Citizen Plof

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30/10/18
EL MISMO CUENTO
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Viñeta
25/1/16
MALVADOS POR LA GRACIAS DE DIOS
Como escritor y como lector siempre me han fascinado los
villanos. Hitchcock decía que una película era tanto más eficaz cuanto
más convincente fuese su villano. Quizá el mejor de los suyos sea el
estrangulador de Frenesí, el simpático frutero que protagoniza la violación más desagradable del cine. En Moby Dick
Melville le ofreció el papel de villano a un cachalote hasta que
comprendió que el capitán Ahab daba más juego.
Cormac McCarthy los combinó a los dos en la escalofriante figura del juez Holden, el todopoderoso genocida de Meridiano de Sangre que viola y asesina niños, masacra indios y luego toca el violín. El peor malvado de los míos, que yo recuerde, es Boris, el pederasta ucraniano de Punto de Fisión que se recauchutó la cara intentando parecerse a Lenin y enviaba chavales a la ciudad fantasma de Pripyat para recuperar objetos valiosos que las familias se habían dejado olvidados tras el accidente nuclear de Chernobyl.
Sin embargo, ninguna de esas creaciones puede compararse, ni siquiera de lejos, con el Jehová del Antiguo Testamento, un mandamás irascible, caprichoso y violento que lo mismo ordena devastar una ciudad que mata a todos los primogénitos de Egipto. Resulta cuando menos curioso que un Dios que ama tanto a sus criaturas decida castigar a Job arruinando su salud, arrasando sus tierras, matando sus ganados, sus criados, su mujer y sus hijos, sólo por ganarle una apuesta al diablo. La historia del pobre Job explica por sí sola muchas miserias y contradicciones de la cultura judeocristiana y de la psique occidental. Causa pasmo repasar las explicaciones peregrinas que han dado los teólogos para dar a esta prodigiosa y sádica fábula un contenido moral.
Borges advirtió con toda la razón que el realismo sólo es “una rama menor de la literatura fantástica”. Qué decir entonces de la Biblia, del Corán, del Bhagavad Gita o de cualquier otro tratado religioso, que se han leído y se siguen leyendo como irreprochables guías de conducta. Sólo desde esa ciega y remota atalaya (la voz de Dios) se entiende que surgan aberraciones como el Daesh (anteriormente conocido como ISIS) o el mucho menos publicitado e igualmente terrorífico LRA, el Ejército de Resistencia del Señor, la organización terrorista cristiana de Uganda que lleva en danza casi tres décadas, que usa miles de niños como esclavos sexuales y guerreros suicidas y cuyo líder, el visionario Joseph Kony, hace que el ficticio juez Holden parezca un hippie calvo.
Estos días el Daesh ha confirmado la muerte de "Jihadi John", el cobarde matarife del rostro velado que degollaba periodistas arrodillados como si fueran corderos. A los dioses, incluidos los dioses únicos del monoteísmo, siempre les han complacido los sacrificios humanos. “Si Dios no existe, todo está permitido” es una célebre cita falsa de Dostoievski que adultera un pasaje bastante más complejo de Los hermanos Karamazov. No hace falta ser un genio para dar una vuelta a la frase y llegar a la misma conclusión que llegó Zizek, es decir, que no sólo es la fe en Dios sino el delirio de creerse su instrumento en la tierra los que santifican cualquier barbarie.
En octubre de 2005, otro iluminado, George W. Bush anunció al mundo: “Dios me pidió acabar con la tiranía de Irak”. Y en ésas estamos, de vuelta a la Edad Media, consultando libros sagrados y modernizando las guerras de religión. Para que luego digan que la literatura no sirve para nada.
FUENTE: publico.es
Punto de Fisión
David Torres
21/01/2016
Cormac McCarthy los combinó a los dos en la escalofriante figura del juez Holden, el todopoderoso genocida de Meridiano de Sangre que viola y asesina niños, masacra indios y luego toca el violín. El peor malvado de los míos, que yo recuerde, es Boris, el pederasta ucraniano de Punto de Fisión que se recauchutó la cara intentando parecerse a Lenin y enviaba chavales a la ciudad fantasma de Pripyat para recuperar objetos valiosos que las familias se habían dejado olvidados tras el accidente nuclear de Chernobyl.
Sin embargo, ninguna de esas creaciones puede compararse, ni siquiera de lejos, con el Jehová del Antiguo Testamento, un mandamás irascible, caprichoso y violento que lo mismo ordena devastar una ciudad que mata a todos los primogénitos de Egipto. Resulta cuando menos curioso que un Dios que ama tanto a sus criaturas decida castigar a Job arruinando su salud, arrasando sus tierras, matando sus ganados, sus criados, su mujer y sus hijos, sólo por ganarle una apuesta al diablo. La historia del pobre Job explica por sí sola muchas miserias y contradicciones de la cultura judeocristiana y de la psique occidental. Causa pasmo repasar las explicaciones peregrinas que han dado los teólogos para dar a esta prodigiosa y sádica fábula un contenido moral.
