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23/2/19

"ESFACHOLES"


¿Saben?: A este ciudadano la España del PSOE sigue sin gustarle; tampoco me gustó la del PP, ni la de la UCD, y mucho menos la de Franco.

Supongo que me habría sentido identificado con aquella España republicana que se pasaron por los forros y que, aunque no llegué a conocerla "in situ", la añoro como tantos ciudadanos con dos dedos de frente; pero la deriva que lleva esta pseudodemocracia que nos encasquetaron, no augura un regreso a las libertades sino todo lo contrario.


Si las cosas siguen tal cual van en este puñetero "pís", algún día gobernará la extrema derecha (su dios no lo quiera). Espero no estar aquí para verlo, pero se me ocurre un nuevo nombre para tal "nación reconquistada" en sustitución de "Apaña", aquel que ya propuse cuando se destapó la "Trama Gürtel".

Deberían llamarla "Esfacha". Perdería la "eñe", esa letra patriótica e identitaria, pero al ganar la "ce" y la "hache" (la antigua "che") formaría rima consonante con "facha", algo que les vendría como anillo al dedo.


Claro que para definir a los súbditos del "renovado"reino" habría que crear un nuevo gentilicio. Caben diferentes posibilidades:  "Esfachanes", "Esfachanos", "Esfachenos", "Esfachenses", "Esfacheños", "Esfachinos", "Esfacholes", "Esfachones", "Esfachusos"...

Elijan el que más les guste. Yo, particularmente, me decanto por "Esfacholes", tanto por la similitud fonética con el término actual como por esos "oles" que sé de buena tinta les van a encantar un huevo a los ultraconservadores por la connotación taurina que trasluce.


Porque está claro que lo suyo son la sangre y los cuernos.

Citizen Plof

14/7/16

AL TORERO EN SU COGIDA

Matador, no pienses que tu muerte en la arena me deja indiferente


Tampoco lo hacen tus heridas. Y esa mueca convulsa, aunque te cueste creerlo, mejor dicho: a pesar de que te convenga negarlo, me sobrecoge y entristece. Así pasa cuando la empatía con el sufrimiento de otros no se construye sobre la distinción entre especies, sino que se apoya en la conciencia del padecimiento ajeno y del valor que la propia vida posee para cada cual. Sé que te resultará difícil entenderlo y que aún haciéndolo preferirás no admitirlo, pues tal sinceridad desmontaría una de las falacias más ruínes y recurrentes utilizadas por el mundo de la tauromaquia para denostar a los que pedimos la abolición. Y no estáis sobrados de razones precisamente.

Lo cierto es que se me antoja un instante terrible aquel en el que el cuerno del toro desaparece en tu ingle o se hunde en tu rostro desencajado. Igual de espantoso, torero capaz de sentir miedo y dolor, que el de tu espada ensartada en el animal hasta la empuñadura mientras el acero le atraviesa piel, músculos, nervios y vísceras. Él, para su desgracia en un mundo donde la reacciones humanas son la única medida, no sabe gritar, pero está tan dotado como tú, mamífero vestido de luces, para experimentar angustia física y psíquica...


Ambos cuerpos sangrientos y desvencijados, el tuyo de hombre y el suyo de toro, los entiendo como un tributo absurdo y dramático a la escenificación de la violencia transformada en tradición intocable, en espectáculo y en negocio. Pero no es una tragedia sobrevenida por azar, ni la consecuencia indeseable de una acción virtuosa y necesaria. Son la estupidez y la brutalidad elevadas a arte imprescindible cobrándose el precio más alto por la crueldad, la ambición, la ignorancia y el egoísmo del ser humano.

Tu muerte me estremece tanto como la del toro, es verdad. Pero existe un matiz que diferencia tu suerte de la suya: él no escogió entrar en la plaza para ser torturado y ejecutado. Es, por lo tanto, la víctima. Tú saliste triunfante al ruedo de forma voluntaria con la intención de martirizarlo y acabar con su vida. Eres, pues, el verdugo. Y sólo muy de vez en cuando el destino te depara lo que al toro tú le reservas siempre.


A pesar del papel que cada uno tenéis asignado (el animal jamás puede elegir el suyo), mi entrañas se encogen si cualquiera de los dos, se dobla cayendo sobre la arena para masticar su sangre e intentar respirar sin que el oxígeno le llegue a los pulmones. No os ocurre sin embargo lo mismo a vosotros, taurinos de sensibilidad tan selectiva, porque cuando eres tú, matador, el que recibe el daño, los gritos de tus pares expresan su profunda aflicción, pero al ser el toro agonizante al que se le escapa la vida por sus hemorragias brotan los aplausos y las ovaciones. ¿Te imaginas que hiciésemos nosotros lo mismo mientras te llevan en brazos a la enfermería? Ahórrate el esfuerzo porque tal cosa no ocurrirá. Juráis amar al toro y le procuráis suplicio hasta la muerte. Nosotros, sin amaros, no deseamos vuestro dolor y tampoco el suyo. Esa es la diferencia entre el concepto que tenéis de respeto a la vida ajena y el nuestro.


