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4/5/17

LAS ÉLITES: IGLESIA, BANCA, MONARQUÍA

¿Porqué nos han vendido nuestras élites? 


Genial comentario en el foro de Burbuja de un usuario: ¿Porqué nos han vendido nuestras élites?

Cuando apareció el comunismo en Europa las élites que nos ordeñaban se acojonaron por que vieron que el comunismo se extendía muy rápidamente por Europa, así que montaron la segunda guerra mundial, con el vano intento de parar el avance del comunismo, que se estaba manifestando en toda Europa y occidente con el crecimiento en todos los países de lo que se dio en llamar la lucha obrera, que no era más que un primer paso para el derrocamiento de las élites, como son la Iglesia, Banca y Monarquía.

En un sistema comunista las castas no pueden existir, bueno, las castas tradicionales como la monarquía desaparecería de un plumazo, la iglesia como institución con evidentes conexiones con el estado y el poder, también y la banca privada, pues lógicamente también sería absorbida por el estado comunista.


En definitiva, tras la segunda guerra mundial y viendo que la URSS no desapareció y que los currelas de todo occidente se podrían rebotar con su ayuda militar, las élites decidieron ponernos sanidad pública, educación de calidad pública y un montón de cosas que en toda la historia de la humanidad no habíamos ni imaginado.

 

Hasta los años 40, la clase trabajadora no tenía ningún derecho, ni tenía pensiones, ni subsidios, ni la posibilidad de una sanidad y educación de calidad, ni si quiera podían decidir nada a través de unas elecciones y esto cambió única y exclusivamente por que las élites se acojonaron, por que vieron que buena parte de la población de Europa se estaba inclinando al socialismo y eso con un apoylo militar de millones de soldados de la URSS, era una evidente amenaza.

En 1992 la URSS desaparece y ahí empieza la maquinaria a funcionar, para desmontar el sistema social de bienestar. Ahí empiezan los contratos basura, la pérdida de derechos laborales y la entrada masiva de inmigrantes, sí en 1992 es cuando se empezó a ver pateras cargadas de negros que venían a España y al resto de Europa, quizás empujados por guerras orquestadas por EEUU y sus aliados, quizás las mafias de trafico de personas quizás estaban organizadas y financiadas por EEUU y sus aliados.


En definitiva, había que llenar Europa de inmigrantes, para que fuesen ellos los que trabajasen de cualquier manera para reventar cualquier tipo de huelga o sistema de presión que los trabajadores pudiesen tomar para reivindicar sus derechos.

 


7 millones de inmigrantes en un país con un paro de 7 millones de personas es algo no insostenible, simplemente es demencial y evidentemente eso no ha sido por casualidad o sin querer, ya que todos los países del mundo siempre han protegido las fronteras a sangre y fuego, pero mira tú por donde, a partir de 1992 nos volvemos tontos de remate y dejamos que entren 3 millones de inmigrantes en plena crisis de los años 90s, que dicho sea de paso, fue una crisis donde supuestamente la derecha gobernaba este país. Después vino ZP y metió otros 3,5 millones más.

En definitiva, esto es un plan orquestado para jodernos a nosotros. A las élites les importa una mierda que haya delincuencia, desempleo o lo que sea, cuanto peor estemos, más débiles y obedientes seremos y eso es lo que quieren las élites, que no seamos una amenaza y que un buen día, no les peguemos una patada en el culo para siempre jamás.


Y repito, estas cosas que están pasando requieren de la colaboración de los estados, ya que a un estado le resulta muy fácil cortar estas cosas cuando empieza. Con dar la orden de identificar y expulsar masivamente a todos los inmigrantes sin papeles del país, el asunto se soluciona.



Si se saca una ley que imponga fuertes multas a los empresarios que contratan a inmigrantes, se soluciona el problemas. Si no se da licencias para la construcción de mezquitas, pues se soluciona el problema, etc, etc, etc. Pero precisamente lo que están haciendo los que mandan, es llevarnos al punto que a ellos les interesa que estemos y si para ellos garantizarse su seguridad y bienestar nos tienen que matar en una guerra civil o mundial o mediante armas biológicas o químicas lo harán, porque a las élites no les interesa que una población de millones se les puedan rebotar un día y quitarles la teta para siempre.

