Porque es áspera y fea,
porque todas sus ramas son grises,
yo le tengo piedad a la higuera.
En mi quinta hay cien árboles bellos:
ciruelos redondos,
limoneros rectos
y naranjos de brotes lustrosos.
En las primaveras
todos ellos se cubren de flores
en torno a la higuera.
Y la pobre parece tan triste
con sus gajos torcidos, que nunca
de apretados capullos se visten...
Por eso,
cada vez que yo paso a su lado
digo, procurando
hacer dulce y alegre mi acento:
-Es la higuera el más bello
de los árboles todos del huerto.
Si ella escucha,
si comprende el idioma que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol...!
Y, tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo, le cuente:
-¡Hoy a mí me dijeron hermosa!
Juana de Ibarbourou
(1892 - 1979)
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