La vigencia del pensamiento de Marx 200 años después
Karl Marx: "Trabajadores del mundo, uníos"
El 5 de mayo de 1818 nació Karl Marx, un pensador de los más influyentes, tanto en el pensamiento teórico como práctico, que ha habido a los largo del siglo XIX y XX. En conmemoración de este 200 aniversario, se está celebrando entre el 2 y el 6 de octubre el Congreso Pensar con Marx hoy en la facultad de ciencias políticas y sociología de la Universidad Complutense. A mí me correspondió intervenir, y agradezco mucho la invitación por ello, en una mesa redonda junto con Juan Pablo Mateo y Diego Guerrero, moderada por Jorge Fonseca, bajo el título Pensar con Marx el capitalismo del siglo XXI. Mi reflexión comenzó por tratar de señalar los principales rasgos del capitalismo hoy para tratar de saber si realmente Marx sigue siendo válido para la comprensión del funcionamiento del modo de producción capitalista. Resulta corriente leer a diverso autores que consideran a Marx como alguien que analizó el capitalismo del siglo XIX, por lo que le invalidan para la comprensión del actual, pues es muy diferente al de entonces. Es una forma de tratar de descalificar su vigencia y dejarlo, en todo caso, como una reliquia del pasado.
No en vano, como dijera el destacado marxista Maurice Dobb, ninguna obra de la literatura económica ha intentado ser refutada más veces.
Maurice Dobb
Sin embargo, entre el gran legado de Marx se encuentra un trabajo teórico de gran envergadura como es El Capital, aunque basado en el capitalismo británico de la época, traspasa las fronteras espaciales y temporales mientras, a pesar de los cambios habidos, se mantengan las bases fundamentales en los que se sustenta y este, a mi modo de ver, es el caso que nos ocupa.
De hecho, la gran economista británica Joan Robinson, discípula de John Maynard Keynes dijo: “Marshall representa la visión complaciente del capitalismo, Keynes tuvo que proponer reformas para que sobreviviera y Marx tratando de destruirlo explicó muy bien su funcionamiento”. El sistema capitalista del siglo XXI se caracteriza por la globalización neoliberal hegemonizada por las finanzas. Todo este proceso está generando grandes desigualdades entre países y dentro de cada país entre las diferentes clases sociales. A su vez se observa una tendencia hacia la precarización de los trabajadores acompañado de una elevada concentración del poder económico. A la explotación le acompaña la sobre explotación y, como señala David Harvey en "Guía de El Capital" (Akal, 2014), una acumulación de la desposesión, como las privatizaciones, el derecho de acceso a la tierra, desahucios y recortes de derechos.
David Harvey
Un instrumento básico para la comprensión de la realidad en su totalidad es el materialismo histórico, pues no solo sirve para la comprensión del pasado para entender el presente, sino que ofrece una visión global del conjunto social y las partes que la componen entre las que se dan unas interdependencias no siempre simétricas. Establece diferentes niveles como el de las fuerzas productivas, relaciones de producción y superestructura. Las fuerzas productivas en su desarrollo generan unas relaciones de producción concretas y éstas a su vez determinan la superestructura (político-jurídica e ideológica).
Las relaciones no se establecen solamente en la dirección indicada sino también a la inversa, pues la superestructura sirve para mantener y reproducir las relaciones de producción y las fuerzas productivas se desarrollan dentro de las relaciones de producción. Las relaciones de producción que desempeñan un papel determinante son relaciones de clases sociales y ello lo identifica con el concepto de estructura económica. De este modo cabe decir que la globalización no es solamente la liberalización de los mercados de capitales, sobre todo del financiero, y el de mercancías, sino que es una globalización de las relaciones de producción, de forma que se configura un gran espacio económico mundial sustentado en la explotación y la desigualdad. No se trata solamente de una relación entre compradores y vendedores que actúan en condiciones de igualdad sino de relaciones sociales de producción de dominación y dependencia. La globalización actual es producto de la toma de decisiones que se hacen desde los gobiernos y organismos económicos internacionales (FMI, Banco Mundial y OMC), esto es desde la superestructura, que influyen decisivamente en las relaciones de producción, favoreciendo de este modo la tendencia hacia la concentración y centralización de capital, tal como lo expusiera Marx.