El problema es que la población europea ha vivido en un estado de bienestar, donde la gente no va a aceptar que los recortes lleguen más allá de un punto de ruptura. Como las élites lo saben, van a provocar una guerra  donde morirán millones, quizás, para despoblar parte del sur de Europa.


Hay en curso un plan para reducir la disponibilidad de alimentos y de agua potable y eso está siendo organizado por EEUU en todo el mundo. Se está dañando deliberadamente los ecosistemas, para que no puedan soportar a tantos millones de personas en el planeta. El objetivo es reducir la población con hambre, guerras y tarde o temprano enfermedades, quizás inoculadas a través de los transgénicos o de cualquier otro modo.

 

Las élites van a hacer un reset mundial, para borrar de la mente de la población la idea de que un vasallo tiene los mismos derechos que un señor y que al señor si se pone tonto se le corta la cabeza con una guillotina en una plaza pública.

Que nadie se lleve a engaños, nada pasa si el de arriba no quiere que pase y si los que se supone que tienen que velar por que las cosas funcionen son los primeros que llenan países con inmigrantes, son los primeros en armar a grupos terroristas, son los primeros que nos piden que acojamos a refugiados que no lo son y que vienen destruir nuestra forma de vida y nuestros países, es porque esas élites nos quieren borrar del mapa.


FUENTE: apocalipticus.over-blog.es
El blog de Skipper
Californio






26/10/16

LOS PARTIDOS Y LA ANTI-ESPAÑA


No hay partidos buenos y partidos malos. Todos son aparatos de poder. Todos son lo mismo en sus intenciones: vivir a costa del pueblo simplón, al abrigo de los Presupuestos Generales del Estado.

Cuando los partidos adquieren cierta relevancia, si no antes, atraen el interés del sistema económico. Los más importantes atraen el de la Sinarquía Financiera Internacional (SFI), que los corrompe más rápido que el polvo de un canario. Cuando tienen la oportunidad de ejercer el poder político, los partidos enchufan a los suyos en la Administración para controlarla cuando no lo ejerzan, porque el poder político es efímero y rotatorio y la casta política, chupóptera y posibilista.


Dado que el Estado y sus administraciones periféricas, autonómicas y locales, constituyen un sistema de poder sobre el pueblo ignorante --los pueblos siempre ignoran las cosas importantes, incluso los suecos y noruegos, hay mucha pasta en juego--, son palancas de la SFI para dominar el mundo. Los partidos le son necesarios, pero han de ser sumisos. Si no, son sometidos mediante el chantaje a sus líderes, que suelen ser los más corruptibles y los que más muertos guardan en el armario ropero.

Hablando de España, todos los partidos tienen cosas que los diferencian, pero, aguzad la vista, lo importante es fijarse en las ideas comunes. En España no existe ni un solo partido con posibilidades de representación parlamentaria que no cumpla ciertas condiciones sine quae non:


--Han de ser devotos del sistema liberal, con la libertad de mercados como escapulario.

--Han de jurar la preeminencia del dinero sobre toda otra cuestión ideológica. Todo tiene costo, luego todo tiene un precio.

--Han de ser antinacionalistas de su propio Estado. Se acepta, sin embargo, que lo sean de las "nacionalidades y regiones" sin estado.

--Han de ser europeístas, dispuestos a ceder tanta soberanía nacional como sea solicitada para "igualar" a todos los europeos.

--Han de asumir el concepto de europeo como el de hombre que vive y trabaja --si es que puede-- en Europa. Aunque sea turco y Turquía, una nación asiática.

--Han de ser activos promotores de la inmigración descontrolada.


Dentro de estos estrechos márgenes de actuación, deben enfrentarse unos con otros de modo lo más cainita posible siguiendo sus particulares agendas, induciendo al pueblo a comportarse como los tertulianos de la televisión.

