“Tiene más fuerza Al Jazeera que toda la riqueza de los saudíes”. Esta afirmación de Lluís Foix (La Vanguardia, 5-7-17, pág. 23) explica en pocas palabras la razón última del bloqueo al que está siendo sometido el emirato de Qatar por Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos. Egipto y Bahréin. Solo como coartada les importa a estos países el apoyo qatarí al terrorismo cuando acusan oficialmente a su vecino país de participar en diversos actos de desestabilización junto con Irán.
Al cerrar el espacio aéreo y marítimo, y también una frontera por la que transitan el noventa por ciento de productos básicos para Qatar, lo que en realidad buscan es cargarse Al Jazeera, una cadena de televisión cuyos estudios centrales están en Doha, la capital de ese país, y que es sintonizada a diario por millones de musulmanes en todo el mundo. Una cadena con sus más y sus menos, como todas, pero que ofrece informaciones impensables en aquellos países árabes donde no se tolera que la manera de contar las cosas en los noticiarios televisivos se aparte de las versiones oficiales.
Al Jazeera pone de los nervios a muchos jeques árabes, así como la CNN saca de sus casillas a Donald Trump, algo que, dicho sea de paso, no parece demasiado difícil. Dos cadenas todo-noticias, rivales globales con la misma filosofía, se encuentran curiosamente denostadas, coincidiendo en el tiempo, por los poderosos a quienes molesta el enfoque de las informaciones que transmiten. El patético e inquietante montaje del vídeo en el que el presidente de los Estados Unidos propina una paliza a alguien cuya cabeza es el logo de la CNN es sobradamente elocuente y alarmante.
Tanto en el caso de la Al Jazeera qatarí como en el de la CNN estadounidense se pone de manifiesto hasta qué punto es necesario en estos momentos, y antes que sea demasiado tarde, defender sin titubeos la necesaria existencia de medios de comunicación en libertad. Hay quien usa el periodismo de manera torticera, manipuladora y tendenciosa, claro que sí, pero esa perversa utilización de los medios que hacen algunos jamás puede servir de coartada a quienes pretenden acabar con la libertad de información. Hoy más que nunca hay que reivindicar la innegociable necesidad de una prensa que vigile e inquiete a los poderosos que sueñan con la impunidad.
Aquí, en nuestro país, tenemos variados y elocuentes ejemplos de la obstinada vocación intervencionista de los partidos políticos en los medios, sobre todo en los de titularidad pública. Tanto el PP como el PSOE, como también el PNV o CiU, o Junts pel Sí, han utilizado y utilizan las televisiones públicas en clave propagandística, sin vergüenza alguna, cuando gobiernan. Y si lo hacen en minoría, ceden algunas migajas a los partidos que los apoyan y santas pascuas. En cuanto a los medios privados, ¿qué podemos decir? Todos ellos se encuentran en manos de grupos empresariales que a su vez dependen de los grandes bancos, o de los fondos de inversión internacionales, o de la habilidad de sus dueños para bailarle el agua al gobierno de turno… Por su parte, partidos emergentes como Podemos han abogado en distintas ocasiones por una regularización de los medios. Ninguno de esos caminos acaba nunca en buen puerto.
Me parece que el trabajo de la CNN es un ejemplo a seguir. Culpable de muchos de los insomnios tuiteros de Trump, desoye las amenazas de que es objeto, como hacen también el New York Times o el Washington Post, medios que tampoco se dejan intimidar a pesar de las continuas ofensas y provocaciones que reciben, y responden redoblando esfuerzos para publicar cada vez mejores reportajes de investigación y de denuncia en una insólita batalla con la Casa Blanca hasta ahora difícilmente imaginable.
Si Al Jazeera vale más que toda la riqueza de los saudíes, las televisiones, radios y periódicos del mundo occidental son a su vez más valiosos que el poder de quienes atacan el derecho a la libre información. Por mucho que estos se empeñen en colonizar los consejos de administración de los medios. Porque por muchos riesgos e inconvenientes que pueda tener la libertad de expresión, como todas las libertades, ésta “siempre será preferible a la tranquila placidez del despotismo” como diría Tácito. Donald Trump pasará, pero lo que significa la existencia del New York Times, el Washington Post o la CNN, no.
“La fuerza de la opinión pública es irresistible cuando se expresa libremente”, dejó dicho ya, a comienzos del siglo XIX, Thomas Jefferson, tercer presidente de los Estados Unidos de América.