La acumulación de capital tal como la entiende Marx conduce a esa concentración, a los ciclos y crisis económicas y a la pervivencia del ejército industrial de reserva. Nada más actual que todo lo que ya expuso en El Capital. El proceso de acumulación global se concreta en la expansión internacional de las empresas multinacionales, bancos y fundamentalmente de las finanzas. La aparición de los oligopolios no elimina ni mucho menos la competencia, aunque revista diversas formas, tal como Marx lo analizó y que constituye uno de los rasgos principales del capitalismo.
El sistema de crédito desempeña un papel crucial en la centralización de capital y también para la expansión de la demanda que resulta necesaria para realizar la enorme cantidad de mercancías que produce el capitalismo fruto a su vez de la competencia. Marx apuntó consideraciones sugerentes pero dejó bastante inacabado este análisis. No se puede entender esta dinámica sin estudiar a Marx. No obstante, el capitalismo global de hoy se caracteriza por la expansión financiera que no tiene precedentes y que, por tanto, no pudo ser analizada por él. Pero están siendo autores que se consideran seguidores de Marx quienes lo están haciendo, como es el caso de Bellamy Foster y Fred Magdoff en "La Gran Crisis financiera" (Fondo de Cultura Económica, 2009),Michael Roberts en "La larga depresión" (Viejo Topo, 2016) y Costas Lapavitsas en "Beneficios sin producción" (Traficantes de sueños, 2016). Se vive en un mundo en el que predomina la especulación y el endeudamiento. Este hecho está alcanzando tal gravedad que el FMI ha dado un aviso del peligro que significa la elevada deuda y que puede traer consigo otra recesión.
En suma, el análisis de Marx sigue siendo una condición necesaria para entender el capitalismo del siglo, pero no suficiente para lo que hay que acudir a marxistas que a partir de sus esquemas teóricos son capaces de estudiar aspectos que no pudo tener en cuenta, pues cada autor es hijo de su tiempo, u otros que dejó inacabados. También hay que recurrir a otras escuelas que como la poskeynesiana tiene muchas cosas que decir.
Pero el viejo Marx no acaba de morir a pesar de tantos que se esfuerzan en matarlo, bien mandándolo al siglo XIX, bien tratando de refutarlo, o bien ignorándolo, que es muy propio de la academia de hoy. FUENTE: nuevatribuna.es
“Las empresas no tienen ningún vínculo de lealtad con sus trabajadores ni con la sociedad”
El filósofo David Schweickart propone como alternativa al capitalismo un modelo de 'democracia económica', basado en la democratización de los mercados de trabajo y de inversión y la eliminación del trabajo asalariado
El filósofo estadounidense David Schweickart, durante la entrevista /Carmen Madorrán
A finales de los años sesenta, David Schweickart (Cleveland, 1942) decidía dar un giro a su carrera como matemático y trasladarse a Birmingham (Alabama) para impartir unas clases de verano universitarias, experimentando de primera mano la represión estudiantil y la violencia policial contra los afroamericanos en el sur estadounidense. “Como estudiante universitario no tenía ningún interés en política, era otro chico conservador más.Estudié matemáticas, en esa época se daba mucha importancia a las ciencias. Los patriotas debíamos estudiar matemáticas e ingeniería y ayudar con el desarrollo técnico del país”, recuerda con ahínco.
Aquel despertar político de la ciudadanía estadounidense con la marcha de Martin Luther King desde Selma (Alabama) marcó para siempre la carrera profesional de Schweickart. “¿Qué estoy haciendo como matemático?”, me preguntaba. En aquel contexto, accedió a El Capital de Karl Marx deteniéndose en cada ecuación y nada volvió a ser igual.