Pero la agenda de todos los partidos debe insertarse en la agenda del Nuevo Orden Mundial como polla en culo, o no gozan de ninguna visibilidad social. Por eso Podemos alcanza importantes cuotas de presencia en los medios, pero no partidos como, pongamos por ejemplo, el Partido Nacional Republicano (izquierda), Alianza Nacional (derecha) y, en general, cualquier partido nacionalista español (creer que lo sea el PP es una broma de muy mal gusto, no da risa, sino miedo) que anteponga la soberanía de la nación española --y de los españoles-- a los intereses internacionalistas. No entra Bildu, partido nacionalista radical vasco, en esta categoría de partidos enmudecidos por los medios por razones obvias: su rollo es útil a la ida y a la vuelta, tanto en lo que guste como en lo que disguste a los espectadores.


Los medios de comunicación de masas, no sólo en España, son propiedad accionarial o han sido sometidos mediante la usura --cooptando a sus directivos-- por la Sinarquía Financiera Internacional. Ya no son medios de información, sino de propaganda del sistema liberal-democrático, cuya finalidad es esquilmar al pueblo y hacerle pagar lo que no debe ni ha disfrutado, pero haciéndolo culpable de sus desgracias.

Por eso, la casta política y la casta periodística son las dos quijadas de las tenazas que deshuevan al pueblo.

Ante esta situación, ¿tiene España sentido como idea?

No, si el pueblo no asume sus debilidades y explota sus fortalezas.


Su gran debilidad es haber asumido la importancia del dinero como medio de realización personal. Hasta el punto de que cualquier hombre al que no le importe el dinero es peligroso para el poder, lo haya sustituido por lo que lo haya sustituido en su cerebro, ávido de valores. Los jóvenes valoran el dinero mas que nada. Los cazadores de pokemones son parásitos adictos al consumo y al dinero que les da papá.

Su segunda gran debilidad es el individualismo mal entendido como competencia permanente, como cagarse en el vecino, disputar una plaza de aparcamiento o ir más a la moda que nadie, a ver si pilla cacho. El individualismo es necesario, pues todos somos únicos. Pero las ideas, convertidas en ideales, son nexos entre pares que incrementan exponencialmente la fuerza de cada individuo. Los ideales no tienen nada que ver con los partidos políticos, eso está más claro que la sopa de Cáritas. Al contrario: los partidos son máquinas de convertir ideales en cuestiones económicas. Un ideal es algo que está por encima de los intereses individuales y egoístas. Un ideal es, por lo tanto, más peligroso que un bebé con unas tijeras.


Aunque los medios y los políticos los obvian o los satanizan constantemente, existen disparadores sociales de los ideales.

Uno de ellos es sentimiento nacional organizado en torno a la guerra. El servicio militar obligatorio desapareció en España por eso. Porque el ejército de cualquier nación es la propia nación, da igual si es Israel o Alemania. Y al haber sido militar durante unos años cuaja en el cerebro del hombre, más allá de cualquier idea política. No lo olvida nunca, como demuestran los millones de batallitas que los mayores cuentan de cuando hicieron la mili. Cuando desapareció el servicio militar obligatorio, de la mano del antinacionalista Aznar, todos los hombres españoles se pusieron más contentos que premiados de la Bonoloto, excepto aquellos que ya habían cumplido el servicio militar. Y no por envidia o sentido de tiempo perdido, sino porque formaba parte de su bagaje cultural: "Yo soy capaz de empuñar un arma, mantenerla, de comprender tácticas de ataque y resistencia, de ir a la guerra en defensa de mi nación y de mi bandera confiando en mis camaradas".