FUENTE: publico.es
Las carga el diablo
Juan Tortosa
06/07/2017

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11/7/17
12/6/17
TOMAR QATAR
Un terremoto geopolítico se ha desatado en las últimas semanas en Oriente Próximo a raíz de que diversos países de la zona: Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Egipto y Yemen, a los que se han sumado otros más lejanos, como Libia y Maldivas, hayan roto relaciones diplomáticas con Qatar por su "presunto apoyo a varios grupos terroristas y sectarios que
tienen como objetivo desestabilizar la región".
El gobierno de Doha, por su parte, ha
calificado de "injustificada" e "infundada" una medida que incluye el cierre de fronteras y la expulsión de ciudadanos qataríes de esos territorios.
Arabia Saudí, la cuna del islam más intransigente, ha sido el primer país en anunciar un cisma que afecta a viejos aliados de Estados Unidos apenas dos semanas después de que Donald Trump les instara desde Riad (como si se "la voz de su amo" se tratara) a unirse contra el extremismo.
Toda esta rebambaramba montada en torno a Qatar (como si fuera el único país de Oriente Próximo que apoya el Terrorismo) me hace pensar que "los muchachitos de siempre", buscan una buena excusa para invadirlo, más temprano que tarde, y rapiñarles las inmensas reservas de petróleo y gas natural que poseen.
Refinería catarí
Citizen Plof
*
QATAR
Qatar es un estado soberano árabe ubicado en el oeste de Asia y que ocupa la pequeña península de Catar en el este de la península arábiga. Tiene una única frontera terrestre, por el sur con Arabia Saudita, mientras que el resto del territorio lo bañan las aguas del golfo Pérsico. Un estrecho de agua separa esta península del estado insular de Bahréin.
Catar es una monarquía absoluta
que ha sido gobernada por la familia Al Thani desde mediados del siglo
XIX. Antes del descubrimiento de petróleo en su territorio, Catar era
famoso por la recolección de perlas y por su comercio marítimo. Fue protectorado británico hasta que ganó su independencia en 1971. En 1995 el jeque Hamad al Zani se convirtió en emir después de deponer a su padre, Jalifa bin Hamad al Zani, en un golpe de Estado pacífico.

Mapa de Oriente Próximo
Catar posee la tercera mayor reserva mundial de gas natural, lo que ha convertido al pequeño emirato en el país con mayor renta per cápita del planeta y lo ha llevado a alcanzar el índice de desarrollo humano más alto de todo el mundo árabe. Su economía es reconocida como de altos ingresos por el Banco Mundial y también figura en el puesto decimonoveno como país más pacífico a nivel global.
Catar está inmerso actualmente en una gran transformación planificada
que durará varias décadas y que pretende conseguir una economía
avanzada, sostenible y diversificada. A fin de promover el turismo, Catar ha invertido miles de millones de dólares en la mejora de infraestructuras, ha organizado los Juegos Asiáticos de 2006 y ha sido elegido país organizador de la Copa Mundial de Fútbol de 2022, el primer país árabe que lo consigue.
Instalaciones de los Juegos Asiáticos de 2006
En tiempos recientes Catar ha comenzado a ganar peso en el mundo árabe. Se acusa al país de haber prestado apoyo económico a diversos grupos terroristas durante la llamada "Primavera Árabe" y está extendiendo su influencia global a través de su televisión estatal Al Jazeera.
La nación mantiene relaciones muy cercanas con diversos poderes occidentales y asiáticos, y en numerosas ocasiones ha actuado de puente entre los Estados musulmanes y el resto del mundo. Catar tiene una población de más de dos millones de personas, pero de ellos tan sólo 250 000 son ciudadanos cataríes. La mayor parte de sus habitantes son extranjeros que trabajan y viven allí. Además, es uno de los pocos países en los que sus ciudadanos no pagan ningún tipo de impuestos.
La nación mantiene relaciones muy cercanas con diversos poderes occidentales y asiáticos, y en numerosas ocasiones ha actuado de puente entre los Estados musulmanes y el resto del mundo. Catar tiene una población de más de dos millones de personas, pero de ellos tan sólo 250 000 son ciudadanos cataríes. La mayor parte de sus habitantes son extranjeros que trabajan y viven allí. Además, es uno de los pocos países en los que sus ciudadanos no pagan ningún tipo de impuestos.
FUENTE: Wikipedia - La enciclopedia libre
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