Tras su regreso a su estado natal, David Schweickart disipa su curiosidad intelectual con un doctorado en Filosofía por la Universidad Estatal de Ohio. Disciplina en la que finalmente desarrolla gran parte de su carrera profesional, impartiendo hasta la actualidad clases en la Universidad de Loyola de Chicago.
Fruto de su interés por la obra de Marx y el descontento con el sistema económico predominante en Estados Unidos, en 1993 publica su primera obra, Contra el Capitalismo. En ella, Schweickart desarrolla una alternativa al capitalismo en una época en la que –tras el colapso de la Unión Soviética- el mantra mundial giraba en torno al ‘There is no alternative’ de Margaret Thatcher. Su modelo, definido como ‘Democracia Económica’, se adentra en las variantes al modelo soviético tratando de buscar un socialismo más eficaz.
Reconociendo los logros del socialismo dirigido en Rusia, China o Cuba, como sacar de la hambruna a sus poblaciones, el filósofo y matemático estadounidense considera que es posible un socialismo de mercado basado en diversas experiencias. La autogestión de los trabajadores en Yugoslavia, el modelo cooperativo de la empresa Mondragón y las particularidades del capitalismo japonés (intervención estatal a gran escala en las decisiones de inversión, alta protección y participación de las pequeñas empresas y de sus trabajadores en la toma de decisiones), son las principales experiencias de éxito que aborda en el conjunto de su obra.
A su paso por España, dentro del curso de verano de la Universidad Autónoma de Madrid ‘Alternativas ecosociales en el Siglo de la Gran Prueba’, David Schweickart atiende en exclusiva a este medio en una cafetería céntrica de la capital.
¿Qué enseñanzas aprendió de Marx?
Karl Marx
Sabía que había muchos problemas en el mundo, pero con Marx aprendí que el problema principal era el sistema económico. Ten en cuenta que en aquel momento de inicios de la década de 1970 no era tan evidente; no había tanto desempleo, los sueldos subían, los estudiantes no se endeudaban como ahora.
Me abrió los ojos al hecho de que el capitalismo es un sistema inherentemente explotador, y además se trata de una explotación invisible. Fue una revelación deslumbrante. Pero la pregunta, una vez Marx me convenció de que el capitalismo tenía problemas estructurales profundos, era ¿cuál es la alternativa?
¿Qué cuestiones a las que no da respuesta Marx trata de resolver con su obra?
Marx no intentó dar una alternativa. Tenía fe en el carácter racional del ser humano y en que, llegado un punto, veríamos las contradicciones del capitalismo (en un enfoque que es clara herencia de Hegel). Marx celebra ciertos elementos del capitalismo y en el Manifiesto Comunista afirma que el capitalismo ha creado más maravillas que nunca antes, pero también está lleno de contradicciones. Y fruto de ellas, ha dado lugar a un tipo de crisis completamente nueva: las crisis de superproducción.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel
¿Cómo puede generarse una crisis por producir demasiado? Es consecuencia de que la sociedad esté dividida entre propietarios y trabajadores: la lógica de los propietarios es mantener los sueldos lo más bajos posibles, pero entonces no se puede consumir todo lo que se produce. Esto que genera un círculo vicioso: menos beneficios, más despidos, etc. “Tiene que haber una forma de organizarnos mejor”, pensé.
¿Cómo surge la idea de explorar la alternativa de ‘Democracia Económica’?
Durante un tiempo pareció que hubiera alternativa. Paul Samuelson preveía que, hacia la década de 1990, la URSS superaría a EEUU en crecimiento económico, pero empezó a decaer y mostrar serias deficiencias e ineficiencias. No podía basarme en Marx para las alternativas, porque todo se había vuelto demasiado complejo para que él lo hubiera previsto. Era claro que hacía falta pensar alternativas.