Los ejércitos profesionales son la peor forma de corrupción del Estado: El colofón de la corrupción militar se da en EEUU, que interviene en el mundo a su antojo pagando ejércitos privados, como Blackwater, porque no están sometidos al derecho en tiempos de guerra, la Convención de Ginebra, porque son mercenarios, piratas que pueden saquear museos, el oro de las bóvedas o el petróleo para sus clientes. Las pocas naciones que mantienen el servicio militar obligatorio son naciones de fuerte sentimiento patriótico, armadas, respetadas. En Europa, el servicio militar obligatorio se mantiene sólo en Alemania, Austria, Bielorrusia, Dinamarca, Finlandia y Grecia. Ningún partido español osaría hablar de la reinstauración del servicio militar por el rechazo social incrustado en las mentes de los ciudadanos como esas manchas en la porcelana del retrete que no se quitan ni con salfumán.

Otro disparador social es la evidencia ante los propios ojos de los españoles del perjuicio que les causa la inmigración desordenada, la invasión de valores caducos, como la represión del sexo en la mujer o los ideales religioso-políticos ya superados en otras naciones europeas; y también la competencia desleal y desesperada de los inmigrantes en puestos de trabajo que desaparecen ante los ojos de los españoles, o los servicios sociales, educativos y sanitarios atestados de beneficiarios de piel dudosa --y digo dudosa, porque bien pudiera ser gitano, y ése es un hermano español--. Ningún partido español osaría enfrentarse a la tenaza político-mediática defendiendo no ya que los inmigrantes fueran expulsados del país --aunque sólo fueran los ilegales--, sino que los españoles tuvieran prioridad en los servicios porque son los que los pagan. De eso, nada. Al revés, paga por todos y ponte a la cola.


Un tercer disparador es el sentimiento de pertenencia a la nación en los eventos en los que ha quedado como residuo: el deporte, la puta Copa del Mundo de fútbol. Pero ese sentimiento es efímero: los éxitos duran poco en la memoria y los fracasos son detonantes del antinacionalismo, porque a los españoles no les gusta perder sin darse el gustazo de cagarse en la puta madre del seleccionador, en los jugadores y en España, de paso.

El cuarto disparador es la propaganda, pero sólo cabe esperarla de la Tenaza en tiempos de guerra. Ningún nacional --nacido en el Estado Español y heredero de su cultura, aunque sea sin saberlo-- es impermeable a la exaltación de su sentimiento patrio. Ni siquiera los comunistas. Es inevitable, está en los genes de todo hombre desde el principio de los tiempos, como el meterla en caliente o papear cuando tiene hambre. Pero a nadie le está permitido dirigirse a los españoles con un discurso patriótico desde la televisión, que es donde los españoles ven "todo lo que existe" (casi nadie sabe, por ejemplo, que el partido MSR, Movimiento Nacional Republicano, de corte nacional-sindicalista, ha instalado a todo lo largo y ancho de España comedores sociales sólo para españoles en estado de extrema pobreza).


Por todo lo expuesto con mayor o menor acierto, vaticino la eclosión de un fuerte partido ideológicamente de izquierdas --porque se dirigirá a los pobres y los desesperados, que son de izquierdas por cojones--, aconfesional --pues la Iglesia es una organización internacionalista y el resto de religiones son organizaciones de salvajes que desprepucian a sus adeptos y les joden la vida sexual--, patriótico --pues desbordará el economicismo pasando por encima del bienestar y del dinero, porque no podrá garantizárselo a nadie--, antieuropeo --pues Europa es una cárcel señoreada por la banca internacional sionista-- militarizado --pues la organización férrea será fundamental para sobrevivir-- y violento --tendrá que serlo ante las agresiones constantes y agredirá, a su vez, a todo colectivo que considere una amenaza para su proyecto nacional, inmigrantes u organizaciones buenistas que encubren a los servicios de espionaje--, y cuyo enemigo a batir será el Nuevo Orden Mundial en nuestro territorio nacional. Extraerá su energía de la injusticia, de la explotación de la casta dirigente, de la usura bancaria, de la corrupción de los partidos, de la xenofobia de las nacionalidades periféricas contra los españoles y de de la traición de los sindicatos a su afiliados. Ese partido será reprimido por el Estado con todas sus fuerzas y satanizado por los medios, que meterán tanto miedo como puedan en el cuerpo de los españoles más débiles. El líder de ese partido sufrirá atentados, como el que le costó la vida al austriaco Jörg Haider. Pero si consigue sobrevivir, para lo que tendrá que tener más vidas que un gato, ese partido contará con un apoyo creciente de los cuadros medios del Ejército, de la Guardia Civil y del pueblo. Contra ese partido se tongarán elecciones mediante pucherazos descomunales, reíros del 26J.