FUENTE: diariosigloxxi.com
Julio Ortega Fraile
01/11/2011

13/6/12

UN CABALLO DESTRIPADO... ¿ESO ES CULTURA?


¿Es esto lo que queréis blindar? Ved las imágenes, que las contemplen todos los ciudadanos, niños incluidos por supuesto, que sepan qué es lo que os empeñáis con tortuoso y patológico afán en proclamar Bien de Interés Cultural: la dantesca estampa de un caballo destripado trotando en la Maestranza de Sevilla hacia su muerte por un camino de sufrimiento atroz, inimaginable para vosotros caterva despiadada. Sus vísceras colgando no sólo no os perturban, taurinos enfermos, sino que a algunos os divierten. Esta vez no podréis mentir como soléis hacer, pues hay fotografías que recogen a espectadores, aunque tal vez debería calificarlos de engendros, sonriendo con ganas mientras el toro escarba con sus cuernos en la barriga del desdichado caballo.

Y sí, digo niños, claro que lo hago, porque es preferible que de una vez por todas contemplen la feroz realidad de la tauromaquia para así rechazarla el resto de su vida, a que se vean sometidos a vuestros continuos intentos de acceder a las escuelas para con degeneradas charlas en ellas o llevándolos de excursión a los infames ruedos, imbuir en sus mentes las bondades de un espectáculo tan miserable e inmundo como aquellos que lo defienden.


Yo sé que nada os importa la suerte de ese caballo llamado Xelin, como tampoco lo hace la del toro y, en no pocas ocasiones, incluso esperáis que vuestra entrada os brinde alguna grave cogida que después recordar y comentar con vuestros depravados colegas de afición, que probablemente sentirán envidia al saber que fuisteis testigos de la menos habitual, pero también factible, escena abundante en sangre con el matador como protagonista. El desajuste mental y el extravío ético del que hacéis gala os convierte en seres profundamente nocivos para la sociedad. No me pidáis comprensión ni respeto, no cuando vuestra perversión es la que provoca y perpetúa la agonía continua de seres vivos. Hoy la de un caballo, a veces la de hombres y siempre la de los toros.

Hace pocos días veía en una página taurina los resultados de una encuesta en la que se preguntaba si los caballos debían o no llevar funda. Casi un 80% de los que habían votado decían que no. Supongo que alimenta vuestro morbo, vuestra insaciable necesidad de sufrimiento en el cuerpo de otros, la sola idea de regresar a aquellos tiempos en los que por no disponer de protecciones, en casi todas las corridas de toros moría algún caballo tras desparramar sus entrañas por el albero. Hay que ser sádicos para añorar algo así. Hay que ser como vosotros sois.


Que las terribles imágenes de ese animal, que las palabras dichas por taurófilos al respecto como que "es un espectáculo de vida y muerte por mucho que los antitaurinos no lo entiendan y al caballo le había llegado su hora", que las risas de los testigos y que la absoluta certeza de que la tauromaquia es, además de una exhibición de violencia y dolor, uno de los modos más abyectos de emplear el dinero público, sirvan para que de una vez por todas se ponga desde la administración fin a esta diversión y negocio propio de psicópatas. Si ellos hablan de arte, cultura o tradición yo quiero, Señores Políticos, hacerlo de valor: el que les pido que tengan para contemplar con detenimiento las imágenes de Xelin con el contenido de su abdomen fuera y después decidan. Ya está bien de transigir con la crueldad de este crimen injustificable contra animales y humanos.

Hoy mi angustia y mi rabia son muy difíciles de describir. Es tal la repulsión que siento por quienes perpetran, permiten, alientan y subvencionan algo así, tan desgarradora mi tristeza ante la visión de ese caballo cuyo padecimiento apenas puedo concebir, me golpean con tanta fuerza en el cerebro y en el estómago la aversión y el aborrecimiento, y es de tal intensidad el desprecio que siento por los canallas que hacen esto posible, que sólo insultos que al fin no serían más que descripciones y aún escasas saldrían de mi boca. En cualquier caso, ni todas las palabras que yo pueda pronunciar, cargadas de animadversión y hasta de odio, serían una parte infinitesimal de todo el daño que ellos causan en un solo minuto de una corrida.


Información tomada de kaosenlared.net
Julio Ortega Fraile, Delegado de LIBERA! en Pontevedra