26/11/09

LOS PAÍSES RICOS TIENEN MIEDO DE LOS PAÍSES POBRES

Y es que los pobres tienen también una bomba atómica; se llama “índice de natalidad” y a pesar de la precariedad de sus condiciones económicas, sanitarias, sociales, y sobre todo del impacto del Sida, su potencia explosiva no sólo se mantiene intacta sino que aumenta con el paso del tiempo.

Hoy que tanto se habla de las armas de destrucción masiva, de quién las tiene o las puede tener y de los que, teniéndolas, no quieren deshacerse de ellas, tendríamos que plantearnos si los países ricos, a sabiendas, manejan otra arma tan peligrosa o más para frenar el desarrollo de los países pobres.

¡No! No me estoy refiriendo a los préstamos del FMI y los intereses abusivos que no permiten prosperar a sus economías. ¡Me refiero al hambre!


¿No es el hambre un arma de destrucción masiva? ¿No podrían los países ricos erradicarla de la faz de la tierra, con el mero hecho de recortar sus monstruosos gastos militares y dedicarlos a este fin? Pero… ¡claro! Entonces los países pobres dejarían de serlo y amenazarían la hegemonía de los actuales, y eso no les interesa.

De todos modos, la desesperación de la pobreza, máxime cuando los medios de comunicación muestran a diario cómo viven los países ricos, es tal, que los empuja sin remedio a una emigración clandestina, a la búsqueda de un paraíso que, también a diario, se cobra su tributo de vidas y de sueños. Pero aún así, pese a todas las medidas restrictivas actuales o futuras, tengo la certeza de qué los países pobres terminarán minando a los países ricos empezando por los pies (que son de barro).

Ciudadano Plof