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5/7/16

EL AFÁN

Genéricamente, el afán es deseo intenso o aspiración de algo, aunque también viene a significar esfuerzo o empeño grandes, pero es a la primera acepción a la que quiero referirme; en concreto al afán de ser jefe.


Yo que, en mi larga trayectoria laboral (¡35 añazos!) sufrí a bastantes jefes, reconocía de inmediato, en los nuevos compañeros-as, ese afán del que siempre carecí, porque bien pronto llegué a entender que, por mucho sobresueldo que te pagaran, tragarse aquellas ruedas de molino no podía ser bueno para el espíritu.

 
Obviando alguna honrosa excepción, los jefes no solían ser personas de gran talla moral; es más, la empresa, más allá de la expriencia y conocimientos laborales, buscaba siempre personajes obedientes y manipulables, lo que los convertía en seres insufribles para el común de los subordinados. Tal es así que había una extensa lista de singularidades que, por lo general, los definían: prepotencia, irrespetuosidad, autoritarismo, incompetencia, vanidad, soberbia... pero lo más triste era que el "óbolo empresarial" los convertía en pequeños tiranos, desvirtuando así la idea de compañerismo hacia el personal a sus órdenes, obligándolos a readaptarla a los personajes de su nuevo status.


A veces, cuando miro hacia atrás con el catalejo que proporciona la edad, y observo a tanta gente perdiendo el culo por ocupar un cargo, me pregunto si a mí me faltaría alguna válvula o algo así que no me permitiera aquel afán.


Citizen Plof

20/7/09

PARAFRASEANDO A CARLOS PUEBLA

Me está pasando con los jefes, como a Carlos Puebla con los presidentes de EEUU.



Cierto día le preguntaron en una entrevista, a raíz de un reciente cambio presidencial:

- ¿Y qué le parece Ford?

Y sin dudarlo contestó:

- A mí me parece Ford lo mismo que Chevrolet; no es más que otro millonario. Mire usted.

Después de la reestructuración de mandos acaecida recientemente en la empresa en la que llevo trabajando más de 30 años, alguien me preguntó:

- ¿Y qué le parece Fulanito?

Y también sin dudarlo, parafraseando al cantautor cubano, contesté:

- A mí me parece éste, lo mismo que el que se fue: ¡otro jefe! Mire usted.

Ciudadano Plof
 

1/5/09

URBANIDAD

Supongo que los que tengan mi edad o más, recuerdan aquel librito que, siendo niños, nos obligaron a leer: “Normas de urbanidad”; pues creo que deberían reeditarlo para podérselo regalar a más de un jefe que lo necesita con desesperación.

Ejemplo:

"Al entrar y salir de cualquier recinto en el que se encuentren otras personas ha de saludarse con educación dando siempre las buenas horas.”

Máxime si el habitáculo es minúsculo como en el caso de un ascensor, donde aún estando codo con codo con algún subordinado son incapaces de responder a su saludo.

¿Existirá algún tipo de sordera para espacios reducidos?, ¿o será que desde su “altura” “hartura” no pueden vislumbrarnos?

Y no quiero ahondar en el tema de las presentaciones, pues hasta en la mili, los jefes y oficiales se presentan formalmente a la tropa para darse a conocer. Aquí no.

¿Tendrán miedo de que se les pegue el “piojillo del trabajador”?

Hay una serie de señores que entran, salen, suben y bajan, y de los que sólo sabemos que son jefes por los trajes de alpaca (cuando los llevan).

De todas formas, la pobreza de espíritu no puede disfrazarse. El mero hecho de ocupar un cargo no hace a la persona ni más justa, ni más honrada, ni más inteligente, ni más educada... ¿O sí?

Y que conste que estos parámetros son aplicables incluso a jueces y divinos legisladores.

Para evitar hacerme mala sangre (dentro de lo que cabe) he decidido utilizar siempre las escaleras. Así hago ejercicio y de paso…

Ciudadano Plof