Portada de libros de David Sweickart /Carmen Madorrán
Me fijé en los experimentos cooperativistas, con introducción de mercados, en Yugoslavia y Hungría. Una idea importante es que no existe un único “Mercado”. Lo que llamamos “mercado” en realidad son tres: mercado de bienes y servicios, mercado de trabajo y mercado de capital. Si lees a Marx, la conclusión es que hay que eliminar el mercado de trabajo y el de capital en el sentido de democratizar esos ámbitos. De ahí que hable de ‘Democracia Económica’. A la vez, conviene mantener el mercado de bienes y servicios, porque es una forma de democracia. Citando a Schumpeter, el dinero de los consumidores en el mercado de bienes y servicios opera en cierta medida como un voto: manifestamos qué queremos, qué no, y el mercado reacciona y trata de adaptarse a las preferencias. Democraticemos el trabajo.
Siempre cantamos las virtudes de la democracia, pero sorprendentemente desaparece en cuanto se trata del trabajo. Podemos elegir al presidente, pero no al jefe. Ocurre algo parecido con la inversión. Las decisiones en materia de inversión requieren planificación a largo plazo y afectan a muchísimos ámbitos y a las vidas de todos. ¿Por qué no tenemos voz al respecto? Los inversores deciden invertir o no, cuando y como quieren.
Si queremos una economía democrática de verdad, hace falta incorporar la democracia al trabajo y a la inversión. Los datos empíricos demuestran que las empresas democráticas funcionan al menos tan bien como las capitalistas y la banca pública también funciona en Japón o Corea del Sur.
El término ‘socialismo de mercado’ puede acarrear muchas críticas por parte de los marxistas más acérrimos.
Marx nunca dijo que no pueda haber mercados. Al inicio de El Capital -cuando lleva a cabo el análisis de las mercancías, el intercambio, el valor, etc- queda claro que el elemento fundamental, lo que lo cambia todo, es un nuevo tipo de mercancía: la fuerza de trabajo.
De repente, los seres humanos solo tienen una cosa que vender, su fuerza de trabajo. Ese es el secreto del capitalismo que desentraña Marx. Por la fuerza de trabajo se paga lo mismo que por cualquier mercancía. El problema es que la fuerza de trabajo sea una mercancía, la única que pueden ofrecer los trabajadores.
La fuerza del trabajo
¿Cómo entendemos en su modelo el papel que debe jugar el mercado?
Lo que planteo es que cabe una sociedad socialista que tenga mercado siempre y cuando la fuerza de trabajo no sea una mercancía. El problema es la competencia, los trabajadores no tienen por qué competir por ver quién trabaja más por menos. Eso es consecuencia de la lógica propia del capitalismo (amenaza de despidos, etc.).
Estoy convencido de que Marx estaría de acuerdo en que el problema no es el mercado per se, sino la explotación de la fuerza de trabajo y la división entre propietarios de los medios producción y los trabajadores. Otra cosa relevante, aunque Marx lo planteara en términos muy abstractos, es que al hablar de capitalistas se refiere a quienes aportan el capital, pero en realidad no hacen nada.No son productivos, no fabrican las máquinas, ni los edificios, ni aportan nada; así que podemos tener un mundo sin capitalistas. Si el problema es la fuerza de trabajo como mercancía, ¿por qué no establecer fuerzas y centros de trabajo democráticos en los que se trabaje juntos y se compartan los beneficios? Ahí radica parte de la solución, en librarse del trabajo asalariado.
En su obra, Mondragón aparece como un ejemplo de éxito. En 2013 cerró su buque insignia Fagor y ha sido aprovechado por medios y economistas para condenar el modelo cooperativista al fracaso. ¿Ha arrastrado Mondragón los mismos males que una empresa capitalista al uso, tratando de crecer sobredimensionadamente y competir en un mundo globalizado?
