Papa negro: el penúltimo pontífice en la historia de la Iglesia, según predicen las famosas profecías de San Malaquías, vengo a caer en la cuenta de que este cardenal argentino, llamado Jorge Mario Bergoglio (hoy Francisco I) a pesar de pertenecer a la raza blanca y ser descendiente de italianos, bien pudiera ser el Papa Negro que la profecía anunciaba; no en vano es jesuíta, y el hábito de su orden tiene ese color, o ése no color, para ser más exacto. De hecho, rebuscando en las oscuras galerías de la memoria, recuerdo, de mis lejanos días de estudiante, al sacerdote que nos daba la obligatoria clase de religión, diciendo que al Prepósito Superior de los jesuitas o Padre General, se le conocía como el Papa Negro, dado el poder que ostentaba en el seno de la Iglesia Católica.
En los últimos siglos, la Orden de la Compañía de Jesús (fundada por Ignacio de Loyola en 1534) ha ido perdiendo parcelas de poder, a medida que otras tendencias eclesiásticas se iban posicionando en la estructura organizativa y directiva de la Iglesia. Ahora bien, tal vez sea éste el momento de su resurgimiento de la mano de uno de sus miembros, que regirá los destinos de la Iglesia en estos años críticos, supongo que favoreciendo a los suyos como es de rigor; porque... "es de bien nacido ser agradecido".
No sé si esto servirá o no para enderezar el rumbo de la Iglesia, pero "la derrota de la aguja de marear" es de tal magnitud, ¡que venga dios y lo vea...! o mejor, que no venga, porque son capaces de volverlo a crucificar.
Ciudadano Plof
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