Porque si finalmente llegara al poder un partido neofascista, ilegalizaría a todos los partidos anti españoles --o sea, no quedaría ninguno de los actualmente instalados en el Parlamento--, impondría el nacionalismo español a cañona, formando el "espíritu nacional" en las escuelas. Poco después, España estaría en guerra contra sus enemigos internacionales, que serían todos. La guerra se perdería, evidentemente. Y España quedaría arrasada y lista para el saqueo definitivo. Es un déjà vu, ¿no?

¿Hay alternativa a la desgraciado cuadro que he pintado, que parece el Gernika de Picasso o el Grito de Munch? Claro. Si acabara la crisis y España regresara el estado del bienestar, la gente seguiría durmiendo sin ver la realidad, porque la realidad es más fea que Fátima Báñez sin maquillar. Pero el estado del bienestar no regresará nunca, y menos con diez millones de extranjeros en España chupando del frasco como Carrasco. Ya dijimos en este perverso diario que la crisis durará hasta 2025, como poco. ¿Existe una vía pacífica para recuperar la soberanía nacional, el sentido patriótico de los españoles, la solidaridad entre los nacionales sin recurrir a la violencia? No. Pues las nuevas generaciones son blandas, débiles, parásitas, egoístas y disfuncionales. Y la tenaza de los partidos y los medios existe para que la juventud no levante cabeza. Lo siento. No existe la más mínima posibilidad. Ni siquiera la que tiene el jugador de ruleta rusa con una sola recámara vacía en el cilindro del revólver.


FUENTE: acratas.net
Maldito hijo de perra
17/09/2016

15/8/15

TEST FATALES


Europa se ha convertido en un laboratorio del futuro. Lo que en él se experimenta debe causar preocupación a cualquier demócrata y, más aún, a cualquier persona de izquierda. Dos experiencias se están desarrollando en  ambiente de laboratorio, es decir, supuestamente controlado. La primera es un test de estrés a la democracia. La hipótesis que orienta el test es la siguiente: la deliberación democrática de un país fuerte puede superponerse antidemocráticamente a la deliberación democrática de un país débil sin alterar la normalidad de la vida política europea. Las condiciones para el éxito de este experiencia son tres: controlar la opinión pública de modo de que los intereses nacionales del país más fuerte se conviertan en el interés común de la zona del euro; disponer de un conjunto de instituciones no electas (Eurogrupo, BCE, FMI, Comisión Europea) capaces de neutralizar y castigar cualquier deliberación democrática que desobedezca el diktat del país dominante; y demonizar al país más débil de manera que no suscite ninguna simpatía entre los electores del resto de países europeos, sobre todo entre los votantes de los países candidatos a desobedecer. 


Grecia es el conejillo de Indias de esta tenebrosa experiencia. Se trata del segundo ejercicio de ocupación colonial del siglo XXI (el primero fue la Misión de Estabilización de la ONU en Haití desde 2004), un nuevo tipo de colonialismo, ejecutado con el consentimiento del país ocupado, aunque bajo chantaje inaudito. Y, tal como el viejo colonialismo, justificado como “servicio” a los mejores intereses del país ocupado. La experiencia está en curso y los resultados de los test de estrés son inciertos. A diferencia de los laboratorios, las sociedades no son ambientes no controlados, por mayor que sea la presión por controlarlas. Una cosa está clara: después de esta experiencia, cualquiera que sea su resultado, Europa no será más la Europa de la paz, la cohesión social y la democracia. Será el epicentro de un nuevo despotismo occidental, rivalizando en crueldad con el despotismo oriental estudiado por Karl Marx y Max Weber.