Mondragón es un caso muy interesante. Es la inspiración para cualquier modelo cooperativista. Cierto, Fagor quebró, pero Mondragón opera con una lógica distinta a la de las empresas capitalistas. Prueba de ello es la reubicación de los trabajadores cooperativistas. Al participar en el capitalismo es cierto que se contagia de algunas de sus dinámicas e instituciones: hay trabajadores contratados y existe una cierta tendencia al crecimiento. Pero siempre está la diferencia interesante en su fundamento: orientación al empleo y distinta forma de afrontar crecimiento. Los trabajadores quieren proteger su trabajo, así que no se produce una deslocalización en el sentido capitalista.
Las empresas capitalistas no tienen ningún vínculo de lealtad con sus trabajadores ni con la comunidad. Para las empresas cooperativas que operan en el capitalismo, es difícil sobrevivir con éxito en la competencia encarnizada del capitalismo. Sigo pensando que Mondragón es un ejemplo histórico de éxito.
¿Qué instrumentos son clave para evitar que la competencia capitalista y la dinámica neoliberal afecten a las cooperativas?
No hay una solución definitiva. Es más difícil establecer cooperativas que montar una empresa capitalista. Si reforzamos la banca pública, se puede favorecer la creación de cooperativas. Lo bueno es que dan estabilidad a las comunidades, no se van, y eso es un problema esencial hoy.
Fijémonos en Detroit, al abandonar las empresas la ciudad solo queda tierra quemada. La gente creía aquello de que lo que era bueno para General Motors era bueno para EEUU, pero ahora somos mucho más escépticos sobre la lealtad o el compromiso de las empresas. Los procesos de deslocalización son ilustrativos en ese sentido. Los instrumentos clave pasarían por el control social de la inversión y un sistema de bancos públicos que canalicen los fondos de inversión.
¿El colapso mundial en 2008 ha sido la gran oportunidad perdida para cambiar o reformar el sistema?
Uno de los problemas de la crisis de 2008 es que no había ninguna sensación de alternativa. Ante algo así había que rescatar a los bancos porque si no se les rescata toda la economía sufre, la gente pierde su trabajo, no hay ingresos públicos… ¿Y por qué no nacionalizar la banca? Nadie pensaba en eso, no era una posibilidad porque suena a comunismo. Pero ¿acaso hemos vuelto a la normalidad? Es sorprendente porque ahora, más que cuando empecé a escribir, existe una profunda sensación de que el sistema no funciona y está corrompido. Si no, ¿por qué se elige a Donald Trump? Si hemos elegido este presidente es porque no estamos en una situación normal.
"Si hemos elegido a Trump es porque no estamos en una situación normal"
Los datos muestran la evolución y la relación entre productividad y sueldos, y cómo los sueldos, ajustados a la inflación, son más bajos ahora que en los años 70. No tiene nada que ver con aquella época dorada del capitalismo entre 1945 y 1975. La productividad sigue subiendo y la situación empeora. Los sindicatos están diezmados, los contratos son cada vez más precarios, aumenta la acumulación de riqueza.
Habrá nuevas crisis económicas y quizá entonces será el momento de hacer algo distinto, aunque nadie se atreva a formularlo rotundamente.
Crisis cíclicas del Capitalismo
En su visita a España aborda cuestiones como la crisis ecológica. ¿Es la gran amenaza que se cierne sobre el capitalismo o cabe la posibilidad de que se produzca un “capitalismo verde” que aproveche la coyuntura climática?
El capitalismo verde no es una imposibilidad lógica, pero sí virtual. El capitalismo necesita crecer para estar sano. La plusvalía capitalista debe reinvertirse para generar más beneficio. Si no se invierte, la consecuencia es una recesión con efectos devastadores. Hace falta consumo y crecimiento constantes. Es curioso: cuando la economía no crece se dice que hay “estancamiento”; cuando las células del cuerpo no crecen lo llamamos estabilidad, y si crecen lo llamamos cáncer.