Borges advirtió con toda la razón que el realismo sólo es “una rama menor de la literatura fantástica”. Qué decir entonces de la Biblia, del Corán, del Bhagavad Gita o de cualquier otro tratado religioso, que se han leído y se siguen leyendo como irreprochables guías de conducta. Sólo desde esa ciega y remota atalaya (la voz de Dios) se entiende que surgan aberraciones como el Daesh (anteriormente conocido como ISIS) o el mucho menos publicitado e igualmente terrorífico LRA, el Ejército de Resistencia del Señor, la organización terrorista cristiana de Uganda que lleva en danza casi tres décadas, que usa miles de niños como esclavos sexuales y guerreros suicidas y cuyo líder, el visionario Joseph Kony, hace que el ficticio juez Holden parezca un hippie calvo.
Joseph Kony
Estos días el Daesh ha confirmado la muerte de "Jihadi John", el cobarde matarife del rostro velado que degollaba periodistas arrodillados como si fueran corderos. A los dioses, incluidos los dioses únicos del monoteísmo, siempre les han complacido los sacrificios humanos. “Si Dios no existe, todo está permitido” es una célebre cita falsa de Dostoievski que adultera un pasaje bastante más complejo de Los hermanos Karamazov. No hace falta ser un genio para dar una vuelta a la frase y llegar a la misma conclusión que llegó Zizek, es decir, que no sólo es la fe en Dios sino el delirio de creerse su instrumento en la tierra los que santifican cualquier barbarie.
"Jihadi John"
En octubre de 2005, otro iluminado, George W. Bush anunció al mundo: “Dios me pidió acabar con la tiranía de Irak”. Y en ésas estamos, de vuelta a la Edad Media, consultando libros sagrados y modernizando las guerras de religión. Para que luego digan que la literatura no sirve para nada.
George W. Bush
FUENTE: publico.es
Punto de Fisión
David Torres
21/01/2016
Etiquetas:
David Torres,
Dioses,
Guerras,
Libros "sagrados",
Malvados,
Manipulación,
Por la gracia de dios,
Punto de Fisión,
Religiones,
Teología,
Villanos
3/9/15
22/6/11
TETA, PECHO O SENO
Con tal de no soltar la teta, pecho o seno, algunos políticos mamones son capaces de pactar hasta con el diablo si hace falta. De ello hay pruebas incontestables en este archipiélago atlántico, africano-europeo y macaronésico: Jardín de las Hespérides, Islas Afortunadas o Canarias.
Los antiguos pobladores de estas islas, a pesar de tener una religión de tipo animista y politeista, adoraban a diferentes divinidades, benigas unas y malignas otras, según la isla de la que se tratase. Por ejemplo: en Achinech, Nivaria o Tenerife (que lo mismo da) el dios del bien recibía el nombre de Achamán y era considerado el ser supremo, mientras que llamaban Guayota al dios del mal, habitante de las profundidades del volcán Echeyde, hoy Teide.
Con lo cual, se me ocurre que podríamos calificar, a los mamones de nuestros políticos, también como "mammones" o adoradores del dios Mammón... pero, bien pensado, nos daría igual; seguirían siendo aquéllos que no quieren soltar la "tetta", "peccho" o "senno".
¿Hace falta que dé nombres?
Ciudadano Plof
Los antiguos pobladores de estas islas, a pesar de tener una religión de tipo animista y politeista, adoraban a diferentes divinidades, benigas unas y malignas otras, según la isla de la que se tratase. Por ejemplo: en Achinech, Nivaria o Tenerife (que lo mismo da) el dios del bien recibía el nombre de Achamán y era considerado el ser supremo, mientras que llamaban Guayota al dios del mal, habitante de las profundidades del volcán Echeyde, hoy Teide.
Cuando los conquistadores arribaron a las costas canarias y esclavizaron a ese pueblo libre y soberano (¡perdón! quería decir colonizaron, pero me pudo el patriotismo), jodieron la magia de su paraíso, robaron sus tierras, sus animales, sus escasas pertenencias, violaron a sus mujeres, le contagiaron sus enfermedades, los masacraron, los vendieron como ganado... y para colmo, los obligaron a renunciar a sus dioses milenarios y sustituirlos por un único dios, cristiano y absoluto, que luego no fue tal, porque aquellas gentes bárbaras adoraban también a Mammón (dios del dinero y las riquezas)... ¡se fue todo a hacer puñetas!
Con lo cual, se me ocurre que podríamos calificar, a los mamones de nuestros políticos, también como "mammones" o adoradores del dios Mammón... pero, bien pensado, nos daría igual; seguirían siendo aquéllos que no quieren soltar la "tetta", "peccho" o "senno".
¿Hace falta que dé nombres?
Ciudadano Plof
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