La segunda experiencia en curso es un ejercicio sobre la "solución final" para la izquierda europea. La hipótesis que guía esta experiencia es la siguiente: en Europa no hay lugar para la izquierda en la medida en que reivindique la existencia de una alternativa a las políticas de austeridad impuestas por el país dominante. Las condiciones para el éxito de esta experiencia son tres. La primera es provocar la derrota preventiva de los partidos de izquierda castigando brutalmente al primero que intente desobedecer. La segunda consiste en inocular en los electores la idea de que los partidos de izquierda no los representan. Hasta ahora, la idea de que “los representantes no nos representan” era una bandera del movimiento de los indignados y de Occupy contra los partidos de derecha y sus aliados. Después de que Syriza se vio obligada a beber del cáliz de la cicuta austeritaria a pesar del “no” del referéndum griego apoyado por el propio partido, se inducirá a los votantes a concluir que, al fin y al cabo, los partidos de izquierda tampoco los representan. La tercera condición consiste en atrapar a la izquierda en falsas opciones entre falsos Planes A y Planes B. En los últimos años, la izquierda se ha dividido entre los que piensan que es mejor permanecer en el euro y quienes piensan que es mejor abandonarlo. Ilusión: ningún país puede optar por salir ordenadamente del euro, pero si desobedece será expulsado y el caos se cernirá implacablemente sobre él. Lo mismo ocurre con la reestructuración de la deuda que hasta ahora ha dividido tanto a la izquierda. Ilusión: la reestructuración se producirá cuando sirva a los intereses de los acreedores, por eso esta bandera de alguna izquierda se convierte ahora en una política del FMI.
  

Los resultados de esta experiencia también son inciertos por las mismas razones mencionadas. Una cosa es cierta: para sobrevivir a esta experiencia, la izquierda tendrá que refundarse más allá de lo que hoy es imaginable. Esto implicará mucho coraje, mucha audacia y mucha creatividad.

FUENTE: publico.es
Espejos extraños
Boaventura de Sousa Santos Traducción de Antoni Aguiló
03 ago 2015

3/6/15

EL NUEVO ORDEN MUNDIAL

El globalismo es el Nuevo Orden Mundial. No hay ningún misterio en ello.

La alianza entre las mega-corporaciones, los bancos y los gobiernos se fortalece constantemente, a medida que extienden su poder sobre las poblaciones.


En este artículo, usaremos el ejemplo de lo que sucede en Australia para ilustrar un elemento oculto que se puede aplicar a todas las naciones del mundo: el cártel médico actúa al servicio del Nuevo Orden Mundial.


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El principio que se aplica es bien simple: si se amplia el grado de obediencia ciudadana en una área concreta, esta obediencia se acabará expandiendo a todas las áreas.

Dicho de otra manera: el truco consiste en crear el hábito básico de la obediencia. Esa costumbre de obedecer, entonces se extiende a la mente subconsciente y lleva a los individuos a obedecerlo todo.


El globalismo y el Nuevo Orden Mundial necesitan la obediencia de la población, porque sus métodos son a menudo tan descarados que sólo los robots programados y obedientes pueden aceptarlos.


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Tomemos un ejemplo escandaloso: el próximo tratado globalista, el TPP (la Asociación Trans-Pacífica), un tratado similar al TTIP (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión).

Cuando sea ratificado por los 12 países involucrados (Australia, Brunei, Canadá, Chile, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, Estados Unidos y Vietnam), establecerá el derecho de las empresas de eludir los tribunales nacionales y exigir que sus productos se vendan, sin aranceles, sin tener que preocuparse por los salarios que les paguen a los trabajadores aunque sean salarios de esclavitud y sin tener que preocuparse por el envenenamiento del medio ambiente con productos químicos tóxicos.


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El TPP, al igual que el TTIP es un tratado secreto.
 

En Australia, por ejemplo, será firmado por el gabinete del gobierno antes de considerar cualquier apoyo legislativo parlamentario.
 

