Trump ha acabado de presidente de los EE UU, no a pesar de estas payasadas y otras similares, sino precisamente gracias a ellas, porque calibró a la perfección el subconsciente de esta época infantilizada y rendida a la trivialidad. A diferencia del boxeo, donde casi siempre es una excepción bochornosa o patética, en la llamada lucha libre profesional el tongo resulta un ingrediente imprescindible. Tal vez lo más conmovedor del todo sea contemplar a esas muchedumbres enloquecidas por la calculada violencia del espectáculo, como si no supieran que se trata únicamente de una comedia, que los bofetones, las patadas, las caídas y puñetazos de esos gladiadores de dos metros están medidos al milímetro con el fin de no hacerse verdadero daño.
No menos conmovedora se muestra la ingenuidad del respetable al leer las noticias de la crónica política, con sus vaivenes y sus trifulcas, tan amañadas como los costalazos de esos hipérbolicos sacos de músculos de la lucha libre, quienes en el fondo son más buenos que un cacho pan. Ayer, por ejemplo, el PSOE se lanzó a una pelea furibunda para evitar que Jorge Fernández Díaz, ex ministro del Monólogo Interior, se alzase con la presidencia de la Comisión de Exteriores. Incluso en las resonancias bélicas del lenguaje utilizado (“tormenta política”, “la oposición tumba a Fernández Díaz en el Congreso”), los periodistas nos comportamos como si realmente creyéramos el guiñol esencial de la democracia, del mismo modo que el respetable lee esas noticias como si no supieran realmente de qué va la vaina. Muchos de ellos, quizá, lo ignoran, igual que los niños que acuden en masa a jalear a su luchador favorito.
Jorge Fernández Díaz
Ese fingido candor es el mecanismo fundamental de las instituciones democráticas: sin él, el circo del gobierno del pueblo y para el pueblo no tendría ningún sentido. Todo en el Congreso de los Diputados -desde los sillones hasta la tribuna de oradores, desde la disposición del hemiciclo al turno de intervenciones- remite a la estructura decimonónica del teatro. El hecho de que apenas haya variado en dos siglos revela la fatiga del tinglado, cuyas costuras saltan a la vista en cuanto se observa con demasiada atención. El lunes, sin ir más lejos, PP, PSOE y Ciudadanos pactaron para que el ex presidente Jose Mari no compareciera ante la Comisión Anticorrupción del Congreso para declarar sobre la trama Gürtel. Poco más se puede añadir sobre la "feroz oposición" que practica el PSOE.
Carátula de la película They lives (Están vivos)
En "Están vivos", una entrañable película de ciencia-ficción de John Carpenter, un trabajador encuentra unas gafas de sol por la calle y, al ponérselas, descubre espantado la auténtica realidad: los líderes políticos son en realidad monstruos alienígenas mientras los anuncios y titulares de prensa esconden mensajes subliminales de obediencia y sumisión absoluta. La propaganda de la película decía: “Los ves por la calle, los ves por la televisión, puede que votes a alguno de ellos este otoño; estás equivocado, mortalmente equivocado”. Quizá no sea casualidad que el protagonista de la película sea un luchador profesional canadiense, Roddy Piper, el Gaitero.
Roddy Piper
FUENTE: publico.es
Punto de Fisión
David Torres
17/11/2016
No hay comentarios:
Publicar un comentario