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23/12/17

LAS PERSONAS NO IMPORTAN

Han sido muchos los lectores que me han escrito durante la jornada electoral esperando que el día 22 escribiera analizando los resultados electorales en Catalunya. Sin embargo, hoy me siento absolutamente incapacitado para ello. Me siento cobarde, impotente, hipócrita. Anoche, mientras muchas personas, con ciertos partidos políticos al frente, celebraban el triunfo de su visión sobre un pedazo de tierra, llegaba a Rincón de la Victoria, el pueblo en el que vivo, una patera con 56 inmigrantes subsaharianos.


Al tiempo que las luchas territoriales -porque, en el fondo, los nacionalismos (autonómicos o estatales) son eso- marcaban la jornada en España, 56 personas llegaban a la costa tras pasar un auténtico infierno. Asustadas, con frío y, al mismo tiempo, aliviadas por llegar a tierra firme, por creer que dejan atrás la miseria, la violencia que un día les empujó a dar una última batalla por la vida.

Ayer mismo, mientras en Catalunya se libraba otra batalla, la electoral enmarcada por ver qué visión sobre el terruño se impone, en Rincón de la Victoria se presentaban los Presupuestos para 2018, plagados de las típicas obras de año electoral -en este caso, preelectoral-, sin dinero real con que pagarlas y con la clara intención de atraer votos agradecidos.

Rincón de la Victoria - Málaga

¿Y las personas? Es la misma pregunta que me he hecho durante toda la campaña catalana, la que me hago con esos Presupuestos municipales del pueblo al que arribó anoche esa patera. A esos 56 inmigrantes, entre los que se encontraba una mujer embarazada, poco les importa si Catalunya es o no una república independiente o si en Rincón de la Victoria priorizan la ampliación innecesaria de una plaza sobre las políticas sociales.

Esos 56 inmigrantes ni siquiera sabían que el pueblo al que llegaron es el segundo más rico per cápita de toda la provincia de Málaga. Todo eso les da igual; sólo quieren calor, comida para el cuerpo y para el espíritu… un mínimo de solidaridad. Sin embargo, en lo único en lo que están acertados es en que todo eso da igual. El Gobierno español terminará por meterlos en una cárcel como la de Archidona -con menores entre ellos-, antes de organizar uno de esos vuelos de deportaciones masivas en los que, incluso, sedan a las personas para que no opongan resistencia.

 Cárcel de Archidona (Málaga)

Anoche me acosté en mi cama con más sentimiento de culpa que nunca. Anoche la sensación de que me ocupo y preocupo por la gente que tengo más cerca no fue suficiente para calmar el desasosiego que me produce sentir de cerca el miedo de quienes salen del marde quienes sobreviven al mar.

Anoche nada parecía suficiente y, al mismo tiempo, demasiadas cosas me sobraban, con las campañas y los presupuestos que se olvidan de las personas… que son, a fin de cuentas, quienes dan valor a un pedazo de tierra.


Anoche me acosté con la perturbación de que las personas no importan, o no lo suficiente, porque hoy, con la playa ya desierta de supervivientes de la vida, fuerzas del orden, Cruz Roja y muchedumbre móvil en mano, la escena apenas será un recuerdo, que en Nochebuena se habrá esfumado por completo.

Las personas no importan;
esa idea me martiriza más que de costumbre.

FUENTE: publico.es
Posos de Anarquía
David Bollero
22/12/2017

20/12/15

SIGUEN AHÍ

¿Que vienen los grises? Los grises nunca se fueron


Las del próximo 20 de diciembre son las elecciones más importantes de nuestra democracia. ¿Cuántas veces han oído esa expresión a lo largo de esta campaña? Probablemente muchas y, lo más inquietante, que lo habrán hecho de uno y otro lado. En parte llevan razón pero, en esencia, es mentira. Me explico: el momento, las elecciones en sí, efectivamente, son importantes, pero ¿qué democracia?


Lo que sucedió ayer por la tarde en Málaga resulta bastante ilustrativo de la democracia en la que vivimos, de este régimen en el que en ocasiones se oyen voces de alarma “que vienen los grises” para alentar al voto de izquierdas. No se equivoquen: los grises nunca se fueron… aunque aún puede ser mucho peor.

Imaginen: acto electoral de Unidad Popular con sus correspondientes permisos. ¿Motivo? Protesta animalista absolutamente pacífica y con fuerte cariz antitaurino. En un momento dado de la concentración, aparece la Policía Nacional, con sus números de identificación ocultos, solicitando la documentación a los concentrados. Ante la negativa de algunos de ellos, los policías optan por solicitarla “sólo a los que no vengáis de Unidad Popular”. Un despropósito. La convocatoria estaba hecha y se suma quien así lo desee, es libre, autorizada y abierta a quien esté o no con Unidad Popular.


¿Se imaginan a la Policía Nacional pidiendo la documentación a Rajoy cuando hace apenas unos días él mismo paseaba por la calle Larios de Málaga camino de un chocolate con churros? “¿Viene usted por el PP? Si no es así, documentación”. Eso es lo que al final ha sucedido, llegando a pedir el DNI a Fco. Javier Guzmán, el número 1 por Málaga de Unidad Popular.

Fco. Javier Guzmán Lucena, líder de Unidad Popular de Málaga

La situación se hace más esperpéntica cuando se solicita a los policías que se identifiquen. A fin de cuentas, ¿quién me asegura a mí que ese tipo es realmente policía o un impostor? El agente se niega a identificarse hasta que el ciudadano no muestre su documentación y, además amenaza con llevárselo a comisaría.


Ahorraré los momentos más propios de una tira de Ivà y su mítico Makinavaja o de Kim y Martínez el Facha, esos en los que un ciudadano normal y corriente le pide a un agente de policía que razone y éste se pone como un basilisco cerrando con un “porque lo mando yo, porque yo soy la autoridad”. Y Marcelo, el ángel de la guarda, aparcando coches…


¿Desde cuándo en una democracia real la Policía Nacional puede reventar una concentración -sea del partido que sea- que, en realidad, es un acto electoral con todos los permisos en plena campaña de Elecciones Generales? ¿No debería pronunciarse, al menos, la Junta Electoral de zona al respecto? ¿Recibían órdenes directas esos agentes o, sencillamente -y en esta ocasión me inclino más por ésto-, es una prueba más de la depuración cada vez más imperativa de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado?  Sí, esos sobre cuyas espaldas descansan los 961 casos de torturas o malos tratos recogidos por la Coordinadora para la Prevención y Denuncia de la Tortura (CPDT) en su informe anual La tortura en el Estado español en 2014 (frente a los 527 de 2013).


Así que no crean que hay que votar y saber muy bien qué se vota el 20D ante el peligro de que lleguen los grises, no. Hay que saber muy bien qué se vota, precisamente, para sacarlos de su sitio, en todas sus escalas de gama de color.


FUENTE: publico.es
Pozos de anarquía
David Bollero
15/12/2015