Siempre cito a Kenneth Boulding, un economista que decía que “solo un loco o un economista creerían que un crecimiento exponencial puede perpetuarse en un mundo finito”. Solo hay que hacer las cuentas. En Estados Unidos durante el siglo XX, incluso con la Gran Depresión, hubo una tasa media de crecimiento anual del 3%. Con esa tasa de crecimiento, la economía se duplica cada 24 años. En un siglo, se multiplica por 16. El PIB de Estados Unidos en el año 2000 era de 10 billones de dólares.
"La competencia es el motor de la innovación, el problema es la necesidad de crecimiento constante"
Kenneth Boulding
¿Alguien puede creer que para final de siglo la economía será 16 veces mayor?, ¿qué consumiremos 16 veces más? Te dicen que no serán cosas materiales, pero que alguien me diga cómo se puede conseguir un crecimiento así sin consumo material. Tenemos que poner freno, y es una necesidad urgente por lo que estamos haciendo con los océanos y el clima.
Si queremos parar el cambio climático hace falta la intervención decidida del Estado. En la derecha se oponen, pero no hay alternativa. Y lo interesante es que sí existe una alternativa: la Democracia Económica.
Las empresas capitalistas tienden a crecer con rendimientos constantes de escala, pero esa lógica no opera en las empresas democráticas, aunque exista competencia.No hay interés en crecer de esa forma porque eso supone repartir los ingresos entre más gente, en lugar de obtener más beneficios para unos pocos, como en las empresas capitalistas. La competencia es buena, es el motor de la innovación y es sano intentar mejorar, pero el problema es la necesidad de crecimiento constante.
Para todos vosotros, malditos hijos de la gran puta capitalista, con todo mi odio…
Queréis que usemos, para hablar de esta grandísima y dramática crisis, un lenguaje “políticamente correcto” para llegar a “soluciones” y “entendernos”. La educación, las formas, las palabras suaves y anestésicas, los burdos eufemismos, los “señorías”, los “excelentísimos”, los “señores directores, señores presidentes”, los “damas y caballeros de la banca”… Esa monstruosamente hipócrita cortesía es el sucio truco que nos queréis imponer para ocultar vuestra ansia de poder y de dinero, malditos bastardos hijos de la grandísima puta del Capital. Os odio profundamente. Os deseo una muerte lenta y dolorosa, llena del sufrimiento que vosotros provocáis con vuestra infinita avaricia. Os la deseo con toda mi rabia, con todo mi coraje, aunque sé que si hoy, como merecéis, murieseis todos de golpe, mañana tendríamos a una nueva colección de hijos de la grandísima puta capitalista para sustituiros y seguir destrozando vidas y espíritus…
"Estáis ahí arriba asfixiándonos, estrangulándonos, torturándonos, haciéndonos morir de hambre y enfermedad" no sólo por la gracia del Capitalismo, sino también por la asquerosa pasividad de muchos “ciudadanos” indignos de ese nombre…" Sois tantos, tantísimos quienes, en lugar de luchar por la Justicia Social, sólo confiáis en que no os toque sufrir la crisis que esos cerdos capitalistas han provocado. Os veo rezando como cobardes "las cuatro esquinitas" a los pies de vuestras camas, cagados por las patas, deseando que el despido le llegue a vuestro vecino, pasando sigilosamente por vuestras puertas sin llamar… Todavía.
Karl Marx (1818 - 1883)
Pero esta vez, no… Escuchad, esta vez no. Ésta vez es la grande, la que Marx predijo hace más de ciento cincuenta años. Marx, sí, ese viejo caduco enterrado mil veces y resucitado mil y una, con cada una de las crisis que este podrido sistema de mierda ha sufrido hasta llegar a la de ahora, a La Última. En ésta vosotros también caeréis si no lucháis.Vosotros, serviles y subnormales votantes del PP, a quien habéis elegido para que os mienta todos los días y os recorte por decreto ley todos vuestros derechos para reflotar a los bancos que os echan de vuestras casas, para que nos meta de cabeza en una guerra injusta en la que han muerto ya cientos de miles de iraquíes buscando unas armas de destrucción masiva que no eran más que la lamida de culo de la hiena de Aznar a sus amos anglosajones, el falsario Blair y el inmundo Bush.