He aquí una breve cita de tppaustralia.org: 

“El TPP tiene más de 20 capítulos que lo incluyen todo, desde el trabajo hasta el medio ambiente, la propiedad intelectual y las telecomunicaciones. Las negociaciones se han mantenido en secreto; en secreto incluso para nuestros propios parlamentarios y senadores. Pero sabemos, a partir de borradores filtrados del texto del TPP, que hay motivos legítimos de preocupación”

¿Habéis leído bien la última parte del texto? Ni los propios legisladores electos de Australia han leído el tratado. No están autorizados a hacerlo. En los EEUU ha sucedido algo similar y los legisladores sólo han tenido acceso a secciones limitadas.

Es decir, estamos ante un tratado secreto que afecta profundamente a la vida de todas las personas en esos 12 países y que sólo unos pocos elegidos saben exactamente lo que contiene. Y con el TTIP en Europa sucede algo similar.


Desde el punto de vista globalista, esto significa una cosa: para que este tipo de maniobras salgan adelante, las poblaciones deben ser sometidas a un estado de obediencia incondicional. Tienen que estar de acuerdo con lo que diga el programa, como si estuvieran hipnotizados.


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En caso contrario, si las poblaciones estuvieran despiertas, se rebelarían en masa ante atropellos anti democráticos y tiránicos de este tipo. Esto es lo que cualquier población haría si estuviera alerta.

Si saliéramos a la calle, por ejemplo en Australia y le preguntáramos a cualquier transeúnte: “¿Usted ratificaría un tratado secreto que situará a toda la población australiana bajo la bota y el control de las mega-corporaciones?”
 
La respuesta sería obvia: “¡No! ¡Nunca lo permitiría!”

 
Sin embargo, eso está sucediendo y no hay protestas masivas en Australia, ni en cualquiera de los otros 12 países que formarán parte del TPP.


Y en Europa, excepto algunas protestas y manifestaciones relativas al TTIP que no se podrían calificar de masivas, tampoco ha habido reacción popular.


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¿A qué se debe esta nula reacción por parte de la gente?
 

Jon Rappoport ve vínculos entre esta obediencia sumisa y los objetivos generales del cártel médico a nivel mundial: 

“El objetivo primordial del cártel médico es someter a cada persona del planeta a un sistema continuo de diagnóstico y medicación desde que nace hasta que se va a la tumba. Convertir a cada persona, en primer lugar, en un paciente médico. Acondicionar con ello a cada persona para que obedecer órdenes”
Y esa es la clave que se esconde realmente detrás de la medicina: la obediencia.

¿Qué es lo que nos hacen pensar sobre los médicos, desde que somos pequeños?


Que los médicos saben. Que no debemos ponerlos en duda, ni interrogarnos sobre lo que hacen. Que sólo debemos hacer todo lo que el médico nos diga que hagamos. Que debemos obedecerle. Desde que vemos la primera luz hasta que nos entierran.


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Tómate los medicamentos, debilítate y por lo tanto, se más obediente a un nivel mucho más profundo.

Este es el sistema que principalmente provoca la obediencia en el mundo.

Hemos visto recientemente al primer ministro australiano, Tony Abbott, emitir un dictamen sobre la vacunación. Todas las exenciones han sido canceladas. Las familias que reciben ayuda del gobierno, dejarán de recibir ayudas si se niegan a vacunar a sus hijos. No tienen libertad de elección al respecto. 


Deben obedecer y punto.


Es lo que decíamos al principio del artículo.


Cuando se consigue que los ciudadanos obedezcan en una área, esa obediencia se contagia a otras áreas. Con ello las personas se acostumbran a una larga vida de obediencia en todos los aspectos.


No es casualidad que, históricamente, la familia con mayor responsabilidad en la aparición y el desarrollo de la medicina moderna y de la agenda globalista sea, precisamente, la familia Rockefeller.

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El sistema que rige la medicina moderna es una operación de control mental diseñada para crear un apego servil por parte del paciente.

El apego a la autoridad del médico y a todo lo que él mande. El apego a los medicamentos tóxicos que prescribe. El apego a las etiquetas para identificar enfermedades que el doctor pronuncia.


