23/3/13

TODOS LOS DEMONIOS

El nuevo Papa, Francisco I, en sus primeras palabras, advierte de que es el Diablo quién intenta destruir a la Iglesia. Pero no dice que lo hace desde dentro, porque han sido ellos, los jerarcas, quiénes han abierto las puertas a todos los demonios.



Vayamos, si no, a la demonología, esa rama de la teología y la mitología que, para el cristianismo, tiene una estructura piramidal encabezada por Lucifer, espíritu negativo universal, cuya principal manifestación en este planeta se denomina Satán o Satanás. Es considerado el príncipe de este mundo, y de él depende una extensa cohorte de demonios o ángeles caídos, seres que ocupan un plano intermedio entre dios y los hombres, de los que, según mi parecer, muchos de ellos se han instalado a sus anchas en el seno de la Iglesia. A saber:
Astaroth: demonio de la vanidad


  Azazel: demonio de la lujuria y de la seducción.


 Belcebú: demonio del orgullo y violador de menores.


  Belfegor: demonio de la pereza, la desidia y el conformismo.


  Mammón: demonio de la avaricia, de la codicia y del materialismo.

Y una larga lista de la que forman parte, entre otros: Mefisto, Ramuel, Samael, Tamiel...

No sé cuántos, de los 200 que, según el Libro de Enoch, cayeron a La Tierra, pululan por el Vaticano, aunque me temo lo peor.

Ciudadano Plof

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