Vosotros, voluntariamente ciegos votantes del PSOE, traidora organización responsable de habernos metido de cabeza en la OTAN, de haber firmado el Tratado de Maastricht que nos ha llevado a ser los esclavos de Ángela Merkel y sus secuaces parafascistas, de mantener a nuestros soldados en Afganistán y Libia, donde matan a pueblos enteros a mayor gloria del Imperio Gringo, de legalizar las empresas de trabajo temporal y de aprobar al menos la mitad de las cincuenta y dos reformas laborales que han hecho que las trabajadoras y trabajadores de este país sean poco menos que esclavos.
PSOE y PP, la misma mierda es
Sí, la otra mitad de las reformas laborales, de los recortes de derechos, son responsabilidad de los fascistas del PP, pero los “socialistas obreros” de cuello blanco residentes en Ferraz no se podrán quitar jamás de encima la vergüenza de haber actuado contra la gente a quienes afirman defender, los Obreros de sus siglas, con toda la traición, la hipocresía infinita y la cara dura que les caracteriza. Se llaman socialistas y sólo aspiran a maquillar el Capitalismo, en lugar de luchar por una sociedad más justa, una sociedad Socialista, como su propio nombre falsamente indica. Vergüenza, vergüenza y asco tanto de los unos como de los otros, no son más que las dos caras de la misma moneda del Judas Capitalista.
Y también vosotros, los que os llamáis con todo vuestro inconsciente orgullo “apolíticos”. Vosotros, cuya máxima aspiración es gastaros una pasta gansa en ver cómo veintidós multimillonarios corren detrás de una pelota, o en cómo un individuo vestido de forma estrafalaria tortura hasta la muerte a un indefenso animal, vosotros cuya mayor afición es hacer zapping buscando el programa de televisión con la mayor cantidad de basura por minuto, mientras ahí fuera, ahí, en la Moncloa, en San Jerónimo, en la Zarzuela, en el Bundestag, en el Club Bilderberg, en Wall Street ya están en marcha los planes para arrebataros hasta ese miserable y roñoso mando a distancia que es vuestra más apreciada posesión. Y os lo van a quitar, si no reaccionáis, si no despertáis. Esto va a peor, y a pasos agigantados.
Si no os levantáis de vuestras butacas compradas a plazos, no tendréis más huevos que devolverlas porque os sumaréis a los casi seis millones de parados que ya hay en este país, y no os quedará ni un céntimo de dignidad con el que pagar ni el sillón, ni la tele, ni el coche, ni la hipoteca, y ni siquiera la comida para vuestros hijos. Estúpidos, zombis, gilipollas, atontaos de mierda: ¡Despertad y rebelaos, o moriréis como las ratas que ahora mismo sois para los tiranos de la banca y las financieras que sólo buscan vuestra ruina para patearos el derecho a una vida digna e, incluso, el Derecho a la Vida!
La batalla está en la calle, vuestros Derechos como Seres Humanos están disputándose ahora mismo contra esos malditos bastardos llamados banqueros, financieros, mercados, y defendidos por los partidos, por esas bandas de sicarios serviles y sistémicos llamados PP y PSOE.
Esta vez va muy en serio: O Capitalismo, o Humanidad.
¡Reaccionad, pensad, indignaos, rebelaos, luchad por vuestras vidas y las de vuestros hijos! Ellos os las están arrancando a dentelladas, y vosotros os estáis dejando devorar como borregos que, en fila y balando lastimeramente, van al matadero con las orejas gachas y el rabo entre las piernas. Cobardes, ignorantes, inútiles. Y es que, si no sois capaces de poneros en pie y pelear por la Vida, no merecéis llamaros humanos. ¿Lo sois?
¡¡¡Demostradlo!!!
FUENTE: kmarx.wordpress.com
Rafa Garzó - 15/07/2012
Pues sí.
Si no movemos el culo, a peor vamos si dios quiere.