En estos y otros aspectos, la medicina moderna es como una Iglesia secular, y los médicos son sus sacerdotes con batas blancas.


Están por todas partes en las sociedades contemporáneas. Ellos gobiernan. Someten a los feligreses (ahora pacientes) a sus decretos arbitrarios.


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El resultado de este largo plazo acondicionado: los pacientes desarrollan un profundo hábito de lealtad a la autoridad. Este hábito se extiende como tinta sobre un papel secante y después comienza a aplicarse a todos los ámbitos de la vida.

Y eso permite, finalmente, que el gobierno pueda decir: “Mire, vamos a firmar un tratado, y usted no sabrá lo que hay en él. Pero es una cosa buena. Es para el beneficio de todos. No nos pidan que revelemos los detalles. ¿Le pregunta usted a su médico que le explique, en detalle, los escáneres que tomó de su cerebro? Por supuesto que no. Eso está más allá de su comprensión. Usted no está preparado para entenderlo. Pues bien, en lo relativo a este tratado, que se extiende miles de páginas, usted tampoco está preparado para comprender los complejos detalles económicos que contiene. Pero puede usted estar seguro, mediante su fe hipnótica, que estamos de su lado. Queremos lo mejor para usted…”

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Hay varios términos para definir esto: condicionamiento psíquico, lavado de cerebro, programación mental, control de la mente…
 

Todos ellos hacen referencia al establecimiento de los hábitos de conducta, es decir, a la conducta irreflexiva.
 

Un hipnoterapeuta brillante, Jack True, una vez escribió:

“Nueve de cada diez de mis pacientes que entran por la puerta de mi consulta, están convencidos de que practico algún tipo de medicina. Eso es lo que quieren creer. Quieren que les diga qué hacer mientras están despiertos y quieren que les diga qué hacer mientras están en trance. Lo único que buscan es a otro médico, como los que visitan habitualmente. Toda nuestra civilización está hipnotizada por las batas blancas. Me tomó varios años superar mi asombro ante este hecho. Es una hipnosis masiva a gran escala”.

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Si quieres ser libre, debes observar a toda la sociedad en su conjunto y averiguar de dónde procede la forma más profunda de acondicionamiento. Tienes que averiguar de dónde procede la maniobra de hipnosis más exitosa. Porque ahí es donde el control mental global es más fuerte.

Y en la sociedad moderna, son los médicos.


Por esa razón, los gobiernos se alían con los médicos. Es una asociación perfecta. Algún día, podremos ver a un Presidente vestido con una bata blanca, con un estetoscopio colgando del cuello y una jeringa en la mano. Será capaz de decirle a la gente que el cielo es la tierra y que las estrellas son los semáforos y se lo van a creer.


Los médicos son las piezas clave que nos llevarán al Nuevo Mundo.


Desde un nivel práctico, podemos ver tratados secretos como el TPP o el TTIP dando una protección global al cártel médico: exención internacional de demandas contra las grandes empresas farmacéuticas; exención de la responsabilidad derivada de medicamentos tóxicos y vacunas; acuerdos para extender los periodos de encierro en un psiquiátrico de determinados pacientes, más allá de lo dictaminado por las cortes de justicia.


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El cártel médico y los globalistas van de la mano hacia el futuro que se está creando para todos nosotros.
 

La Santa Iglesia de la Medicina y sus aliados y tontos útiles, disponen de toda la fuerza en estos momentos.
 

Ellos quieren esclavos obedientes.
No se lo podemos permitir.


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Jon Rappoport, autor de este artículo, es un periodista de invesigación norteamericano, especializado en asuntos sucios y oscuros relativos al mundo de la medicina, la industria farmaceútica, la política y las prácticas de las élites gobernantes. Su consideración sobre la corrupción de la ciencia médica, le ha convertido en un personaje muy controvertido.

En este artículo, Rappoport ha establecido una conexión entre el mundo de la medicina, la obediencia social y la aceptación de las medidas tiránicas del poder.

Uno puede estar más o menos de acuerdo con su visión del mundo de la medicina, pero lo que relata  da que mucho que pensar.